Marita Chappuis

Ejemplo 1: En el 2002 y 2003 se traspasaron algunas funciones a los gobiernos regionales, entre ellas el otorgar la licencia ambiental a pequeños proyectos mineros. Pero el Ministerio de Energía y Minas (Minem) se comprometió en un “acompañamiento”, especialmente si se presentaba alguna dificultad. Un día el Gobierno Regional de Loreto llamó urgentemente al Minem para solicitar apoyo.

¿Qué había pasado? Había llegado un grupo “inversionista” brasileño que deseaba extraer oro en una localidad remota, usando una draga. Se le había indicado que parte del procedimiento era una audiencia pública, donde el inversionista debería exponer a las comunidades aledañas su proyecto. Los brasileños llegaron a la audiencia, con varias “chicas”, muchas cajas de cerveza, y organizaron una fiesta, que culminó con palabras y gestos de bienvenida de toda la comunidad: licencia social otorgada de manera unánime.

Ejemplo 2: Corría el mismo año y el Minem se había fijado que el proyecto Camisea salía. Había rechazo en el Congreso, parte de la prensa (“Camisea como sea”), los ambientalistas, y hasta los industriales tenían dudas de cambiar sus equipos a gas.

Pero todo el Minem trabajaba con ese objetivo, y estaba encargado, además, de revisar el EIA y eventualmente aprobarlo. Por este motivo los pescadores de pisco fustigaban en las audiencias, insultaban a los funcionarios, bloqueaban carreteras, y llegaron a cometer toda clase de actos de vandalismo. Inclusive llegaban al Ministerio y amenazaban atarse a las rejas, cortarse las venas, etc. porque, según ellos, este proyecto iba a matar toda la pesca artesanal de pisco, y sería el fin de su actividad.

Quince años después, la pesca artesanal de pisco sigue boyante, hay varios proyectos auspiciados por Camisea en  desarrollo productivo (conchas de abanico), salud (reducción de la anemia), nuevos laboratorios de computación y robótica para las escuelas de Pisco y Paracas, etc.

Me toca pasar por el Terminal Pesquero de Pisco con frecuencia. El terminal de gas, que está ubicado entre Pisco y Paracas, trabaja normalmente sin ningún rechazo de la población.

Gracias a Dios, a pesar de que Shell había abandonado este proyecto, el Minem, con Jaime Quijandría a la cabeza, lo sacó adelante.