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OPINIÓN
Escribe Ricardo Alonso: El imprentero Francisco Colombo
01/10/2019
MINING PRESS/ENERNEWS

RICARDO ALONSO

El mundo del libro impreso en la Argentina alcanzó el cenit con la figura de Francisco Ambrosio Colombo (1878-1953). Este destacado editor e imprentero nació en Buenos Aires el 10 de abril de 1878. Sus padres, Salvador Colombo y Josefina Garabaglia, eran italianos y él un sencillo hijo de inmigrantes, el segundo entre diez hermanos.

Siendo niño y por pedido de su abuela se traslada a San Antonio de Areco donde cursa la escuela primaria. Regresa a Buenos Aires para continuar estudios que debe abandonar. Su primer contacto con las artes gráficas se produce cuando ingresa a trabajar en una vieja imprenta que funcionaba en Rivadavia y Callao a fines del siglo XIX. Allí aprende el oficio de tipógrafo en una época de tipos móviles de plomo con los cuales se preparaban las planchas de impresión.

Aprende de los maestros de la litografía el arte de plasmar dibujos y grabados. Y con un genio intuitivo asimila, observa y descubre que hay mucho por mejorar, áreas de vacancia para embellecer el libro como objeto material.

El encuentro con Güiraldes

En 1900 comienza su primer trabajo editorial con la publicación de la revista Caras de Luján. En 1902 se desplaza a San Antonio de Areco e instala su establecimiento gráfico en la calle Arellano 229. Le llama Colón ya que él mismo lleva el apellido del ilustre navegante y descubridor de América. Esto ha generado cierta confusión en razón que algunos libros tienen como colofón imprenta Colombo y otros Colón. Durante los siguientes veinte años consolida su pequeña empresa y en igual tiempo se casa con María Julia Bianchi. De sus hijos dos continuarán su legado: Ismael Benigno (1905) en Areco y Osvaldo Francisco (1907) en Buenos Aires.

La vida y obra de Colombo como editor e imprentero va a dar un vuelco fundamental con la llegada a sus talleres del estanciero y escritor Ricardo Güiraldes. Sus nombres van a quedar indisolublemente unidos a través del libro. Güiraldes le trae los manuscritos de "Rosaura" y le pide una edición de lujo. En 1922 se da a prensa esta obra romántica en una tirada de 200 ejemplares en papel hilo que viene acompañada por un dibujo de Alberto Güiraldes. Este último, hermano de Ricardo, se convertirá más tarde en el dibujante e ilustrador de muchas de las obras de Colombo. En Rosaura, edición fuera de comercio, Colombo elige una composición simplificada, tipografía más grande que la usada tradicionalmente y márgenes amplios que serán un sello distintivo en sus futuras obras.

Un año más tarde, en 1923, sale a luz un nuevo libro de Ricardo Güiraldes titulado "Xaimaca", según algunos críticos su mejor novela. Pero la verdadera consagración del editor imprentero y el escritor se darían en 1926 con "Don Segundo Sombra". La anécdota cuenta que Giraldes fue a visitarlo al imprentero con el manuscrito de Don Segundo Sombra para encargarle una edición de 1.000 ejemplares. Cuando Colombo terminó de leer el primer capítulo tuvo una rara intuición de que había allí un tesoro y dijo que sea como sea él se jugaba a correr con el costo de otros 1.000 ejemplares.

La obra se convirtió en un rutilante éxito de librería al agotarse los 2.000 ejemplares en menos de 30 días, en julio de 1926. De la primera edición se hicieron además 30 ejemplares de lujo en papel Milano de Fabriano. En octubre de ese año saldría una nueva edición de 5.000 ejemplares y luego dos ediciones más de gran tiraje en 1928 y 1930 cuando ya Giraldes había fallecido. El éxito de Don Segundo Sombra radica en que cuenta la vida del gaucho por alguien que había nacido y vivido en el medio rural aprendiendo de peones, domadores, troperos; hombres bravos, curtidos, de silencios profundos y cuchillos afilados. El propio Giraldes diría: "A Don Segundo lo hemos escrito todos. Estaba en nosotros y nos alegramos de que exista en la letra impresa". Güiraldes fallece en París en 1927. Su esposa y musa inspiradora Adelina del Carril le entrega a Colombo dos manuscritos inéditos de Güiraldes que salen como edición póstuma en 1928: "Poemas Místicos" y "Poemas Solitarios".

El favorito de los grandes

El otro gran hito de Francisco Colombo será la apertura de una sucursal en Buenos Aires en 1929. Los talleres gráficos se instalan en la calle Hortiguera 552 y de allí saldrán algunos de los libros más bellos que se editaron en el país. El debut será con un libro del autor argentino emblemático del siglo XX, Jorge Luis Borges y su "Cuaderno de San Martín" (1929). Francisco Colombo se convierte en el imán que atrae a los amantes más representativos del libro argentino y comienza una era de grandes logros editoriales.

En 1929 se publican también los poemas de Ricardo E. Molinari titulados "El pez y la manzana" y los "Papeles de recién venido" del icónico Macedonio Fernández, autor admirado por Borges. Molinari, que era un detallista exquisito, sentenció que de la imprenta de Colombo salieron "los más hermosos libros que se hayan impreso en la Argentina". Colombo recibe la confianza de editar libros para la "Asociación Amigos del Arte" y la "Sociedad de Bibliófilos Argentinos". El encargo por la asociación de una edición del "Martín Fierro" de José Hernández lo lleva a dar un verdadero salto de calidad artística. Contrata al grabador Adolfo Bellocq quien prepara los tacos en madera de las abundantes ilustraciones. La edición impresa a tres tintas, de 484 páginas y un tamaño de 31 por 42 cm, ve la luz en 100 ejemplares en papel Perusia, 300 en papel Fabriano fabricado especialmente y 2.000 en papel Tribunita. En 1941, Abel Cháneton, en su "Itinerario para Bibliófilos" comentó que esa edición del Martín Fierro representaba "en algunos aspectos un esfuerzo no superado aún entre nosotros".

Los tacos de los grabados de Bellocq son actualmente patrimonio del Museo de Artes Plásticas de Areco. En 1932 Colombo edita el “Fausto” de Estanislao del Campo en 100 ejemplares de papel Perusia y 2.000 en papel pluma, con litografías coloreadas a mano de Héctor Basaldúa.

 En 1933 se publica en la imprenta Colombo el primer libro de la Sociedad de Bibliófilos Argentinos, el “Facundo” de Domingo F. Sarmiento en una cuidada edición impresa en papel imperial de Japón la que cuenta con 312 páginas y aguafuertes de Alfredo Guido. La edición total para miembros de la sociedad fue de 105 ejemplares y representó otro éxito sin precedente para los talleres gráficos de Colombo. Se cuenta que García Lorca se presentaba todos los días a las siete de la mañana con overol azul para entrar junto a los empleados. Sería imposible reseñar el largo catálogo editorial de las obras que vieron la luz en los talleres gráficos de Colombo, tanto en Areco como en Buenos Aires. Entre ellos “Libro de Prosa” (1932) y “Libro de Compañía” (1947) de Jorge M. Furt; “El libro bravo” (1936) y “El Pájaro Blanco” (1952) de Ricardo Güiraldes; “La selva de los reptiles” (1953) de Joaquín V. González, etcétera.

 Otro hito fue la edición en 1944 de “El Matadero” de Esteban Echeverría por pedido de la Sociedad de Bibliófilos que contó con aguafuertes coloreadas a mano por W. Melgarejo Muñoz. La edición estaba a cargo de Abel Cháneton quien falleció en el transcurso del trabajo y finalmente le fue dedicada en homenaje a su memoria. También se publicó “Romances de Río Seco” de Leopoldo Lugones. Don Francisco A. Colombo falleció el 15 de julio de 1953. En 1967, la cancillería argentina adquirió la colección Colombo para incorporarla al patrimonio nacional y hacerla conocer ante al mundo, como un “monumento artístico, honra y prez de la tipografía”.

Domingo Buonocore, en su obra sobre “Libreros, editores e impresores de Buenos Aires” (1974) comenta que Colombo es sin dudas el más admirable arquitecto del libro argentino y le corresponde el mérito de haber iniciado las ediciones auténticas de bibliófilos. Y agrega: “En este finísimo artista gráfico parece revivir el fervor de los impresores renacentistas, cuando el noble oficio de la imprenta era un verdadero culto y sus devotos apasionados se llamaban Aldo Manucio, en Venecia; Esteban Dolet, en París y Frobenio en Basilea”. El solar que ocupó la imprenta Colombo en Areco fue declarado sitio de interés histórico en homenaje a la trayectoria del gran editor e imprentero.


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