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La muerte de Chávez
MADURO, EL SUCESOR ELEGIDO. CABELLO, EL LÍDER EN LAS SOMBRAS.
06/03/2013

Maduro, el sucesor elegido

Clarín

Nicolás Maduro es el hombre que Hugo Chávez eligió como su sucesor cuando decidió partir a Cuba con futuro incierto. Este dirigente sindical del subte de Caracas fue seis años canciller y vicepresidente ejecutivo, tras el triunfo del chavismo en las elecciones del 7 de octubre. Con la muerte de Chávez asumirá interinamente la jefatura de Estado hasta que se realicen los nuevos comicios.

Llegó al chavismo desde la izquierda maoísta y se vinculó con el líder bolivariano luego del fallido golpe de 1992 porque su esposa, la actual procuradora general Cilia Flores, era una de sus abogadas.

Es el hombre que mejor relación tiene con La Habana y fue quien más veces estuvo en Cuba durante la última parte del tratamiento de Chávez. Incluso fue muchas veces vocero de los informes médicos.

Considerado un conciliador, el chavismo más duro lo miró durante mucho tiempo con recelo.

Maduro participó en la campaña de 1998 en la que Chávez resulta electo Presidente. Un año más tarde, como diputado de la Asamblea Constituyente fue uno de los impulsores de la reforma de la Constitución. Luego fue diputado en la Asamblea Nacional de Venezuela en 2000, cargo en el que fue reelegido en 2005, para luego ser presidente del Parlamento. En el año 2006 dejó ese cargo a pedido de Chávez para ser canciller.


La incógnita Maduro

Ámbito Financiero/ Pablo Ibañez

En la semana previa a la muerte de Hugo Chávez, ocurrida ayer a las 16.25 hora de Venezuela, Cristina de Kirchner conversó dos veces con Nicolás Maduro, a quien el bolivariano bendijo como su heredero político y que, para la Presidente, es una incógnita.

Volvió a hablar ayer minutos después del anuncio del fallecimiento. Cristina recibió la noticia en su despacho mientras estaba con Héctor Timerman. Luego ordenó suspender su acto en Casa Rosada y, tras consultar con Brasilia, canceló la cumbre con Dilma Rousseff. Y decretó tres días de duelo.

Desde la internación del comandante en Cuba, la mandataria vio una vez a Maduro y mantuvo varias charlas telefónicas. Fue parte de un proceso de reconocimiento mutuo porque, con Chávez en funciones, el vínculo fue exclusivo y excluyente entre los presidentes.

Obsesivo y detallista, Chávez atendía en persona -sin importar la hora ni la relevancia- todas y cada uno de los expedientes referidos a la Argentina. Esa característica, recuerdan en Gobierno, estaba potenciada por la relación "de afecto" que la unía a Cristina.

Menos en público que en privado, la Presidente habló de su amistad con el venezolano. Anoche, al cierre de esta edición, alistaba una comitiva para asistir a los funerales: la acompañarían Timerman y el ministro de Planificación, Julio De Vido, y una ristra de dirigentes y legisladores.

Invitado por Cristina de Kirchner, el uruguayo José Pepe Mujica también se integrará al contingente rumbo a Caracas.

El teléfono rojo entre Cristina y Chávez sacaba a cancilleres y embajadores del medio. Por esa razón, y por el tipo de vínculos formales pero distantes que, salvo excepciones, establece la Presidente, es reducida la empatía previa con Maduro.

Otra era la cercanía entre el sucesor bolivariano y Néstor Kirchner. El patagónico, como jefe de la Unasur, construyó una relación fluida y amable con el canciller venezolano durante un episodio: la negociación para reunir a Chávez y al colombiano Juan Manuel Santos.

En agosto de 2010, Kirchner tuvo una estadía intensa en Caracas y Bogotá. Se vio dos veces con el venezolano -la segunda se sumó Luiz Inácio Lula da Silva- y viajó a Colombia para encontrarse con Santos, recién electo en reemplazo de Álvaro Uribe.

En una hora difícil, fue el mensajero de una noticia saludable: Maduro asistiría a la asunción de Santos a pesar del clima hostil entre los dos países.

Eran días de extrema tensión. Una denuncia de Uribe ante la OEA, la movilización de tropas en la frontera y la decisión de cortar las relaciones diplomáticas sumergió a la región en un clima de incertidumbre.

Al frente de la Unasur, como antes había hecho durante la crisis de los rehenes de las FARC en la selva colombiana, Kirchner intercedió para facilitar un acercamiento. Maduro se movió toda la semana como una sombra del patagónico.

Kirchner -asistido por Juan Manuel Abal Medina y Rafael Folonier-, Maduro y la canciller colombiana, María Ángela Holguín, quemaron horas en busca de la llave para un encuentro que, finalmente, se produjo en Santa Clara, una ciudad colombiana sobre el Mar Caribe, el 10 de agosto.

El patagónico falleció dos meses y 17 días más tarde.

Transiciones

Los últimos meses, la Casa Rosada trató de construir certezas para la hipótesis de la ausencia de Chávez. Venezuela ha sido un socio político y económico, y una crisis en ese país puede rebotar en el país. Anoche se deslizaron algunas pistas:

  • Sin Kirchner y sin Chávez, los artífices primarios de la relación entre Buenos Aires y Caracas, la relación de Cristina con Maduro tendrá que construirse sobre todo en el plano de la confianza. Así y todo, para el Gobierno argentino, la elección del excanciller como heredero fue una jugada inteligente de Chávez porque corre con la ventaja de haber sido, durante los últimos seis años, el encargado de las relaciones políticas con los países de la región. Es el más conocido de los desconocidos del chavismo, lo que en términos de aproximación aparece como una enorme ventaja. Se advierte, en esa línea, que será un continuidad convencional tanto en la política interna como en la cuestión externa.

  • Según el diagnóstico K, la transición fue hasta ahora ordenada, y Maduro tiene, a priori, calmo el frente interno -a pesar de una disputa intestina con Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Venezolana- y con pronósticos optimistas en el frente electoral: con comicios para dentro de 60 o 90 días, Maduro se recorta con chances en tanto no se parta el frente chavista.

  • En paralelo, la presunción es que, a diferencia de Chávez, que irradiaba su "revolución" fronteras afuera, Maduro tenderá a enfocarse para consolidar su liderazgo en su país, con lo cual el protagonismo venezolano en el exterior, que fue visible en varios países de la región, y que en la Argentina tocó su pico con la movilización contra el ALCA en 2005, se reduciría a niveles prácticamente nulos. Queda, todavía, una estela de kirchnerismo chavista que, en algunos casos, tiene incluso relación previa con el bolivariano que con Kirchner.
  • Ayer. Nicolás maduro, al momento de anunciar la muerte de Chávez

    Cabello, el líder en las sombras

    Clarín

    Diosdado Cabello es, en verdad, el segundo hombre en el poder venezolano. Ex teniente del Ejército, participó junto a Chávez del intento de golpe de febrero de 1992 contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez. Una vez fracasada la rebelión, y con Chávez en la cárcel, Cabello solicitó su pase a retiro. A pesar de dejar la Fuerza es el funcionario que más vínculo tiene con el sector castrense. A diferencia de Maduro no tiene llegada a los cubanos, que también incomodan a grupos del ejército bolivariano con permanentes recomendaciones.

    Su reputación fue ganando cartel como un gerente eficaz al comando de actividades técnicas como las telecomunicaciones. En paralelo realizó actividades empresariales -- que le dieron una notoria fortuna--, que le causaron denuncias de corrupción y ser el mejor aliado en la “boliburguesía” venezolana.

    En las elecciones de diciembre de 2008, Cabello perdió la gobernación de Miranda frente al ahora líder opositor Henrique Capriles. Unos días más tarde Chávez lo designó en la cartera de Obras Públicas, lo que fue leído como un desplazamiento. Pero el año pasado, ya como diputado, fue elegido presidente del Parlamento. Por esa razón, cuando se discutía sobre la ausencia de Chávez, se lo nombraba a Cabello como el encargado de llevar adelante la transición hasta las nuevas elecciones.

    Maduro, el moderado que se radicalizó para ser líder

    La Nación/ Por Ramiro Pellet Lastra
    La suya puede verse como la historia del hombre que se hizo a sí mismo, una trama que más de un director de cine transformaría en un éxito de taquilla: desde su asiento como chofer de colectivo, sin estudios superiores, Nicolás Maduro logró ascender hasta ser canciller , vicepresidente y ahora el hombre fuerte de Venezuela.

    Pero esta lectura liberal de su ascenso a la cima quizá no sea del gusto de un convencido marxista como Maduro, que idolatra desde siempre a los hermanos Castro, que militó en el sindicalismo del Metro de Caracas y que fue uno de los fundadores del Movimiento Quinta República (MVR), antecesor del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

    No cualquiera accede a los cargos de jerarquía a los que llegó Maduro en estos años. Para eso primero tuvo el instinto de acercarse a un hombre como Chávez , el militar con entrenamiento en paracaidismo y sueños revolucionarios, cuando éste cumplía condena por su fallido golpe de Estado, de febrero de 1992. En el acercamiento medió su pareja, la hoy procuradora general de Venezuela, Cilia Flores y entonces abogada defensora del teniente coronel.

    Luego del fracaso golpista, Chávez declaró que sus objetivos de tomar las riendas del país no se habían cumplido "por ahora", su famoso latiguillo. Pues bien, allí estaba Maduro, al pie del cañón, cuando el militar aún se encontraba en la cárcel, para ayudarlo a acelerar la historia al mejor estilo marxista y colaborar en el advenimiento de la revolución. Aunque, al final, con el triunfo de 1998, el de Chávez no sería un gobierno marxista, sino un populismo de nuevo cuño que cosechó discípulos en la región.

    "No le recomiendo a nadie que sea vicepresidente de la república" porque "no es cosa fácil aguantarme", bromeó Chávez al nombrarlo en ese cargo el 10 de octubre pasado, cuando sostuvo que Maduro había sido "un gran servidor público". Fue tres días después de su victoria ante Henrique Capriles, el candidato de la alianza de partidos opositores.

    Tanta lealtad le dio dividendos al "ex chofer de autobús", como no se cansaba de llamarlo Chávez entre sus íntimos, en una broma de familia que tenía tanto de humor como de condescendencia.

    A modo de testamento, cuando emprendía su último viaje a Cuba, en diciembre pasado, Chávez designó a su hombre de máxima confianza como su sucesor. "Si se presentara alguna circunstancia que me inhabilite para continuar al frente de la presidencia, Nicolás Maduro no sólo en esa situación debe concluir como manda la Constitución el período, sino que mi opinión firme, plena, como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que en ese escenario, que obligaría a convocar elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente", señaló.

    Desde entonces Maduro, habitualmente moderado, radicalizó su discurso y endureció el tono en sus apariciones públicas, en un intento de acercarse lo más posible al discurso de liderazgo que solía exhibir el fundador del movimiento.

    Ayer, en la primera de las dos apariciones que hizo por televisión, cuatro horas antes de conocerse la muerte de Chávez, se animó incluso a tomar una decisión que iba más allá de la de un mero administrador de puesto ajeno, cuando anunció la expulsión del agregado aéreo de los Estados Unidos. Tenía la misma seguridad y el mismo tono de amenaza con el que Chávez mostraba los dientes a sus presuntos enemigos. Incluso cerró el puño en un gesto desafiante de combate que la televisión se ocupó de destacar en primer plano.

    Maduro, de todos modos, carece del carisma de Chávez, y aún está por verse si tiene la capacidad de mando del caudillo populista. Para ayudar a su imagen, sin embargo, ayer también lanzó una acusación de esas que caracterizaban al presidente, cuando dijo que una conspiración internacional era la causa del fatídico cáncer, el cual le habría sido inoculado de alguna manera, según dijo.

    Ya parece historia su designación como vicepresidente en octubre, y más aún su nombramiento como canciller en 2006. Como jefe de la diplomacia, fue clave en la firma de acuerdos con China, Rusia, Bielorrusia e Irán, las alianzas que forjó Chávez en su proyecto de equilibrar fuerzas contra el "imperio", como se refería a los Estados Unidos.

    En su función de canciller también contribuyó a estrechar lazos entre los miembros del bloque del ALBA, la alianza de Chávez y sus principales socios en América latina. Mientras tanto, Chávez, Maduro y el resto del gobierno cuidaron que la exportación de crudo a Estados Unidos, su enemigo número uno de cara a la tribuna latinoamericana, no decayera ni un solo barril.

    A falta de educación universitaria, los analistas coinciden en señalar que a Maduro le sobra, sin embargo, experiencia política y, sobre todo, fidelidad a la memoria de un hombre que fue su "maestro" y su "padre".

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    *La información y las opiniones aquí publicados no reflejan necesariamente la línea editorial de Mining Press y EnerNews

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