El gobierno nacional está decidido a elevar la apuesta de su política hidrocarburífera. La Kicillof Commission es la expresión pura y dura de que el artículo 1º de la ley de expropiación de las acciones de Repsol en YPF no era un cuento. Autoabastecimiento y soberanía energética son los pilares de un nuevo marco cuyo devenir es impredecible.

¿Vendrán inversiones con esta declamada hiper regulación del mercado de petróleo y gas? ¿Harán mutis por el foro las provincias de la OFEPHI, dueñas por la Constitución de los recursos, pero cada vez más inhibidas de diseñar sus propias políticas? Estos no son los únicos interrogantes del rosario al que ahora habría que agregarle otros, referidos a la intención de licitar áreas en el mar de Malvinas a través de la polirubro Enarsa. La base está: es el estudio de sísmica y geofísica realizado por la petrolera estatal para 24 áreas off shore.

El desafío no es menor. Implica elevar el conflicto en un área ya álgida. Las recientes advertencias de la Cancillería argentina a Premier Oil por su asociación con Rockhopper. Este es otro episodio del sube y baja político, diplomático, y de sus consecuentes vaivenes bursátiles. En la misma jornada en la que se anunciaba la alianza de Premier y Rockhopper otra exploradora, Borders and Southern, tuvo un desplome y debió salir de la bolsa de Londres al perder más del 70% del valor de sus acciones. La compañía no pudo ratificar una promesa reciente de abril de que iba a haber un muy buen rendimiento en su exploración de gas.

Kirchner y Cameron. Malvinas y petróleo.

En este escenario complejo el gobierno argentino le está haciendo a las compañías británicas petroleras que exploran en Malvinas, algo parecido a lo que Repsol le hace a Argentina. “Ustedes no se están comprando un negocio sino se están metiendo en un conflicto”, le alerta a los inversores potenciales y a quienes tienen interés en sus acciones, en el financiamiento y en la perspectiva de este negocio.

Un informe de un par de meses atrás de que en este mundo estaría afectando por más de US$ 40.000 millones el negocio petrolero en Malvinas debido a las presiones argentinas. ¿El acoso argentino es efectivo o no? Estamos lejos de saberlo todavía, lo que sí es un gran palo en la rueda. Después de Lehman Brothers, las commodities petroleras, mineras, agroalimentarias, fueron un gran reactivo para los inversores institucionales que han demostrado no ser muy amigos del riesgo.

El gigante británico BP, por otra parte, le ha dicho a la Argentina hace un par de meses “quédense tranquilos que nosotros no vamos a explorar en Malvinas”. Por ahora, las petroleras de primera línea no quieren involucrarse en una apuesta exploradora plagada de conflictos.

Malvinas es para Gran Bretaña un negocio tan riesgoso como prometedor. El gobierno de Falklands tiene ya previsto y prometido a sus súbditos un fondo soberano de US$ 10.000.000.000 que estarían devengando todas estas licencias de Oil & Gas.
Estamos lejos de saberlo, pero esto tiene todos los condimentos para una gran novela de la política moderna, que es mucho lobby, inversión riesgosa y volátil y alta tensión diplomática.

Argentina se ha mostrado pertinaz y se ha mostrado consecuente con esta política, y ha logrado lo que no habían logrado en el pasado otros gobiernos post guerra de Malvinas, un bloque hemisférico continental solidario en sus expresiones y que el tema no decaiga en las agendas de los foros internacionales. Es tal vez el único foco que hoy unifica a todo el arco político y social.

Argentina vive una crisis energética notable. La factura que deberá pagar por gas, electricidad y combustibles comprados este año al Exterior supera largamente el monto del mencionado fondo soberano de los kelpers. El país era superavitaria en gas y petróleo, y ahora por un problema que muchos adjudican a una mala política energética, signada por los precios políticos de la última década se ha vista presa de un déficit.

El think tank kirchnerista tiene otra lectura: el origen de los males está en la liberalización de este mercado en los ’90. Por eso quiere convencer de que con las con la fuerte intervención, que De Vido define como planificación, la languideciente energía nacional ingresa en la senda correcta. “We have a dream”, dicen Cristina y Axel. En versión petróleo.

Tras un manto de neblina, política doméstica y política exterior, tanto en Londres como en Buenos Aires van de la mano. Este conflicto no es sólo geopolítico y energético. Para Cameron (David) y para Kirchner tiene sus consecuencias electorales.

*Director de Mining Press