En el lugar, un verdadero testimonio de la historia del desarrollo minero en Catamarca se encuentra re acondicionado para que los visitantes disfruten del paseo de interés histórico cultural.
En el lugar está plasmada la historia del desarrollo minero de Catamarca.
Los restos comprenden el extremo del cable carril, que trasladaba el mineral en bruto desde Minas Capillitas hasta Muschaca, parte de los hornos de fundición, chimeneas, playones con material descartado (escorias), torres de transporte, ladrillos refractarios y también una picada que conectaba con el establecimiento de Huaco, elementos que testimonian la actividad minera desarrollada a principios del siglo XIX.
El cable carril
El cable carril Minas Capillitas-Muschaca fue construido por la empresa Capillita Cooper Company entre los años 1903 y 1904. Su longitud era de 27,5 km y fue construido con tecnología inglesa. Con motivo de la primera guerra mundial no aceptaron una oferta mejor de la firma alemana A. Beikert, constructora del cable carril de Famatina, en La Rioja, en los mismos años.
La propuesta alemana incluía dos cables, uno flojo y otro de tiro. El instalado en Capillitas- Muschaka contó con uno de tiro.
Respecto a su recorrido, la estación de salida era Minas Capillitas, ubicada a 3 mil metros sobre el nivel del mar. De allí se dirigía a la quebrada de Capillitas, al sur, hasta llegar a la estación localizada en el Portezuelo Blanco, a 2600 metros sobre el nivel del mar. Más adelante cruzaba al sur a los nacientes e la quebrada del rio Muschaka continuando aguas abajo y pasando por la estación los Biscos, a 1500 metros sobre el nivel del mar, para terminar su recorrido en la terminal de Muschaka, a 1100 metros.
La operatividad tuvo grandes inconvenientes. Las torres se movían exageradamente con los fuertes vientos de la zona, y cerca de rodeo Grande, las vagonetas caían con frecuencia. Los defectos de diseño no pudieron salvarse, y su sistema, con grandes inconvenientes, funcionó muy poco. En el año 1910 ya estaba detenido y no se conoce que volviera a funcionar.
Historia minera
A principios del siglo XIX, el departamento de Andalgalá fue escenario de desarrollo minero generando en la localidad un gran crecimiento cultural y social, a pesar de los difíciles momentos que se vivieron en la región por las guerras de la Confederación y Buenos Aires con la secuela de caudillos locales y sus enfrentamientos con los Nacionales.
Los empresarios de la región generaron trabajo a centenares de personas, dando vida y adelanto a las poblaciones comprometidas con este proceso. En un comienzo el trabajo se realizaba a mano; los hombres transportaban la roca mineralizada en sacos de cuero a los que llamaban apires. El agua presente en la roca penetraba en las labores lo que llevo a que utilizaran bombas de achique de funcionamiento manual. Para que el trabajo fuera más ágil se construyeron máquinas movidas con mulas para elevar el metal desde los socavones inferiores.
La incipiente mecanización se completaba y se habían colocado rieles de madera en las galerías para mover carros en los que se transportaban minerales y rocas. Todas estas operaciones fueron haciéndose día a día más complicadas. Una vez obtenidos los minerales se transportaban, en los comienzos con arrieros y grandes tropas de mulas que cargaban sacos de cuero. Debido al crecimiento de la producción y la gran cantidad de mulas utilizadas, casi 3000 estaban destinadas al transporte, se incorporaron también bueyes. Posteriormente los arrieros realizaron actividades menos sufridas y esto llevó a una situación que en 1880 complicó la actividad minero-metalúrgica.
Los ingenios
Al llegar a los ingenios, los minerales se fundían utilizando leña de retamo y algarrobo obteniéndose los llamados “ejes” que luego iban a un horno de refinación donde se lograban lingotes de cobre metálico del 96%. A pesar de todos los inconvenientes y dificultades que se mencionaron se puede sintetizar, que en los 21 años transcurridos desde 1860 hasta 1881 se habían producido 147,958 quintales de cobre o sea 6.818 toneladas de cobre.
Para 1900, las empresas Lafone Augier y la sucesión de A. Carranza vendieron a la empresa inglesa Capillita Cooper Company, todas las propiedades mineras, lo mismo que sus ingenios El Pilciao y La Constancia. Estas empresas a pesar de las valiosas inversiones que realizaron también fracasaron en su gestión. En mayo de 1909, la empresa fue adquirida por capitales franceses de la Capillitas Consolidated Mines, realizándose los trabajos de exploración bajo la dirección del Ing. Pablo Viteau. Tampoco esta empresa logró recomponer el funcionamiento, y los ingenios fueron abandonados en 1914.