La actualización de la lista de minerales críticos publicada el mes pasado por el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) volvió a subrayar la importancia global de las tierras raras y otros elementos estratégicos. El organismo identificó 60 minerales cuya disponibilidad es clave para la seguridad económica y tecnológica, tras evaluar su vulnerabilidad a disrupciones en la cadena de suministro estadounidense. El nuevo reporte del USGS analiza 84 commodities vinculados a más de 400 industrias y alrededor de 1,200 escenarios de riesgo, clasificando cada mineral según su nivel de exposición.
En este nuevo mapa, Estados Unidos reconoce como críticos varios elementos presentes en yacimientos peruanos: metales base como cobre, zinc, plomo y estaño, y un conjunto de elementos estratégicos asociados a ellos. El organismo también lanzó el Atlas interactivo de Minerales Críticos, que permite visualizar la producción global de más de 90 minerales en 180 países, su concentración geográfica y sus principales usos industriales. Para un país minero como el Perú, esta fotografía global revela tanto oportunidades como retos.
En la lista del 2025 destacan sobremanera los minerales esenciales para la transición energética, la electrónica avanzada y varias industrias estratégicas: litio, cobalto, níquel y grafito para baterías; neodimio, praseodimio, disprosio y terbio para imanes de alto rendimiento; galio, germanio y silicio para semiconductores; y titanio, niobio y vanadio para aleaciones aeroespaciales.
La amplitud de aplicaciones —desde la fabricación de vehículos eléctricos hasta los equipos de comunicación y los sistemas eléctricos modernos— muestra que el debate global sobre minerales críticos está ligado a la capacidad de los países para sostener sus propias industrias y evitar interrupciones en cadenas de suministro esenciales.
Ese escenario, explica Henry Luna —ex viceministro de Minas, funcionario de carrera del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (INGEMMET) y catedrático de la Pontificia Universidad Católica del Perú y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos—, obliga al país a actualizar su mirada sobre los recursos que ya produce y los que aún no aprovecha. A su juicio, el Perú “recién está tomando consciencia de la importancia de los elementos estratégicos y críticos”, y recordó que la actividad minera nacional ha estado históricamente orientada a los metales principales.
Luna explicó que los metales base —como el cobre, el zinc o el plomo— actúan como “hospedantes” de elementos como cadmio, indio, germanio, galio o titanio, cuyo aprovechamiento depende de contar con plantas y refinerías capaces de recuperarlos. Esa ausencia marca la diferencia con China, que domina el mercado de las llamadas “tierras raras” porque cuenta con la capacidad para procesar estos subproductos. Para el especialista, el punto de partida es claro: “A nivel de producción, destacamos como productores de cobre, zinc, oro, plata, molibdeno y estaño. Asimismo, existe en el Perú una importante producción no metálica, estamos entre los líderes en andalucita, boratos, diatomita y roca fosfórica”.
Ese liderazgo importa porque varios minerales estratégicos y críticos están asociados directamente a estos elementos base. Luna recuerda que entre los más relevantes para la transición energética se encuentran “el cobre, el hierro, el plomo, el molibdeno, la plata, el zinc y el indio”. A ello se suman metales muy demandados por la industria tecnológica y militar —“el galio, el cobalto, el bismuto, el wolframio, entre otros”— cuya producción aún es marginal.
También subraya que antiguas operaciones dejaron relaves con un potencial no evaluado cuando solo se buscaba “oro, plata o cobre”. Hoy, con capacidades analíticas modernas, “al sacar una muestra, podemos tener hasta 70 elementos diferentes”.
El desarrollo reciente de información sobre minerales estratégicos en el país se explica en buena medida por las investigaciones del INGEMMET y de grupos vinculados a la institución. Luna destaca que hace dos años, durante la participación peruana en la feria IMARC, en Australia, se anunció públicamente que el Perú contaba con litio en roca. Hoy el proyecto ya avanzó a fase de reservas y “ya se obtuvieron las autorizaciones para explotación, lo que faltan son —agrega Luna— las autorizaciones para su explotación”.
Las líneas de investigación se han ampliado. Un primer caso es el estudio del carbón nacional, históricamente explotado por minería artesanal y de pequeña escala, en las zonas de La Libertad, Áncash y en la sierra de Lima, en Ollón. Hasta hace poco nadie había evaluado su potencial en grafito o grafeno. “Recién hace dos o tres años hubo un grupo de investigadores del INGEMMET que consideró que era oportuno hacer esa investigación”, explica. El apoyo del Servicio Geológico de Brasil permitió confirmar “el potencial de grafito y de grafena en el Perú”, aunque Luna insiste en que el país aún carece de laboratorios especializados.
Otro avance se logró con el levantamiento de la carta geológica 1:50 000 en el departamento de San Martín y en la cordillera oriental, donde se identificó la presencia de galio y germanio. Para profundizar los estudios, el INGEMMET suscribió un convenio con el Servicio Geológico Alemán, “quien está haciendo las investigaciones de manera conjunta”.
Luna menciona además un antecedente valioso: el atlas geoquímico del Perú, elaborado a partir de un convenio con el Servicio Geológico de China. Aunque orientado inicialmente a fines agrícolas, confirmó la presencia de “galio, germanio, indio, litio, manganeso, aluminio, cobalto, vanadio, níquel, cromo y titanio”.
Su conclusión es directa: “nuestra cordillera es muy rica en estos elementos”.
De hecho, en septiembre pasado, el INGEMMET anunció el descubrimiento de concentraciones significativas de tierras raras en el departamento de Junín. La investigación, realizada en el distrito de San Ramón, identificó elementos como lantano, cerio, neodimio, gadolinio e itrio.
El problema central del Perú no es regulatorio, sino productivo. La falta de plantas, fundiciones y refinerías limita la posibilidad de recuperar los subproductos estratégicos asociados a los metales principales, explica Luna.
Por su parte, el ingeniero Rómulo Mucho afirma que las tierras raras no son valiosas por su rareza, sino por la complejidad de su separación: “Su extracción es complicada y cara, pues se encuentran mezclados con otros minerales que son muy similares entre sí, por lo cual su aislamiento involucra procesos químicos complejos”. Esa complejidad explica su precio y su rol estratégico en motores eléctricos, turbinas, resonadores magnéticos y equipos de alta precisión.
También existe un margen para reciclar materiales, pero Mucho es claro respecto a los límites actuales: “Para no depender de la producción china, y para disminuir el impacto ambiental que produce la purificación de estos elementos, es que las compañías incrementen sus procesos de reciclado y de recuperación de materiales. Pero para esto, será necesario desarrollar nuevos métodos de separación, pues algunos de estos materiales son utilizados en combinación en varias de sus aplicaciones”.
Mucho sitúa este debate en el plano geopolítico: “Desde hace más de cuarenta años, China formó especialistas, desarrolló minas, refinación y una industria completa de tierras raras, y hoy utiliza esas capacidades como una ventaja estratégica en la disputa comercial con Estados Unidos”. Para él, el desafío es acelerar nuestras capacidades tecnológicas y de refinación de estos elementos, incluso en reciclaje, que todavía enfrenta limitaciones por la mezcla de materiales en los dispositivos modernos.
Oportunidad estratégica
Desde la industria que ya está en este mercado, Ramón Barúa, CEO de Aclara, empresa del Grupo Hochschild que desarrolla proyectos de tierras raras en Chile y Brasil, sostiene que el Perú tiene una oportunidad comparable, siempre que exista un compromiso nacional.
“Creemos que es indispensable que exista un convencimiento a nivel de visión país y que se trata de una alternativa atractiva para el desarrollo de todos los peruanos”, asevera Barúa. Esa visión —afirma— debe involucrar al Gobierno, empresas, comunidades y sociedad civil para posicionar al Perú como destino de inversión de primer nivel.
Barúa enfatiza la velocidad como un factor decisivo para el Perú: “La oportunidad para posicionarnos como país en el competitivo sector de los minerales críticos requiere actuar con máxima velocidad. La oportunidad para este sector es ahora y depende de nosotros no dejarla pasar”.
Destaca, además, el ejemplo de Brasil: “Estamos impresionados con la visión que tiene, especialmente respecto al fomento a la industria de minerales críticos. Una visión que incorpora atracción de inversiones, innovación y participación del Estado en desarrollar la exploración y desarrollo de proyectos mineros, la refinación de tierras raras, el desarrollo de la industria de magnetos, y finalmente incorporarlos a su ya existente industria de fabricación de vehículos eléctricos”.
Aclara Resources anunció hace unas semanas que con una inversión de US$ 280 millones construirá la primera planta de separación de tierras raras pesadas en Estados Unidos, lo que añade un elemento clave a la coyuntura internacional. La instalación —ubicada en Luisiana y prevista para entrar en operación hacia el 2027— apunta a asegurar un suministro propio de disprosio, terbio y otros HREE [Heavy Rare Earth Elements], apoyándose en los dos depósitos de arcilla iónica que explota en Brasil y Chile, un tipo de depósito extremadamente escaso fuera de China y del sudeste asiático.
Estos materiales —especialmente disprosio y terbio— son imprescindibles para imanes de alto rendimiento utilizados en vehículos eléctricos, turbinas eólicas y aplicaciones de defensa. Según las estimaciones de la empresa, ambos proyectos podrían cubrir hasta el 50% de la demanda proyectada de Estados Unidos y el 70% de la demanda de la Unión Europea para vehículos eléctricos.
Según las estimaciones de Aclara, la oferta mundial estimada de disprosio y terbio alcanzó el año pasado 3,281 toneladas anuales (97% en manos de China). Pero la demanda podría llegar en el 2030 a 4,889 toneladas y para el 2035 a 5,825. Para ese año, la brecha entre demanda y oferta podría ser de 2,544 toneladas, de las cuales la empresa podría abastecer 225 toneladas a partir de sus yacimientos Penco (Chile) y Carina (Brasil) en los que invertirá US$ 810 millones para que comiencen a producir y abastecer a la planta de Luisiana a partir de mediados del 2028.
Es en ese escenario que comienzan a posicionarse las nuevas fuentes de tierras raras. Y el Perú puede incorporarse a esta cadena si actúa con rapidez y define una estrategia nacional para los minerales críticos.