Las posiciones del Gobierno y la Mesa de Enlace llevaron a que la dirigencia de la industria y las finanzas rechazaran una posible mediación en el conflicto.
Por: Marcelo Bonelli

Los banqueros, industriales, inversores y constructores no aceptaron esta semana activar una nueva mediación porque llegaron a una cruda evaluación política sobre el conflicto del campo. Para este influyente núcleo empresarial la conclusión es que ambos sectores reclaman en público por un diálogo y un acuerdo, pero lo cierto es que el Gobierno y las entidades agropecuarias persisten en una pulseada con altísimos costos políticos y económicos. Aun así, está claro que la mayor cuota de responsabilidad carga sobre quienes administran el Estado, dado que no existe equivalencia posible entre la dirigencia de un sector, por muy importante que sea, y quienes deben gobernar para todos.

Así, las cúpulas de la Unión Industrial, la Asociación de Bancos, la Bolsa de Comercio y la Cámara de la Construcción no aceptaron algunos pedidos de mediación informales de estos días. El mensaje fue: "Ya lo intentamos hace una semana y nadie lo quiso aceptar".

Con la responsabilidad que a cada cual le cuadra, la incertidumbre provocada por la disputa ya costó más de mil millones de dólares en reservas y, hasta ahora, el campo dejó de facturar alrededor de dos mil millones de dólares.

Los industriales del interior manifestaron sus preocupaciones durante una reunión de la UIA. Guillermo Moretti, titular de la Unión Industrial de Santa Fe dijo: "Hay un fuerte freno en toda la economía de la región". El legendario José Luis Coll, de Misiones, criticó la ausencia de diálogo. Oscar Guardinelli, titular de la Unión Industrial de Córdoba, habló sobre los incipientes problemas en la cadena de pagos. El conflicto también originó un desgaste político prematuro de la Presidenta, incertidumbre económica y fastidio social. En el movimiento empresario, y en la sociedad en general, hay cansancio ante la beligerancia y quieren un pronto acuerdo.

El domingo por la noche y hasta la madrugada del lunes, el Gobierno dio el primer paso hacia una nueva frustración. En la Quinta de Olivos hubo una reunión cerrada de la "mesa chica" de decisiones. Estuvieron la Presidenta, Néstor Kirchner, Alberto Fernández y Carlos Zannini. Ahí se decidió hacer los anuncios unilaterales de ayer. El ex presidente Kirchner impuso esa noche la implacable postura de estos días. Y repitió lo que ya luce a grito de batalla: "No podemos negociar con gente que tiene discursos golpistas".

Ayer la casa de inversión Lehman Brothers emitió un duro diagnóstico sobre la coyuntura del país, con un título inquietante: "El gobierno argentino parece inmovilizado". Lehman Brothers comparte el reciente "pecado" de Wall Street: las casas de inversión serían corresponsables de la crisis financiera internacional. El autor del informe no sería imparcial, ya que Guillermo Mondino integró el equipo de Domingo Cavallo y hace tiempo que pretende pasarle factura al kirchnerismo. Pero el documento expresa la opinión íntima de inversores financieros de Manhattan. Así dice el texto reservado: "Inmovilizada, frenada y helada aparece la administración argentina. El kirchnerismo tiene una manifiesta inhabilidad para resolver el conflicto".

La mutua beligerancia se reflejó en los excesos de los discursos del masivo acto en Rosario. Existen fotos satelitales que confirmarían una presencia de 400.000 chacareros. Pero mirando más hacia afuera que hacia adentro, en los despachos oficiales dispararon contra las duras palabras de Eduardo Buzzi, Alfredo de Angeli y, en parte, contra algunas de Mario Llambías. Claro que también hubieron —antes y después— diatribas no menos serias desde el núcleo mismo del poder político. Ninguna de todas muy útiles para enderezar la negociación.

En la Mesa de Enlace del campo —aunque se lo intente ocultar— provocaron rechazo ciertas frases de Buzzi. Fernando Gioino y Carlos Garetto vieron allí una politización del acto. Los dardos fueron sólo para el jefe de la Federación Agraria, y Buzzi se justificó en su falta de experiencia y el impacto emocional que le había causado hablar frente a tamaña multitud. De todos modos, Coninagro entregó oficialmente el lunes una carta formal a la Mesa de Enlace que dice: "Hay que preservar en cada acción el reclamo sectorial del campo y no la politización". La postura de la entidad cooperativa fue compartida por Luciano Miguens, de la Sociedad Rural.

La Mesa de Enlace tuvo, por primera vez, divergencias fuertes esta semana. El martes había tres posturas disímiles: una, dialoguista a toda costa; otra, extrema, que propiciaba un paro con cortes de rutas. Al final se aprobó la intermedia. Fue fruto de una áspera discusión entre halcones y palomas. El diálogo es propiciado y defendido por Miguens y Garetto. Pero duros hay en todas las entidades: las caras visibles son Buzzi, De Angelis y Llambías, aunque también aparecen Hugo Biolcatti, Pedro Apaolaza, Delfor Maldonado y Néstor Roulet.

Es evidente, sin embargo, que los pasos del poder político no aproximaron argumentos propicios al sector más dialoguista del campo. Y habrá que esperar, ahora, qué responde la Mesa ante los anuncios de ayer: más concretamente, si de algo les sirve a ese núcleo.

El conflicto ya traspasó los ochenta días, un desperdicio de tiempo enorme dada la oportunidad única que le abre al país la formidable demanda de alimentos del mundo. Superar la disputa exige disposición a hacer concesiones, sin perder de vista que, aun siendo grandes, los grados de responsabilidad de las partes no son equiparables.