Chile encabeza el ranking con 479.650 dosis aplicadas por millón de habitantes
PAULA MARKOUS
Con una estrategia débil y una marcada desigualdad entre los países, la campaña de vacunación contra el coronavirus avanza a paso lento en América del Sur. La excepción, por lejos, es Chile, que no solo encabeza el ranking con 479.650 dosis aplicadas por millón de habitantes, según Our World in Data, sino que además se ubica en el quinto lugar en términos de mejor desempeño a nivel mundial.
Pero el sistema chileno rápido y ordenado contrasta con el resto de América del Sur, un subcontinente que no ha unido fuerzas frente a la pandemia y que lidia a los tumbos con la escasez global de dosis, entre problemas de gestión, de logística y vacunaciones VIP.
El cuello de botella está dado más por la disponibilidad de las vacunas que por el ritmo de aplicación, según expertos. Es cierto que la falta de vacunas es un problema mundial, pero según Miguel Lago, director ejecutivo del Instituto de Estudios para Políticas de Salud (IESP), de Río de Janeiro, la escasez se agrava en América del Sur por la dependencia externa en la producción de vacunas. “En un momento de pandemia global nuestros países salen desfavorecidos. Tenemos que entrar en una bidding war [guerra de ofertas] con otras naciones del mundo y eso nos pone en desventaja”, explica el especialista a LA NACION.
Y en esta guerra de ofertas aparece el segundo problema, según Lago: la inexistencia de una estrategia regional. En la misma línea, Claudio Castillo, académico e investigador de la Facultad de Ciencias Médicas Usach, de Chile, plantea que “la falta de coordinación impidió aunar fuerzas para poder hacer compras conjuntas o tener una estrategia única para negociar con los laboratorios”. Y suma un agravante: “Al frente tenemos países ricos que se aseguraron vacunas para su población mostrando una inequidad muy fuerte en el acceso a las vacunas”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) buscó atender esa desigualdad con el programa de distribución Covax, pero el mecanismo recibió críticas por su lentitud. En una conferencia de prensa de la Organización Panamericana de la Salud, el subdirector del organismo, Jarbas Barbosa da Silva, confirmó que por ahora 11 países de América Latina recibieron vacunas a través del sistema y, entre ellos, seis de América del Sur: Colombia, Perú, Ecuador, Paraguay, Bolivia y Brasil. El resto, las recibirá en abril.
Más allá de la campaña de vacunación, la situación de la subregión se complejiza “por la circulación de nuevas variantes y por la baja adherencia de las personas a las medidas sanitarias”, en palabras de Castillo. ¿Estamos ante un escenario de sálvese quien pueda? ¿Cómo es la situación en cada país? ¿Cómo se prevé que avancen las inoculaciones? A continuación, un resumen de la situación en los principales países de América del Sur.
El 24 de diciembre pasado Chile comenzó a vacunar y en pocos días se convirtió en un modelo a seguir. La semana pasada, 15 días antes de lo previsto, el país cumplió con su primera meta del plan estratégico: logró inmunizar a 5 millones de personas y está camino a cumplir su objetivo de inocular al 80% de sus 19 millones de habitantes para el 30 de junio.
El éxito de la campaña se apoya, según Castillo, en la rápida y eficaz negociación del país con los productores de vacunas, así como en su experiencia con sólidos programas de vacunación.
En abril pasado, Chile comenzó las gestiones formales con las empresas productoras. Hasta el momento tiene acuerdos de compra por casi 90 millones de dosis (60 millones de dosis con Sinovac, 10 millones con Pfizer, 4 millones con AstraZeneca y 4 millones con Johnson & Johnson), suficientes para vacunar dos veces a su población.
Además, la decisión de participar en los ensayos clínicos también fortaleció su posición negociadora, resalta Castillo. Pero los buenos resultados de la campaña no evitaron un repunte de casos -alrededor de 6000 por día- y por eso el gobierno ordenó confinar al 70% de la población.
De ser el buen alumno pasó al centro de las críticas por ser el último país de la región en recibir vacunas. De todos modos, aunque empezó a vacunar el 1 de marzo, diez días después, Uruguay superó a la Argentina, que comenzó a vacunar en diciembre, en dosis per cápita administradas. Si se tienen en cuenta las dosis administradas por millón de habitantes, Uruguay está en el segundo puesto, con 98.926 dosis hasta ayer.
Si mantiene este ritmo, podría inmunizar a su población en tan solo cuatro meses. El ambicioso plan del presidente Luis Lacalle Pou cuenta con el respaldo de más de dos millones de dosis de Pfizer y 1.750.000 de Sinovac. El país también recibirá 148.000 dosis de las vacunas de AstraZeneca-Oxford, compradas a través del fondo Covax.
Al igual que Chile, pese a su campaña, Uruguay registra un repunte de casos y el gobierno anunció nuevas restricciones en las últimas horas.
Desde que empezó la campaña de vacunación, el 29 de diciembre pasado, 3,2 millones de dosis fueron administradas en total hasta el 24 de marzo. Aunque el país es tercero en el subcontinente con estos indicadores, el ritmo es demasiado lento en relación a las expectativas que había generado el presidente Alberto Fernández y ante una inminente segunda ola.
El problema es que las dosis llegan a cuentagotas. El país tiene firmados contratos por 54 millones de vacunas, pero solo accedió a cuatro millones y es un misterio cómo evolucionará el aprovisionamiento. Por ahora, recibió dosis de la vacuna rusa Sputnik V, Sinopharm (China) y Covishield, que se fabrica en la India en base a la tecnología de Oxford y AstraZeneca, pero no hay confirmación oficial de cuándo recibirá las que faltan.
Más allá de las dificultades para alcanzar a los grupos de riesgo, el plan se vio seriamente afectado cuando salió a la luz el escándalo de las vacunaciones VIP, hecho que derivó en la salida de Ginés González García, hoy exministro de Salud.
“Es experto en planes masivos de vacunación: ¿en qué falló Brasil para enfrentar la pandemia?”, se preguntaba el diario The New YorK Times en una columna de opinión. A pesar del programa nacional de inmunizaciones brasileño, la campaña ha sido lenta, errática y está empantanada por la escasez de dosis, señala el artículo.
“Brasil tiene mucha experiencia en distribución y aplicación de vacunas. Hace diez años, con el virus H1N1 se vacunó a más de 80 mil personas. Pero ahora hay dos problemas: primero, la escasez –muchas ciudades tuvieron que suspender sus campañas debido a falta de abastecimiento (como Río de Janeiro o Salvador de Bahía)- y, en segundo lugar, no hay una articulación del gobierno federal para realizar una campaña de vacunación”, señala Lago.
En un principio, el presidente Jair Bolsonaro apostó todo a la vacuna de AstraZeneca, pero ante la previsión de insuficiencia en la llegada de dosis, el mandatario se tuvo que abrir a nuevos antídotos que tampoco mejoraron la situación.
Brasil tiene previsto recibir 545,5 millones de vacunas de AstraZeneca, Sptunik, Sinovac, Pfizer y Johnson & Johnson. Pero el tiempo apremia en un país donde la pandemia ronda los 300.000 muertos y la mayoría de los estados está al borde del colapso sanitario.
El 17 de febrero comenzó el plan de vacunación y en el primer mes se cumplió la meta de un millón de inoculados. Colombia prevé llegar este año a 35,2 millones de ciudadanos, es decir, al 70 % de la población, para alcanzar la inmunidad de rebaño. Para lograrlo, adquirió 61,5 millones de vacunas de los laboratorios Pfizer, AstraZeneca, Moderna, Johnson & Johnson y Sinovac. Por ahora, solo llegaron 2,1 millones.
A pesar de que avanza la campaña de vacunación, con más de 5000 casos diarios, Colombia teme un agravamiento de la situación sanitaria. El panorama es particularmente preocupante en los departamentos de la región Caribe, donde han vuelto a subir considerablemente los contagios y la ocupación de camas de terapia intensiva.
El programa de Perú comenzó el 9 de febrero pasado con la vacuna Sinopharm y enseguida se vio opacado por el “vacunagate”. El temporal político estalló el 14 de febrero cuando se supo que 487 personas -incluidos varios funcionarios- accedieron a la vacuna china mientras estaba siendo probada en ensayos clínicos. Fue el primer caso de vacunas VIP de la región y dio inicio a una de las tantas crisis políticas que atraviesa el país desde 2019.
Con una segunda ola agresiva, hospitales saturados y con el récord de 50.000 muertos, el plan de vacunación continúa a paso lento debido a la falta dosis.
Perú, que tiene un contrato de 20 millones de dosis con Pfizer, ya recibió un primer lote de 50 mil vacunas y 117 mil más a través del sistema Covax. Las autoridades esperan inmunizar a 26 millones de ciudadanos durante 2021.
El país afronta el enorme desafío de vacunar a 7,5 millones de personas -los mayores de 18 años- antes de que finalice el tercer trimestre de 2021, con un sistema de salud precario y personal insuficiente. Además, el escenario se agrava por el enfrentamiento entre el gobierno de Luis Arce y las asociaciones de médicos.
Otro problema es que las dosis están tardando en llegar. El país compró 5,2 millones de Sputnik V, 10 millones de AstraZeneca, 500 mil de Sinopharm y 94 mil de Pfizer, pero recibió el 3,1%: medio millón de Sinopharm y 20 mil Sputnik V.
Es uno de los países más rezagados de América del Sur en cuanto a las dosis aplicadas cada millón de habitantes. De acuerdo con el presidente Lenín Moreno, que culminará sus funciones el próximo 24 de mayo, durante su administración espera colocar por lo menos 4,5 millones de dosis. Para eso, negoció la compra de 20 millones de dosis con distintos laboratorios. Hasta ahora, Ecuador recibió 167.000.
Al lento avance de la inoculación, se suman los escándalos políticos. El viernes pasado renunció el ministro de Salud Rodolfo Farfán, a menos 20 días de haber asumido tras la salida del anterior ministro, Juan Carlos Zeballos, por un caso de vacunación VIP.
Mientras tanto, los casos siguen creciendo y preocupa la situación en Guayaquil, donde las unidades de terapia intensiva tienen una ocupación de entre el 90 y el 100%.
Logró controlar la pandemia en sus inicios, pero hoy Paraguay es cuestionado por tener una de las campañas de vacunación más lentas de la región: se ubica en el puesto 11 con apenas 2143 dosis aplicadas por millón de habitantes, según los datos reportados hasta ayer.
A esto se suma un sistema sanitario colapsado y protestas en las calles por la falta de suministros y vacunas. Cuatro ministros tuvieron que renunciar, entre ellos, el de salud.
El hecho insólito, que enfureció aún más a la población, fue que el gobierno se equivocó dos veces al transferir el dinero para recibir las vacunas del fondo Covax y por eso se habrían retrasado las dosis, según la oposición.
Finalmente, esas 36.000 dosis llegaron el viernes pasado. El país recibió además 4000 dosis de la vacuna Sputnik V, 20.000 dosis de Sinovac (que envió Chile como donación) y 3000 dosis de Sinopharm (que donó Emiratos Árabes Unidos). En total, reservó 5,2 millones de dosis.
Última en el ranking de toda América del Sur, la campaña de vacunación de Venezuela es foco de cuestionamientos no solo por su lentitud –se alcanzó con una dosis solo al 0,1% de la población- sino también por su opacidad.
Al país ingresaron unas 200.000 dosis de la vacuna rusa (el país compró 10 millones) y 500.000 dosis de Sinopharm, que están siendo aplicadas con criterios arbitrarios y con un claro filtro político, según denuncia la oposición. Los 277 diputados de la Asamblea Nacional fueron vacunados cuando empezó la campaña el 18 de febrero, algo que fue repudiado desde diversos sectores.
En tanto, el presidente Nicolás Maduro anunció una cuarentena radical por el aumento de casos y prometió una fase masiva de vacunaciones para abril. El gobierno espera tener al 70% de la población vacunada a finales de 2021, meta que muchos expertos ponen en duda.