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08/06/2009

Gas a Chile: Una opción abierta para el gobierno de Evo Morales

Energy Press, Bolivia
Edwin Miranda V.
Cinco años después de los luctuosos acontecimientos del 17 de octubre de 2003 –que terminaron con el deceso de 67 personas y la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada a la Primera Magistratura de la Nación- el Gobierno del Presidente, Evo Morales Ayma, señala que Chile es una opción abierta para “…hacer buenos negocios…” con la exportación de gas natural siempre y cuando la demanda marítima tenga resultados expectables para los intereses del país, señala el Ministro de Hidrocarburos y Energía, Saúl Ávalos.

“…no tenemos inadversión (por) nadie, pero con Chile tenemos que trabajar, estamos en la línea de hacer buenos negocios…”, dice la autoridad energética.

¿Cómo hacer buenos negocios con Chile? ¿Bajo qué condiciones? Durante el año 2005 y en sus encuentros con el saliente presidente, Ricardo Lagos, Evo Morales relanzó la política de “confianza mutua y diálogo pragmático sin exclusiones con Chile”; luego en el 2006, mediante conversaciones informales lideradas por el Cónsul boliviano en Chile y hombre de confianza de Evo Morales, José Enrique Pinelo, Bolivia habría propuesto que una empresa filial de la estatal YPFB, se asocie con alguna de las operadoras eléctricas de Chile, “Gas Atacama” (de propiedad de Endesa y CMS Energy) o con el “Grupo Suez Energy”, socio junto a la Corporación Nacional del Cobre de Chile-Codelco, de las operadoras eléctricas Edelnor y Electroandina.

El plan que puso en marcha Morales habría consistido en adquirir las acciones de Codelco por 800 millones de dólares, pagándolas con producción de gas natural que tenga su origen en Tarija para el “Sistema Interconectado del Norte Grande” chileno. Sin embargo, esta alternativa boliviana no fue apoyada por el gobierno de Michelle Bachelete, pero en un giro inesperado, propició que Bolivia ya no mantuviera su tesis excluyente de “gas por mar”. Más bien, comenzaron a tomar forma otras perspectivas de solución integral, como el uso de las aguas del Lago Poopó de Bolivia en beneficio del Norte chileno. Sin dejar de lado, la reformulación del proyecto para proveer gas de Bolivia al “Sistema Interconectado del Norte Grande” chileno.

Pero eso no es todo. Está en plena ejecución el proyecto vial que prevé la pronta conclusión del corredor bioceánico que uniría a lo largo de 4.000 Km. el Puerto de Santos en Brasil con territorio boliviano y de allí, con los puertos de Arica e Iquique; proyecto confirmado como prioritario por los cancilleres de Chile y Brasil en una reunión en Brasilia durante agosto del 2007, luego que el gobierno boliviano anunciara que este primer corredor estará terminado con una inversión de 355 millones de dólares en diciembre del 2008, en lo correspondiente a la parte boliviana, conocida como “Corredor Este-Oeste”: Puerto Suárez- San José de Chiquitos- Santa Cruz- Chimoré -Villa Tunari- Cochabamba-Oruro con ruta a Huachacalla - Pisiga y hacia el puerto de Iquique, y otra ruta de Oruro hacia Patacamaya-Tambo Quemado con dirección hacia Arica. Uniendo de este modo, los mercados del Atlántico con el Pacífico por los puertos de Chile y no por Matarani e Ilo en el Perú. Sobre el tema “…la (construcción de la) carretera trinacional es un mensaje claro…”, dice Ávalos para mostrar con evidencias que el gobierno actual busca preservar intereses nacionales mirando integración sudamericana y resultados geopolíticos en la región a partir de estrechar vínculos económicos con Chile.

Más preciso aún, el ministro afirma: “…no vamos a decir no, pero tampoco si, pero hay buen ánimo, cordialidad y queremos profundizar; y en breve tiempo (quizá) tengamos la sorpresa de (anunciar a) Bolivia (que) ha recuperado su mar…”

¿Cambio de actitud?, ¿Chile un aliado de Morales? Está claro que la visión es distinta y el gobierno mira a la nación transandina con ojos diferentes. “…una cosa es clara, fuera de Venezuela, Cuba y Brasil, el gran amigo de Evo es Chile…”, afirma, sin temor al equívoco, el experto en hidrocarburos, Carlos Miranda Pacheco, a propósito de la mano amiga que se estrechan, desde el 2006, Evo y Bachelete.

Sobre la base de estas premisas, los gobiernos de Bolivia y Chile llevan a cabo negociaciones oficiales pero reservadas con una agenda de 13 puntos, que incluyen temas como la integración energética, vial, fronteriza, social, cultural y comercial, así como el caso del Río Silala, y asuntos de Seguridad y Defensa, entre otros. Todo ello con una meta concreta: desarrollando la tesis chilena del “Cordón Energético Vital”, buscar una solución a la mediterraneidad boliviana y a la angustiante falta de energía y agua del Norte chileno, teniendo como base un espacio de integración geo-económica regional. Por lo pronto, todo indica que Bolivia avanza en sus tratos con Chile, cambiando su controversial aspiración de: “Acceso soberano al Océano Pacífico, por: “Acceso al Océano Pacífico con máxima libertad”.

Una de las propuestas de la Administración Bachelet consistiría en habilitar para Bolivia, el puerto de Iquique sin soberanía, pero con facilidades aduaneras y jurídicas junto a almacenes en la zona de Alto Hospicio-Iquique; además, potenciarían el uso del ferrocarril Arica-La Paz, el cual sería complementado incluso con facilidades para Bolivia en los puertos chilenos de Antofagasta y de Arica. Empero, ambos países aún no descartan el escenario trilateral, consultando al Perú; por lo que el acceso marítimo, mediante un corredor de 10 km. de ancho y 160 km. de largo desde Bolivia hasta el Norte de Arica, aunque poco probable sigue vigente, enfrentando un gran obstáculo: la controversia marítima entre el Perú y Chile.

Según Miranda, Bolivia necesita abrir una tercera vía de mercado que tiene un nombre: Chile. Para el experto el país es presa, en estos momentos de dos países: Brasil y la Argentina. “…sino podemos salirnos de estos países en estos momentos somos presa de ambos compradores y el momento que se pongan de acuerdo, estamos listos, aunque igual nos tienen bastante apretados (ambos) porque no tenemos a quien más vender el gas…” dice.

Debe saber la población que “…sin el gas no hay petróleo, sin el gas el país se queda realmente con problemas monumentales y por lo tanto debemos buscar una tercera alternativa y ese debe ser el objetivo de hacer realidad el proyecto GNL (Gas Natural Licuado)…”, añade el consultor internacional.

EL AÑO 2003, CHILE ERA ENEMIGO
La situación era diferente el 17 de octubre de 2003. Ese año La Federación de Juntas Vecinales (Fejuve) de la ciudad de El Alto inicio y condujo el paro cívico indefinido que echo del poder al ex presidente de la República, Gonzalo Sánchez de Lozada, después que se desato una rebelión social bajo el denominativo de “La Guerra del Gas”, nombre que se dio a los conflictos de octubre de 2003 relacionados a la exportación de gas natural de Bolivia a EEUU y México por un puerto ubicado en Chile.

Las demandas que precipitaron el estallido social exigían parar la exportación del gas natural hasta que exista una política para abastecer el mercado interno, tengamos la seguridad de ingresos millonarios por cada BTU´s vendido; la convocatoria a una Asamblea Constituyente y un Referéndum vinculante (de cumplimiento obligatorio) para decidir que hacemos con el gas natural.

Sin quererlo, el conflicto social de octubre de 2003, trajo serios perjuicios para Bolivia en materia de negocios energéticos mientras que abrió ventajas inmejorables para el Perú, en ambos casos, con el propósito de exportar gas por ultramar a México y los Estados Unidos a través de la tecnología Gas Natural Licuado (GNL), proyecto ambicioso en los cuales nuestro país, hasta entonces, llevaba amplia ventaja no sólo tecnológica, sino también, económica.

¿Qué sucedió?, jugaron intereses geopolíticos en la región mientras en Bolivia la convulsión política y social se llevaba lo más preciado de un país: estabilidad y certidumbre en materia energética.

Los antecedentes históricos de lo que sucedió esos meses es el siguiente. Accediendo a un pedido del gobierno de Bolivia, el Perú formuló en el 2002 un planteamiento integral para el proyecto de desarrollo de su riqueza gasífera a través de territorio y puerto peruanos; sin embargo, antes de las nacionalizaciones de Evo Morales, el 1 de mayo de 2006, ya existía un compromiso firmado por el Estado boliviano para la venta de gas, construyendo un gasoducto desde los campos gasíferos de Tarija en Bolivia, hasta el puerto chileno de Patillos, donde se instalaría una planta de licuefacción de gas.

El gas procesado, sería transportado después en barcos metaneros hasta un puerto de Estados Unidos, donde se re-gasificaría para luego ser trasladado por la distribuidora norteamericana “Sempra” a través de ductos hasta el Estado de California. Este proyecto -cancelado por Evo Morales- de unos 6 mil millones de dólares, del consorcio Pacific LNG, conformado por British Gas, British Petroleum y Repsol YPF, preveía la exportación de 36 millones de pies cúbicos de gas diarios hasta el mercado estadounidense, durante 20 años. Y es altamente probable, que incluyera una futura provisión de gas al necesitado Norte chileno, en el marco de una solución para la mediterraneidad boliviana, bajo la tesis chilena del “Cordón Energético Vital”. Dicho proyecto sin embargo colisiono con los intereses nacionales del Perú, al representar una competencia para el gas peruano en mercados del continente norteamericano, mientras potenciaría el sector productivo del Norte chileno y crearía una fuerte interrelación energética chileno-boliviana-estadounidense, al margen del Perú.

No obstante, en septiembre del 2007 surgió una nueva realidad: la propuesta de la hispano argentina Repsol YPF fue aceptada por la Comisión Federal de Electricidad de México, para abastecer con gas de los campos de Camisea en Perú, a la terminal de gas natural del puerto de Manzanillo en México, ubicado en la costa del Pacífico, alcanzando hasta unos 80 millones de pies cúbicos/diarios a partir del año 2010 y por una duración de 15 años, estando valorizado el megaproyecto, en unos 15 mil millones de dólares.

El abastecimiento se realizará con el gas procedente de la planta de licuefacción que construye actualmente Perú LNG en Pampa Melchorita, en el límite de los departamentos de Lima e Ica, del que Repsol YPF es comercializador en exclusiva. Además de México, se prevé suministrar gas a mercados de la costa americana del Pacífico y a países asiáticos, pero no a Chile, por cuanto, la actual controversia marítima pendiente de solución entre dicho país y el Perú, haría que esa posibilidad fuera política y socialmente inviable, entre los peruanos.

¿Quién gano? ¿Quién perdió?, la respuesta es clara en ambos casos. Miranda realiza a propósito del “sueño boliviano” que no fue el siguiente análisis.

“…el proyecto Pacific LNG hubiera movilizado la exploración y el desarrollo de nuevos campos. En vez de estar produciendo, desde el 2005 a un promedio de 40 MMmcd. la producción de gas estaría bordeando los 70 a 80 MMmcd debido fundamentalmente a que el proyecto exigía mandar a la costa, un promedio de 30 MMmcd de gas. ¿Qué hubiera significado esto?, al enviar tal cantidad de gas, habríamos tenido la necesidad de procesar también más líquidos (petróleo) lo que implicaba no sólo construir un gasoducto, sino también, un oleoducto. Para satisfacer éste crecimiento de gas y líquidos, el país tenía además que construir un nueva estación de refino que a su vez necesitaría una planta termoeléctrica para alimentar con energía el funcionamiento de la planta de gas y la refinadora que pensábamos ponerla en marcha. En síntesis, hubiéramos tenido un complejo industrial impresionante en la costa del Pacífico, hubiéramos estado a la orilla del mar una vez más…”

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*La información y las opiniones aquí publicados no reflejan necesariamente la línea editorial de Mining Press y EnerNews

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