Cristian vive literalmente a orillas del río Paraná, es nadador de aguas abiertas y pasa la mitad de su vida en el agua. Habla pausado, como disfrutando ese proceso que es la selección de palabras. A sus 35 años dejó su Corrientes natal para vivir una experiencia muy singular en Buenos Aires: ser el primer residente del Taller Castillo, el taller que el graffitero y muralista Pol Corona posee en Villa Crespo junto a otros artistas.

Él lo acercó al proyecto Sullair Cultura y hoy Cristian es uno de los talentosos muralistas que deja su huella sobre las paredes más lindas de Barracas. Su pintura, de estilo figurativo y realista, resulta muy escultórica, muy táctil, dejando ver un claro afán por darle todos los bordes a los objetos.

Gemas, piedras, monedas doradas, caballeros heróicos, un enano de jardín. Los objetos que le dan vida a este nuevo mural esconden historias propias pero también del entorno, de los vecinos y del propio proceso creativo. La obra, titulada “El oro de los tontos”, aparece sobre la calle Goncalves Días al 1100, abarca los muros de dos casas y se emplaza justo frente a las oficinas de Sullair Argentina.

- ¿Cómo surge la idea de la temática que vas a pintar sobre una pared?

- Bueno, uno tiene ciertas ideas que están ahí, en la cabeza, que las va rumiando, digamos. Luego hay paredes, con determinadas características, con hendiduras o vigas, y a mí particularmente lo que me gusta es romper esas líneas y pasar por encima con las imágenes.

A la vez yo particularmente dejo mucho margen al diálogo que se genera en el proceso, a la espontaneidad del proceso creativo. Creo que una condición para que algo salga bien es que hay que disfrutar el proceso, el durante. La pulsión de la acción cuando uno ejecuta es muy distinta. Es casi una metodología que tengo.

Disfruto de esa pulsión de cocinar ahí la cosa. Cuando uno está en la acción tiene una visión mucho más real de lo que pasa alrededor, de quién pasa, qué mira, cómo ve. Y a mí me interesa la visión de los demás. Frente a la pared es cuando aparecen los detalles y también lo que hace sentir identificados a los habitantes del entorno de ese mural.

- ¿Tu mural conversa mucho con la vida del otro lado de la pared?

- Sí, es algo que me sucede en los proyectos donde tengo el tiempo y la pausa para contemplar el entorno. Y creo que tiene que ver con mi forma de vivir y ver las cosas: contemplativo, darme un segundito más para no solamente pensar en mí sino mirar a mi alrededor; y eso me da la pauta de integrar otras cuestiones. Cuando vinimos a conocer la pared conocí a Dani, la chica que vive ahí, que hace tatuajes.

Yo ya venía pintando unas gemas, pero pasó que Dani salió con un arito, que tenía una pirita, su piedra preferida, y me cuenta que el tío de ella coleccionaba gemas. Yo a su vez estoy pintando plomadas de pesca, estoy experimentando con la textura metal, con minerales, con el dorado, me interioricé sobre la pirita, a la que le dicen “el oro de los tontos”.

Veo además qué cosas tatúa ella y veo que tatuó a San Jorge, que su tío es devoto de San Jorge. Y yo hace dos o tres meses pinté un San Jorge, con el que gané un premio; así que también yo venía trabajando con eso, con el arquetipo del héroe, del caballero.

- ¿Y el duende que aparece en la obra?

- En esta búsqueda que hacíamos conversando sobre las gemas, las piedras, lo holístico, apareció la idea del duende, porque al tío le gustan los duendes. Finalmente la figura que aparece en la pared no es el mismo duende que uno imagina cuando piensa en duende. Este es un enano de jardín, pero representa al duende mágico, tiene ese espíritu.

A mí me encantan esos objetos que están al borde de la extinción, que están en nuestro imaginario que seguro viste; que está o estaba en casas, en alguna casa. Así se armó esta composición de objetos. Después está mi chiste o mi truco de magia para la persuasión del observador, y es que parezca que está ahí el objeto, en 3D, en este caso, con la proyección de una sombra aparece un plano picado, como que se ve desde arriba.

Y ahí está el tema de la escala, porque por más que de la sensación 3D, que está ahí, ese tamaño no es real, pero está en la calle y da ese impacto visual.

SOBRE EL ARTISTA
Cristian Baradó nació en la ciudad de Corrientes y estudió Diseño Gráfico durante seis años. De la Facultad no se llevó un título universitario pero sí una “pandilla” de amigos, un colectivo artístico con el que empezó a salir a la calle a pintar, a experimentar con los materiales y las escalas. Con una debilidad especial hacia los objetos que tiene a la mano (pueden ser botellas de plástico convertidas en peces, retratados más tarde sobre un lienzo), sus pinturas hablan de su entorno.

En lo visual pero también en la técnica: años atrás, sin aerosoles que llegaran hasta su ciudad, trabajó de un modo especial para suplir esa falta con mucha agua y muy poquita pintura para formar capas y veladuras que lo acompañan hasta hoy.

Vive literalmente a orillas del río Paraná, es nadador de aguas abiertas y pasa la mitad de su vida en el agua. La Universidad Nacional del Nordeste acaba de premiar su trabajo otorgándole la sala principal para lo que será su primera muestra individual.

YOUTUBE: EL ARTISTA CRISTIAN BADARÓ REALIZÓ UN NUEVO MURAL EN BARRACAS