Se proyecta que las inversiones de la industria totalicen US$2660 millones
SOFÍA DIAMANTE
La crisis inédita que causó la pandemia en el sector petrolero y gasífero -con la caída no solo en los precios, sino también con el desplome en el consumo- acentuó los problemas que acarreaba la industria local en los últimos años y que tienen que ver con la eficiencia en la producción. "La industria no mira con lupa la estructura de costos con determinado nivel de precios, pero con los valores que tenemos hoy, de alrededor de US$42 el barril, los números no cierran para el petróleo", indicó un dirigente del sector. El conflicto se hace extensivo al gas, en un mercado en el cual el precio de importación está en valores históricamente bajos.
Previo a que el coronavirus llegara a la Argentina, en el verano pasado, las empresas de servicios petroleros -las que se ocupan de perforar, fracturar, mantener y estimular los pozos y las que tienen las grandes dotaciones de empleados en los yacimientos- advertían que tenían una plantilla de trabajadores sobredimensionada para el nivel de actividad que tenía la industria.
Había ocurrido que la producción que se esperaba para 2019 no llegó a los niveles proyectados, luego de que la administración anterior congelara y pesificara el precio del barril de petróleo y fijara las tarifas de gas y de electricidad. Las bruscas devaluaciones y la llegada del nuevo gobierno, que prorrogó el congelamiento tarifario, confirmaron la decisión de las empresas operadoras de ralentizar las inversiones.
El surgimiento del Covid-19, en marzo, directamente frenó todo tipo de actividad. Para este año se proyecta que las inversiones de la industria totalicen US$2660 millones, según la consultora G&G. De esta forma, serían muchísimo menores a los US$7000 millones anuales de inversión promedio en los últimos cuatro años y a los US$10.000 millones que se esperaba alcanzar.
Esta menor inversión, que significa menor actividad, impactará en la producción futura de gas y petróleo, que se sostiene a través de la inyección permanente de capital para compensar la declinación productiva de los pozos. Aquí radica la principal preocupación de los gobernadores, quienes ven que, aun con los protocolos ya establecidos para volver a operar, las productoras todavía no reactivan los equipos, ni siquiera la estatal YPF.
La situación se hace más preocupante en Neuquén, donde está el corazón de Vaca Muerta, ya que la producción no convencional -la cual fractura la roca y realiza pozos en forma de "L"- necesita mayores precios para desarrollarse, porque sus costos son más altos.
"Está habiendo falta de actividad, especialmente en la cuenca neuquina. Las operadoras no están haciendo las inversiones porque no está el nivel de precios necesarios para operar en shale[no convencional]. Por otro lado, hay que redimensionar las compañías al nivel de actividad que habrá", indicó otro ejecutivo del sector, en off the record.
YPF fue una de las principales empresas que comenzó a reestructurar sus contratos con proveedores y quiere negociar un nuevo convenio de trabajo con los gremios para volver más eficiente la producción. Crédito: YPF
Si bien en los últimos meses las empresas se volcaron a la exportación del crudo liviano de Vaca Muerta, los precios de US$38 en promedio que recibieron por barril ayudaron a generar caja, pero no alcanzan para invertir en nuevos pozos petroleros. Y a pesar de que el Gobierno estableció un barril criollo en US$45 para fomentar la inversión, lo cierto es que no funcionó la medida porque la demanda local minorista (estaciones de servicio) todavía se encuentra 27,7% por debajo de los niveles de venta de febrero, según la Confederación de Entidades de Comercio de Hidrocarburos (Cecha). Además, las refinerías señalan que no pueden adquirir el barril a ese costo con los precios actuales de naftas y gasoil.
Por lo tanto, como no se espera que el precio internacional repunte en el corto plazo -y es una incógnita saber qué ocurrirá con el barril criollo tras el cambio de secretario de Energía-, la industria comenzó a enfocarse en reducir costos para volverse más eficiente.
"Para que cierre la actividad no convencional con estos precios, hay que modificar una serie de esquemas de trabajo, de ineficiencias que se vienen arrastrando hace tiempo y que un precio mayor las tapaba, pero cuando se está más justo con los márgenes, hay que hacer una sintonía más fina en los costos. No hay precio por el lado de gas ni del petróleo; nadie quiere dejar de trabajar, pero hay que hacer un ajuste", graficó un analista conocedor del sector.
Esa es la discusión que hoy tienen las cámaras empresariales con los gremios, que piden que se les pague el 16,2% restante del incremento acordado a principios de este año por la recomposición salarial de 2019. Las empresas, por su parte, señalan que su facturación se desplomó este año y que es necesario un nuevo convenio colectivo de trabajo, acorde al nuevo contexto internacional de precios bajos. La primera en impulsar esta reforma es YPF, que tiene la mayor participación del mercado.
"Ya el año pasado se hablaba de que las compañías tenían dotaciones de empleados ridículas para el nivel de actividad que tenía el país. Hoy es peor, y no se puede suspender ni echar a los trabajadores. Hay que hablar sinceramente, analizar cuál es el nivel de actividad que se prevé en los próximos años y adecuar las dotaciones para esas actividades", concluyó otro directivo.
El nuevo secretario de Energía, Darío Martínez, comenzó formalmente a ejercer su cargo la semana pasada con reuniones realizadas en el Ministerio de Economía, la nueva casa matriz de la cartera energética. Luego de visitar al presidente Alberto Fernández en la Quinta de Olivos, el exdiputado por Neuquén tuvo una reunión de trabajo con el ministro Martín Guzmán y el interventor del Enargas, Federico Bernal.
Martínez todavía no anunció a los funcionarios que lo acompañarán. Por lo pronto, los subsecretarios que asumieron en diciembre pasado junto con el exsecretario Sergio Lanziani le ofrecieron los cargos para que decida si continuarán o si nombrará a nuevos funcionarios.
El jueves pasado, Martínez tuvo una reunión extensa con Guzmán y Bernal, quién lo asesoró en materia energética en la Cámara de Diputados entre 2017 y 2019. En ese encuentro se analizó, entre otros temas, un nuevo plan de incentivos a la producción de gas alternativo al proyecto que, una semana atrás, estaban por cerrar las empresas productoras, las distribuidoras y los gobernadores petroleros con el subsecretario de Hidrocarburos, Juan José Carbajales, de buena relación con el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas.
Con el cambio de órbita de la Secretaría, se cree que ese esquema de gas de cuatro años quedaría a un costado. El rechazo principal sería por el impacto que tenía esa propuesta en las cuentas fiscales, que mira de forma rigurosa Guzmán, sobre todo cuando está por iniciar las negociaciones por un nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El lanzamiento de un plan que incentive la producción de gas y las definiciones sobre el futuro del barril criollo son necesarias para mandar una señal a la industria, que está paralizada ante la incertidumbre de no tener un precio que garantice las inversiones. Esta situación se hace más visible en la cuenca neuquina, donde la perforación de nuevos pozos está frenada porque, según señalan en el sector, "no está el nivel de precios necesario para operar en shale".
Otro tema relevante a tratar por Martínez será la recomendación que hizo el Enargas de establecer un esquema traifario de transición para las facturas de gas, que ya había hecho Bernal hace dos semanas, cuando le envió una carta a Kulfas con esa propuesta.
El ex Diputado por Neuquén fue anunciado en el cargo el viernes pasado: aun falta que defina su equipo de trabajo. Crédito: Twitter
Martínez, quien llegó al cargo de secretario impulsado por los funcionarios cercanos a la vicepresidenta Cristina Kirchner, tuvo su primer encuentro con el Presidente, en el cual se realizó "un pormenorizado diagnóstico del sector energético y repasaron juntos la agenda de los principales temas del área", según indicó la cartera de Energía en un comunicado.
No se informó si se habló del proyecto de ley de hidrocarburos, que el Presidente quiere impulsar desde que comenzó su mandato, ni del plan para reactivar la producción de gas, que debería lanzarse en las próximas semanas para incrementar los niveles de suministro local para el invierno próximo, ni sobre el precio sostén del barril de petróleo, que está por vencer en estos días, cuando la cotización internacional supere durante 10 días consecutivos los US$45.
El anuncio destacado fue que la Secretaría de Energía tendrá un asiento en Neuquén, la provincia donde está situada la mayor parte de la formación Vaca Muerta y a la que tendría intenciones de postularse como gobernador Martínez en las próximas elecciones.
El secretario de Energía, por su parte, expresó, según el comunicado, que coincide con el Presidente "en la necesidad de armonizar los distintos intereses de los actores del sector". Y señaló: "Es un importante acierto del Presidente el traslado de la secretaría de Energía a la órbita del Ministerio de Economía. Las principales decisiones en materia energética impactan en la macroeconomía, responsabilidad del ministro Guzmán, que viene realizando una excelente y eficiente tarea, y con quien será un placer trabajar mancomunadamente".
Martínez deberá tomar alguna decisión también con el precio de los biocombustibles, congelados desde diciembre pasado, y con las deudas que acumulan las distribuidoras eléctricas con Cammesa, la compañía con control estatal encargada del despacho de energía eléctrica. Según el Gobierno, las deudas ya superan los $100.000 millones, producto de los menores ingresos de las distribuidoras.