Balance minero. El CEO de Buenaventura destacó el paso de la confrontación a la colaboración con el Gobierno. En campaña electoral se dijo ‘agua sí, oro no’: eso perjudicó, pero ya se superó, declaró al suplemento Minera.
Se cumplen dos años del Gobierno. ¿Cuál es su balance en minería?
Se ha ido mejorando. Se comenzó con una suerte de confrontación y hoy día es de colaboración. Hay madurez de parte del Gobierno y también de las empresas mineras de esperar un poco ese cambio, no de pensamiento, sino de ver las cosas con realismo y con el deseo de contribuir al desarrollo. Ahora hay un reconocimiento de que el sector atrae más inversión. Eso es una coincidencia positiva.
La confrontación fue por el tema tributario. ¿Está funcionando?
Hubo una desconfianza por el llamado ‘aporte voluntario’. Se discutió un nuevo marco impositivo y se llegó a un consenso. Pero yo soy un creyente del ‘aporte voluntario’, porque no solo era dar dinero, sino exigía capacidad de gestión a las empresas mineras. El reunirse con las autoridades, discutir los proyectos y finalmente tomar decisiones en conjunto, permitía integrarnos con las comunidades. Y finalmente los proyectos salían más rápido.
Ahora tienen una renovada ley de obras por impuesto.
Para mí es una continuidad del ‘aporte voluntario’. Si no cejamos en este esfuerzo, sin duda será muy positivo. Nosotros estamos haciendo un esfuerzo, porque no es tan fácil que le pasen alegremente los recursos al sector privado. Buenaventura ha construido solo una obra bajo esta modalidad, en Orcopampa (Arequipa), y esperamos hacer muchas más.
La burocracia también retrasa los proyectos. ¿Humala demoró en sacar las recientes normas?
Nunca es muy tarde. Los retrasos generan mucha frustración. Buenaventura logró abrir cuatro minas, sin conflictos ni primeras planas – La Zanja, Tantahuatay, Breapampa y Mallay-, aunque pudieron salir antes. La burocracia no solo es de ahora, viene desde antes. Las últimas medidas son un reconocimiento de que las cosas se estaban atrasando. Buenaventura espera sacar el proyecto Tambomayo (Arequipa) antes que acabe este Gobierno. Todo depende de cuán rápido salgan los permisos.
¿Conga sigue pesando en la imagen del sector?
Ha sido un proyecto emblemático en el mal sentido de la palabra. Un caso patético de enfrentamiento entre el gobierno nacional y regional, de repente por la campaña electoral. Pero se ha ido aclarando y es evidente que Conga está recibiendo más apoyo. Las comunidades se están dando cuenta de que los proyectos son positivos. Eso es clarísimo en el caso de Las Bambas y Toromocho. Y claro hay otros paralizados, como Tía María, Los Chancas y Conga.
Funcionó esa especie de slogan del Gobierno: el agua primero, la mina después…
Perdón. Ese slogan lo aplicó Yanacocha. Y quién sabe debíamos tenerlo antes. No digo que se lo haya apropiado, pero era evidentemente que en Conga primero se iban a construir los reservorios y después la mina. No creo que sea ofensivo recordar que la época preelectoral, el presidente Humala dijo en Cajamarca: agua sí, oro no. Eso caló en la gente y perjudicó. Hoy en día es agua sí y oro también, que es importante.
Con los precios de los metales la baja y a puertas de una elección regional, el CEO de Buenaventura, recordó la marginalidad del proyecto y habló por primera vez de una reevaluación. “Tiene que haber una justificación económica”, dijo.
¿Confía en que Conga se concretará?
Nosotros como socios peruanos estamos haciendo todo el esfuerzo. Lo que pasa es que no es un proyecto fácil. Si la gente piensa que todos los proyectos son súper rentables, está confundida. Conga es un proyecto marginal. Pero si los precios caen muchísimo más hay que reevaluar el proyecto. Lo tendremos que ir monitoreando conforme vayamos avanzando.
Yanacocha se está quedando sin reservas. ¿Conga es importante a como dé lugar?
Conga es importante hasta cierto punto. Tampoco es que Newmont y Buenaventura estén dispuestos a perder dinero para desarrollar un proyecto. Tiene que tener una justificación económica. Sino no tendría mucho sentido. Ni siquiera sería socialmente responsable.
¿El peritaje ayudó en aras de conseguir la licencia social?
Licencia social es solo un término. Y no es el más adecuado, porque la licencia la tiene que dar la autoridad. Es un término muy ambigüo: quién me firma un papel diciéndome que uno tiene licencia social. No existe tal cosa. Lo que sí estamos haciendo es socializando el proyecto. Conga está retrasado, pero se siguió construyendo. Ya se terminó el primer reservorio, el de Challuagón. Ahora estamos comenzando a construir las rutas internas del proyecto. Lo concreto es que ya se invirtió US$ 1,500 millones de los US$ 5,000 millones totales. Si la gente sigue malcriada con una inversión de 1,500 millones de dólares es porque está confundida. Es bastante plata.
¿Conga sigue pesando en la imagen del sector?
Me temo que ha sido un proyecto emblemático en el mal sentido de la palabra. Conga es un caso patético de enfrentamiento entre el gobierno nacional y regional. El mismo Presidente de La República mencionó que hay que aclarar cuáles son las competencias de ambos gobiernos. Hubo un enfrentamiento de repente producto de la campaña electoral. Pero se ha ido aclarando y es evidente que hoy en día estamos recibiendo más y más apoyo.
Yanacocha anunció que decidirá a fines del 2014 si Conga va o no va. ¿Están esperando las nuevas elecciones regionales de este año?
Podría ser peor. No necesariamente el sector privado debe estar sujeto a elecciones. Tenemos que trabajar con quien salga elegido por el pueblo de Cajamarca, que tiene su propia sabiduría y sabrá elegir al mejor candidato. Uno trabaja con las autoridades que el pueblo elige. Pueden ser peores o mejores, más o menos educadas, más o menos proempresas, más o menos radicales. Las empresas deben ser asépticas en términos políticos. Los individuos podemos dar nuestra opinión política, pero las empresas no.
¿Cuál es el nivel de aceptación de Conga en Cajamarca?
En minería hablamos del primer, segundo y tercer círculo de impacto. Nosotros tenemos mucho respaldo en esos tres círculos. Los antimineros vienen de Jaén o San Ignacio, del norte del departamento. Entonces, uno dice hasta dónde tenemos la responsabilidad. ¿Conga tiene que tener la aceptación social de todo el país? No, pues. Todo tiene un límite. Ahí es donde tenemos que trabajar por la responsabilidad social compartida: el Estado y los gobiernos regionales tienen que apoyar, y las comunidades entender qué es una empresa privada.