Fernando Lugo, de centroizquierda, venció con amplitud a la oficialista Blanca Ovelar. Por primera vez en 61 años perdió el tradicional partido que dirigía el país. El ganador dijo que Paraguay "tiene derecho a nuevos horizontes". Por: Carolina Brunstein
Un giro histórico se inicia en Paraguay. Con dudas, con inmensos desafíos. Pero con una certeza: la mayoría de los ciudadanos se cansó de 61 años ininterrumpidos de Partido Colorado, de su impronta de corrupción y de la exclusión social creciente. Lo dijeron con su voto. Así, de la mano de una heterogénea alianza, el ex obispo Fernando Lugo obtuvo ayer una clara victoria sobre la candidata oficialista, Blanca Ovelar.

Después de un final de campaña tenso y en medio de advertencias de posibles estallidos de violencia si el resultado era tan parejo como vaticinaban las encuestas, la elección terminó sin ambigüedades ni incidentes. Al cierre de esta edición, Lugo, con su Alianza Patriótica para el Cambio (APC), obtenía un 40,8% de los votos, contra 30,7% de Ovelar. Es el final del reinado del Partido Colorado, que gobernó sin interrupciones desde 1947, incluyendo 35 años de la dictadura de Alfredo Stroessner.

En un lejano tercer lugar quedó el general retirado Lino Oviedo, quien después de cumplir una condena por un intento golpista esperaba llegar a la presidencia por las urnas. Pero el candidato de la Unión Nacional de Ciudadanos Eticos (UNACE) obtuvo 22% de los votos.

"Hemos escrito una página nueva en la política nacional. Paraguay tiene derecho a nuevos horizontes", declaró un emocionado Lugo poco después de las 20, cuando las proyecciones oficiales marcaban su victoria. Luego de un saludo desde el local de la APC, el presidente electo habló con la prensa en un hotel céntrico, antes de sumarse a los festejos en el Panteón de los Héroes.

Con un pasado de trabajo pastoral con sectores postergados y lanzado a la política hace un año y medio, Lugo recordó: "La palabra casi mágica que escuchábamos en cada reunión era 'cambio' y que el país no puede aguantar más".

Luego de agradecer a todos los paraguayos por su conducta cívica de la jornada, que registró un nivel de participación del 65% del padrón (un récord aquí), prometió: "Hemos culminado una etapa y hoy comenzamos la otra, la del compromiso de transformar el Paraguay todos juntos."

A varias cuadras de allí, en el gran edificio (rojo) del Partido Colorado, la ex ministra de Educación y candidata a la presidencia se notaba algo tensa cuando salió a hablar, antes de las 22. "Asumimos con dignidad que ya los resultados son a esta altura irreversibles", admitió Ovelar. Aunque aclaró: "Una derrota no es el fin de nuestra vocación de servicio. De ninguna manera es el fin de nuestro profundo compromiso con las banderas del Partido Colorado. Iniciamos hoy una nueva etapa en la historia."

El presidente Nicanor Duarte Frutos también se veía apesadumbrado cuando, desde la residencia presidencial, debió admitir la victoria del hombre que se había convertido en su más acérrimo enemigo. "Como presidente, a partir de este momento voy a colaborar para que el traspaso de poder se realice en un marco pacífico, de entendimiento y con espíritu de construcción", aseguró. "Quiero resaltar que por primera vez en la historia política de Paraguay se producirá un traspaso de un partido a otro sin derramamiento de sangre, sin golpe de Estado, sin violencia", prometió.

Los observadores internacionales tuvieron un día de mucho trabajo. En medio de las denuncias de la oposición de que el Partido Colorado utilizaría todo su aparato para cometer fraude y mantenerse en el poder, las misiones de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de la Fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES) redoblaron sus esfuerzos por asegurar un proceso transparente.

Antes de que abrieran las mesas de votación, a las 7 de la mañana, ya estaban recorriendo las escuelas. Pero los pronósticos más pesimistas no se cumplieron y la jornada transcurrió en calma. Sólo hubo algunos incidentes aislados, entre ellos en el colegio donde votó el compañero de fórmula de Lugo, Federico Franco. El obispo (ahora suspendido en su oficio pastoral) lo acompañó. Al llegar, fue recibido con insultos por parte de un grupo y, en medio de forcejeos, la Policía detuvo a un joven con un puñal. Pero a la noche nadie recordaba los incidentes. Se da vuelta una página en Paraguay.