El reciente encuentro Investing in Africa Mining Indaba puso en el tapete el difícil trance por el que atraviesa la minería sudafricana. Más de 7.000 representantes empresas e inversores debatieron como bajar los costos y optimizar gestión y utilidades de un sector en crisis
El estado de ánimo dominante era uno de cauto optimismo, con la incipiente recuperación de la economía global y del sector de la minería. La dramática caída en los precios del platino a alrededor de un tercio de su valor, causada en gran parte por una caída en la demanda del sector de fabricación de automóviles, supuso un duro golpe para la industria.
Los efectos fueron especialmente pronunciados en Sudáfrica, que representa el 78% de la oferta mundial.
Aunque los precios del platino han experimentado una ligera recuperación, otro tema que desvela a los inversores. "Hay una urgente necesidad de aumentar la producción minera en África, pero esto requiere más energía. La pregunta es de dónde provendrá," dijo el analista de minería de Credit Suisse Justin Froneman. Según el Banco Mundial, se necesitan 6 a 7GW de energía adicional por año en África, pero el suministro solamente crece entre 1 y 3GW.
Uno de los líderes de negocios especialmente preocupado por la situación es Bernard Stern, co-fundador y CEO de Metal Concentrators (MetCon), la mayor refinería de metales preciosos de Sudáfrica.
"Durante los últimos meses hemos tenido al menos diez casos de desprendimiento de carga. Nuestra oportuna inversión en un generador diesel ha rescatado la productividad, aunque a un costo sustancial ", dijo Stern.
"La industria surafricana de los recursos naturales, así como las operaciones upstream y downstream, son columnas vertebrales de nuestra economía e importantes creadores de empleo también. Si la minería tiene un tiempo difícil, todo el mundo la pasa mal."
Stern apunta que la caída de los niveles de producción causados por la escasez de energía – la producción de oro se ha reducido alrededor de un 50% desde el inicio de la crisis en 2008 - podría disminuir sensiblemente la inversión extranjera.
"Se necesita un suministro estable de energía para mantener su negocio en marcha. Los inversionistas entienden que los riesgos son parte del juego, pero también quieren recuperar la inversión. Tienen que ser capaces de predecir. La crisis energética hace que esto sea difícil".
En su discurso del Estado de la Nación, el presidente surafricano Jacob Zuma admitió que las perspectivas de lograr una tasa de crecimiento del 5% en 2019 de Sudáfrica está en peligro debido al aletargado crecimiento global y a las restricciones domésticas en materia de “energía, transporte y la logística, entre otras".
Omitió mencionar que el FMI ha recortado las previsiones de crecimiento de Sudáfrica a 2.1% para 2015 y 2.5% para 2016.El crecimiento en 2014 fue un magro 1.4%.
Como una forma de impulsar el crecimiento, el presidente colocó la resolución de la crisis energética como máxima prioridad. Se espera que la estatal eléctrica Eskom reciba R 23.000M del gobierno para “estabilizar” sus finanzas.
También, la primera de las unidades de 800 MW de la central eléctrica a carbón de Medupi entró a funcionar recientemente. Cuando esté completa, Medupi producirá 4.800 MW de energía, convirtiéndose en la central eléctrica de carbón refrescado de modo seco más grande en el mundo. Otra medida que tomó el goiberno surafricano ha sido la firma de un polémico acuerdo nuclear con Rusia, que apuesta a proporcionar seguridad energética a largo plazo.
Pero estos proyectos toman tiempo, justamente lo que se le está acabando a la minería surafricana. Los críticos sostienen que una solución más eficiente sería alentar a que los productores privados inyectaran energía a la red nacional. Makhtar Diop, vicepresidente del Banco Mundial para África, sugirió este esquema para las empresas mineras.
"Cuando se utiliza el exceso de energía para electrificar las comunidades circundantes, puede ayudar a desencadenar mayores niveles de desarrollo humano", dijo Stern. "Esta es una situación de ganar-ganar".