Según el consultor Jorge Ponce, de vasta trayectoria en la industria, no hay en Vaca Muerta justificativos técnicos que vinculen los sismos con la actividad hidrocarburífera
CAMILO CIRUZZI
La secuencia de temblores que azota a la localidad de Sauzal Bonito puso en debate a la actividad no convencional en la cuenca neuquina. Mientras los vecinos del pueblo, localizado sobre la dorsal de Huincul, una falla geológica de 250 kilómetros de extensión, padecen las vibraciones del suelo, grupos de interés adjudican la sismicidad a la actividad hidrocarburífera no convencional.
A pesar del sonoro silencio de la industria, algunas voces se alzan frente a esas críticas y se atreven a contradecirlas. El obligado debate se enriquece en esas disonancias, como la del ingeniero Jorge Ponce, consultor independiente (ex Wintershall) y experto en completación y perforación.
Ponce aclara que habla desde un punto de vista técnico. “Me parece que decir directamente, como se dijo en alguna publicación, de que si antes no había actividad de fracturas y ahora la hay, es porque hicimos una cosa lo que pasa es su consecuencia. A mí me parece que tenemos que hacer las cosas de una manera seria, no basarnos en alguna creencia o en algún pensamiento”.
La falta de datos concluyentes en el tema se erige como molestos dardos contra los lugares comunes. “Hay un montón de sismos a diferentes profundidades -explicó Ponce-. La realidad es que toda la actividad de Vaca Muerta está a menos de 3000 metros. Es decir, todo aquello que sucede por debajo de 3000 metros, o sea: 4000, 6000 o 10 km, no tienen vinculación visible con los sismos. Es muy difícil que lo que se inyecta llegue a esas profundidades, con lo cual cualquier sismo que ocurra esa profundidad difícilmente tenga una relación directa".