La argentina futbolera tiene ciertas particularidadesque trascienden el folklore deportivo. Una peligrosa cultura exhibe oscuros valores desde un pequeño sector de las tribunas;al mismo tiempoen que laten los corazones al ritmo que 22 protagonistas excluyentes le imprimen a la pelota. Sí, no son sólo los jugadores y el árbitro los únicos actores aplaudidos o vituperados por la hinchada, héroes o villanos de nuestro propio circo romano. Algo más se irradia en nombre de los colores queacompañamos.

Pan y circo fue la fórmula aplicada para calmar las necesidades del pueblo y mitigar su hastío, peligrosa combinación que crispaba a las masas, aptas en destruir con violencia a los gobiernos.Valen también hoy aquellas antiguas preocupaciones de la política. Que es la búsqueda de justicia social,sinola necesidad de calmar urgencias.O lo que empuja a montar grandiosos y costosísimos festivales, para que de tanto en tanto, el pueblo encuentre en esas emociones, un antídoto frente al fastidio que a muchos le provoca la rutina.

No es otra cosa que el derrotero seguido por la Humanidad, cuyo relato épico o acusador, describen las diferentes visiones ideológicas. El fútbol ha logrado que esas emociones, para buena parte de la sociedad, produzca cada siete días la adrenalina que necesitamos.

El problema del buen gobierno al que aspiramos y merecemos, lo tenemos cuando un gobernantedeja entrever con sus declaraciones, que a él poco le importan las normas, y que sus impulsos y deseos pretenden convertirse en una especie de voluntad fundacional.

El Barrabrava está más allá de la ley. Sus privilegios los consiguen bajo amenazas contra dirigentes temerosos, cuando no cómplices.Quienes lucrarán con elresultado de los aprietes es otro tema yel revólver decidirá. Di Zeo o Mauro Martín, los Borrachos del Tablón, la Guardia Imperial y tantas otras; reventas de entradas, trapitos, drogasy una violencia sin fin; forman parte de graves vicios que la política ha decidido permitir. Culturalmente, mucho más negativo para una sociedad, esque los gobernantes sueñen con hacer suyoese método navajero. Dame o ligás.

El gobernador de Mendoza acaba de amenazar a la inversión más importante que hoy por hoy se lleva adelante en argentina. Ha emplazado a la minera brasileña Vale, a retomar de inmediato las tareas suspendidas en la construcción de su planta de Potasio en el Sur mendocino. Caso contrario los despojará de su propiedad. Parece no importarle averiguar si el contexto cambiante del negocio afectará o no su rentabilidad, ya que no existe actividad sin beneficios. Sin empresa no hay empleos ni impuestos que cobrar. Se apresuran en poner en la columna del haber dineros de ingresos que no tuvieron, y tampoco tendrán si no se reestablece la razonabilidad.

La minería no pide subsidios como recurrentemente lo requieren año tras año otras actividades productivas. Pero si los costos se disparan, el ferrocarril no puede construirse, las divisas que llegan para la inversión se encajan perdiendo buena parte de su valor; es evidente que existen problemas que requieren máxima atención. Se torna indispensable recuperar la calma y construir acuerdos públicos y transparentes ejerciendo sentido común; sólo así seremos capaces de seguir atrayendo imprescindibles recursos que sigan alimentando inversiones, haciendo estables miles de puestos de trabajo, creando múltiples oportunidades empresariales. No es cuestión de voluntades, sirve en este caso prestar atención a la famosa frase del filósofo Aristóteles que enseña y aconseja: “La única verdad es la realidad”.

Imaginémonos finalmente a barrabravas gobernando Mendoza. ¿Qué reparo tendrían frente a derechos que surgen de la Constitución, los Códigos de fondo y la ley?, ellos seguramente hubiesen dicho: “O construyen el proyecto, o se los doy a los Chinos”

*Mario Capello es Ingeniero de Minas. Diputado Nacional M.C.