Por Marcial García Schreck Socio de Impuestos de EY
Argentina, Chile, Colombia, México y el Perú son países con más en común. Entre las características que comparten están, por ejemplo, las de naturaleza geológica, pues todos son fuente de abundantes yacimientos y se encuentran entre los primeros productores de diversos minerales en el mundo. Pero también comparten algo menos grato: un manifiesto afán por imponer a las empresas mineras una carga tributaria cada vez más pesada, incluso en épocas de crisis.
Un estudio de EY revela que si comparamos la carga tributaria de las empresas mineras de nuestros respectivos países, expresándola como porcentaje de la utilidad, el Perú no sale del todo bien parado.
Lo primero que salta a la vista es que, a pesar de la creencia relativamente extendida de que las empresas mineras pagan pocos impuestos, lo que encontramos son tasas sumamente altas en toda la región.
La carga fiscal minera se ve influenciada por la rentabilidad de la operación minera, variando de país en país, pero el rango “intercuartil” que calculamos fluctúa entre 42% y 59%, con una mediana de 48%.
Colombia aparece como el país menos atractivo en este rubro. Se observa que los productores de carbón pueden llegar a soportar una carga fiscal de entre 51% y 249%, dado que sus regalías se aplican ciegamente sobre los ingresos brutos. Su esquema tributario es, además, de lejos el más regresivo de todos. Esto significa que las mineras menos rentables pagan un mayor porcentaje de impuestos que las más rentables.
Le sigue Argentina, donde la presión tributaria varía entre 46% y 160%. Un peldaño más abajo aparece México, país en el que se paga entre 46% y 53% de la utilidad operativa.
La carga fiscal en el Perú (que incluye impuesto a la renta, retención a los dividendos, participación de los trabajadores, regalías e impuesto especial a la minería) va de 42% hasta 52%. Aunque, hay que decirlo, tratándose de empresas con contratos de estabilidad puede llegar a superar el 55%.
Chile ofrece el sistema más progresivo de todos, con una carga escalonada que sube en función del margen operativo, que fluctúa entre 38% y 49%.
