Por Ricardo Alonso - Doctor en Ciencias Geológicas (UNSa-Conicet)

Entre la amplia oferta de minerales que presenta la provincia de Salta se encuentra el yeso. Esta sustancia pertenece al grupo de los minerales industriales y su composición química es la de un sulfato de calcio hidratado con dos moléculas de agua. O sea, azufre más calcio y más agua. En la naturaleza tiene varios orígenes, siendo el más común por la evaporación de las aguas marinas o de las salmueras de lagos salados de clima árido. En este sentido, la mayoría de los salares de la Puna contiene dicha sustancia entre sus depósitos evaporíticos. Los lagos salinos de la Puna se originaron durante el periodo Cuaternario, en el último millón de años. El azufre que forma el anión sulfato proviene de las emanaciones gaseosas de los volcanes, las que se mezclan con las aguas subterráneas y son conducidas hacia las cuencas cerradas que contienen los lagos salinos. Allí las aguas sulfatadas se evaporan por la elevada sequedad atmosférica y de esta manera se produce la unión química del sulfato con el calcio para dar el mineral yeso, el que se presenta en una amplia variedad de formas. Una de ellas es como arena de yeso (gipsarenita), que está formada por pequeños cristales del tamaño de granos de arena.

También se encuentra en cristales de mayor tamaño que alcanzan hasta 20 cm de largo. Un gran depósito de este yeso en cristales se encuentra en la playa oriental del salar de Arizaro, cerca del pueblo de Tolar Grande. Este ripio o ripiosa de yeso tiene, curiosamente, un gran valor para usarlo como grava en el consolidado de los caminos de la propia zona. Los Cvitanic, viejos mineros de la Puna, lo usaron para mejorar el camino que va desde Tolar Grande hasta la cantera de ónix de Arita. Dicho camino enyesado pasa al lado del famoso Cono de Arita, una de las maravillas naturales de Salta. También se lo utilizó en una vieja pista de aterrizaje que se hizo sobre el salar.

Los cristales a veces semejan espejos (algunos los confunden con la mica) y se presentan como láminas delgadas transparentes. En este caso toman el nombre de selenita (por la Luna). Al respecto hay dos enormes "espejos" de yeso en el mundo, que son visibles por los astronautas, uno de ellos las famosas dunas de arenas blancas yesosas (White Sands) de Nuevo México, en Estados Unidos, y otro el lago Eyrie, de Australia, donde se calcula que existen unos cuatro billones de toneladas del mineral. En México se hicieron famosas las Cuevas de Naica, en una de ellas, llamada la Cueva de las Espadas, aparecen cristales gigantes de yeso selenítico, los que alcanzan varios metros de longitud. También en las playas salinas de los salares puneños se encuentran unas curiosas formas de cristales intercrecidos de yeso llamadas la Rosa del Desierto. Allí, mezclado con las arenas de origen volcánico, se presentan esas "flores" minerales que, en algunos casos, exhiben una gran belleza cuando los cristales que las integran y el agregado de los cristales en su conjunto alcanzan un buen tamaño y mejores formas.

Por su baja dureza de dos (en una escala de 1 a 10), se raya fácil con la uña y esto permite distinguirlo fácilmente de otros minerales. Cuando pierde su agua de hidratación, se anhidra transformándose en el mineral anhidrita, que tiene mayor dureza. No solo los salares actuales sino también los viejos lagos secos que hubo en la región altoandina, entre 5 y 15 millones de años atrás, dejaron numerosas capas de yeso que se encuentran formando serranías bajas, a raíz de la deformación de los Andes. Algunos de esos yacimientos son los que se encuentran en la serranía de Sijes en la cuenca de Pastos Grandes; en la isla de Farallón Catal en el medio del salar del Hombre Muerto; en las serranías al oeste de Tolar Grande que se extienden a lo largo de unos 100 km en el borde oriental del salar de Arizaro; y, finalmente, en el borde oriental del salar de Antofalla, el cual se interna en la Puna de Catamarca. Estos yacimientos de yeso contienen, en conjunto, muchos cientos de millones de toneladas. Fuera de la Puna, encontramos ricos depósitos de yeso en el ambiente de serranías del sudeste salteño. Se trata de capas de yeso intercaladas en una formación rojiza con niveles verdes, cuya edad se remonta a 13 millones de años y que se conoce en la geología local como Formación Anta. Esta unidad sedimentaria, además de haberse formado en un ambiente de clima semiárido, es la representante de la última vez que el mar ingresó hasta la provincia de Salta, aunque cubriendo en realidad gran parte de América del Sur. Esos yacimientos de la zona sudeste de Salta, principalmente en Horcones y Rosario de la Frontera se internan hacia la provincia de Tucumán y Santiago del Estero (Sierra de Guasayán). En realidad se presentan como una faja que va bordeando la costa andina y que viene desde Bolivia y se proyecta hasta más allá de La Rioja. El yeso que hasta hace poco tiempo se limitaba a unos pocos usos domésticos ganó espacio en nuevas aplicaciones. Su utilización en el campo de los minerales de uso agrícola como corrector de suelos llevó a que se empezara a pensar nuevamente en sus yacimientos.

Muchos suelos afectados por la explotación agrícola reciben azufre y calcio y corrigen su acidez gracias al yeso como enmienda o corrector. Cuando es puro y macizo puede utilizarse como alabastro, una sustancia con la cual se hicieron bellas obras de arte a lo largo de la historia de la humanidad.

Usos nuevos y antiguos

Hasta ahora la mayor parte del yeso se usaba en la industria del cemento, estuco en la construcción y en medicina traumatológica. Sin embargo, encontró una aplicación interesante en los paneles de construcción. Estos se fabrican prensando yeso y cartón en capas hojaldradas, que tienen la ventaja de que se pueden usar como paredes divisorias en las construcciones. Ellas se caracterizan por ser ignífugas y aislantes, térmicas y acústicas, además de livianas y de tener un excelente acabado para ser pintadas como si fueran paredes reales. El yeso, por ser una sustancia no metalífera, es de bajo costo y está muy limitado, por la incidencia del flete. Esto hace que los importantes depósitos de la Puna argentina, que en muchos casos representan centenares de millones de toneladas, no puedan aún ser explotados por las actuales condiciones del mercado.

Fuente: El Tribuno de Salta