FERNANDO CASTRO
El pulso del shale. La cantidad de perforaciones en la cuenca neuquina fue similar a la del 2017. Sin embargo, hubo un cambio cualitativo: la extensión de las ramas laterales, con dos récords de longitud. Hay más producción por cada pozo.
En rigor, la cantidad de pozos que realizaron las empresas no experimentó un gran salto entre un año y otro. Sin embargo, la principal diferencia en la formación de no convencionales pasa por la extensión de las ramas laterales.
El avance sustancial, con pozos que establecieron nuevos récords, implica un crecimiento en la productividad por cada perforación. Se trata de una variable clave al mostrar logros que vuelvan a Vaca Muerta competitiva, a la hora de las comparaciones con las formaciones de avanzada a nivel mundial, como Permian (Estados Unidos).
Los últimos datos disponibles indican que hasta finales de octubre pasado se habían perforado 280 pozos. La proyección estimada por el Ministerio de Energía señala que la estadística completa, que consignará los datos en proceso de diciembre, registrará que en todo el año pasado se perforaron 336 pozos.
Hay una clara incidencia del segmento shale en la última foto de la composición de las perforaciones. Entre los pozos ya concretados, hay 235 del segmento de no convencionales, mientras que el convencional, hasta octubre, registró 45 perforaciones.
En 2017 fueron 320 pozos en total. Una primera mirada, comparando los dos últimos años, da cuenta de una intensidad similar en las perforaciones. Sin embargo, en el último año hubo cambios profundos que no se vinculan tanto a la cantidad de pozos, sino más bien a un aspecto cada vez más determinante en las locaciones: la extensión de las ramas horizontales.
Sigue siendo central la cantidad de perforaciones registradas, pero tanto como eso lo es la longitud que consiguen dentro de la formación Vaca Muerta, un termómetro de los saltos cualitativos en la producción.
Tal como lo viene informando +e, en el último año hubo al menos dos nuevos hitos en este tipo de perforaciones. Uno de ellos fue a manos de YPF, con un pozo de una extensión superior a los 3 kilómetros (ver aparte). Tuvo lugar en Loma Campana, el área donde comenzó la historia crucial de los no convencionales en el país. Y el último de ellos, el nuevo récord en perforaciones horizontales, fue anunciado a fines del año pasado y quedó para ExxonMobil, en su área Los Toldos 1 Sur, con un pozo de una extensión aún mayor (ver aparte).
YPF, puntal de lanza de los no convencionales, consiguió en su área, en promedio durante el 2018, unas 27 etapas de fractura por cada perforación. Es una mejora notable respecto de su desempeño de, por caso, hace cuatro años. En 2014 llegaba a ramas laterales de unos 1100 metros con un promedio de 14 etapas de fractura. Es decir que hoy triplicó la extensión de sus pozos horizontales. Se trata de algo que también explica el crecimiento de la producción del último año: Neuquén llegó a valores que no registraba hace una década, tanto en gas como en el segmento de la producción de crudo.
Loma Campana está al borde de los 45 mil barriles diarios de petróleo, lo que la coloca como la segunda área productora, con casi un tercio del total de Neuquén (127.000 barriles diarios).
Hay otro factor para medir el impacto de las ramas horizontales y la cantidad de pozos perforados. En 2014 se registraron 551 perforaciones, de acuerdo con el Ministerio de Energía de la Provincia. Son casi 200 más que las que terminará dando el registro de 2018. Pero la mayoría fueron pozos verticales. Hace cuatro años las principales operadoras trataban de avanzar en el conocimiento de la formación geológica, y también es cierto que, por caso, YPF necesitaba obtener resultados concretos en materia de producción. Fuentes de la industria explican así la prevalencia de los pozos verticales de entonces en las áreas no convencionales.
Con todo, la cantidad de perforaciones sigue siendo una de las variables trascendentes para medir el ritmo de actividad. De hecho, la empresa nacionalizada prevé traer unos cinco equipos más este año a la cuenca neuquina, en un contexto donde apuesta fuerte a sus áreas petroleras (ver página 4), con planes que podrían incluir la entrada en desarrollo masivo de nuevas áreas, como Bandurria Sur, algo que ya dejó claro ante sus conversaciones con inversores el año pasado.
Otra variable central de la actividad en Vaca Muerta está dada por el costo por pozo. En este caso, también YPF lleva la delantera: pasó de invertir unos 23 millones de dólares por cada perforación a insumir unos 10 millones de dólares. Aunque a la hora de hablar de las mejoras competitivas, en la empresa controlada por el Estado nacional prefieren referirse a costo de desarrollo, esto es, qué porción del barril de petróleo que logra producir se termina gastando en el desarrollo de un pozo petrolero. Ese valor hoy está en torno a los 11 dólares en el segmento de no convencionales.
El contexto del shale explica casi 70 por ciento de los pozos perforados en Neuquén. El dato implica las opciones que toma la industria, pero al mismo tiempo es una preocupación para ciudades que todavía no recibieron el impacto de Vaca Muerta.
Es el caso de Rincón de los Sauces, donde las empresas tratan de ingeniárselas para seguir produciendo hidrocarburos en los viejos pozos que antaño marcaron el pulso de la actividad en Neuquén. Hay planes, como el que también tiene YPF, de recuperación terciaria de crudo, que optimizarían una producción que declina a un ritmo del 14 por ciento anual.