Soy obispo de la Iglesia Católica, pero no soy un obispo minero sino un obispo cuya jurisdicción coincide con una provincia en la que hay minería. Y cada vez se comprende mejor la relación entre actividad minera y desarrollo sostenible en el tiempo, que implica durabilidad no solamente en el día a día sino también pensar en los tiempos de desarrollo de las comunidades y los emprendimientos mineros. También percibimos como de sentido común que la obtención de recursos físicos de la sociedad lleva consigo la devolución de proporcionales beneficios físicos y sociales hacia ella.
La Doctrina Social de la Iglesia es la formulación de la cuidadosa reflexión sobre las complejas realidades de la vida del hombre en el contexto internacional a la luz de la fe cristiana. En la mayoría de las realidades humanas y sociales la fe cristiana no hace mas que encender una luz reflector sobre la realidad que si bien antes se percibía mal, ahora se ve mucho mejor. El objetivo de esta Doctrina es orientar la conducta cristiana considerando la realidad social en conformidad con la dignidad del ser humano según la valiosa enseñanza del Evangelio teniendo presente su dimensión temporal y su destino trascendente.
La Iglesia desea compartir esta mirada con los diversos ámbitos sociales con un aporte responsable al bien común. La Doctrina se fundamenta en la revelación bíblica desde los albores del Pueblo de Israel y adquiere una nueva dimensión en el Evangelio. Sobre este fundamento se ha ido estipulando en el tiempo la reflexión eclesial. Son conocimientos que pertenecen al ámbito de la Teología moral, que no están vinculados a ninguna ideología, ni se definen por parámetros socioeconómicos. Tampoco es un esquema de pensamiento pragmático ni lógico que pretenda programar las actividades políticas, sociales y económicas. Las vías de conocimiento son la fe y uso de la razón, la fe creyente fortalece el papel de la razón sin evitarla ni excluirla.
La Doctrina no se refiere de un modo directo a la minería, porque la considera dentro de las actividades productivas, sino en un marco más amplio, partiendo de la persona humana, hacia la sociedad, el desarrollo social y el cuidado del medio ambiente. Para el que es creyente de origen judío-cristiano es importante el mandato bíblico que impulsa a llenar, trabajar y dominar la tierra.
La naturaleza no es una peligrosa adversaria del trabajo de los hombres. Entre todas las criaturas, solo el hombre y la mujer han sido creados por Dios y este dominio no es para sojuzgar los recursos a cualquier precio sino que están destinados al bien de la Humanidad. Pero, del mismo modo, no es lo mismo desarrollo social que crecimiento económico. Puede haber crecimiento sin desarrollo ni equidad.
En muchos sitios, la Iglesia es una caja de resonancia. Así, el tema minero tiene amplia repercusión en la sociedad y genera una llamada de atención a los dirigentes sociales y líderes religiosos. En los últimos años apareció un ruido social sobe la minería, quizás por un mayor conocimiento de temas ambientales, por la presencia de numerosos grupos ecologistas, alguno de ellos radicalizados y con otro tipo de intereses.
Para la Doctrina Social de la Iglesia la minería es una actividad productiva y legítima con tal de que se haga bien. Si fortalece la responsabilidad social, hace bien. A su vez, la minería tiene su propia especificidad, se percibe un impacto significativo que hace necesario obtener una licencia social que no es eterna, hay que renovarla con cierta periodicidad.
Además, la minería no es sostenible por sí misma en el tiempo porque se agotan los recursos. Y hay que tener en cuenta a los pueblos originarios, a las actividades preexistentes según las zonas y a las expectativas de la comunidad de un mayor bienestar.