RICARDO N. ALONSO *
La Tierra tiene dos vecinos ilustres: Marte y Venus. Marte, el llamado Planeta Rojo, ha estado de moda en las últimas décadas. Numerosas sondas espaciales “aterrizaron” sobre su superficie e hicieron toda clase de observaciones. Se estudiaron in situ numerosos tipos de rocas, se reconocieron viejos cráteres de impacto, se investigó su relleno interior, se desmitificaron varias cuestiones relacionadas con antiguos canales y pirámides de civilizaciones antiguas, entre otros aspectos.
Se descubrieron terrenos sedimentarios que habían sido generados en cuerpos de agua, inclusive con depositación de minerales evaporíticos, especialmente yeso y sal, pero también venillas de boratos; se identificaron nódulos de hierro magnético con estructuras de pequeñas concreciones (incluso una esfera rota y hueca fue atribuida por los aficionados a la ufología como la arandela de un ovni), se fotografiaron y cartografiaron campos de dunas, se excavó en la superficie regolítica buscando rastros de materia orgánica, en fin, una cantidad de pesquisas en orden a comprender la fascinante historia de ese mundo, por ahora vacío.
Todos los futuros astronautas sueñan con ser el primer hombre en llegar a Marte e inmortalizar su nombre tal como lo hizo el ruso Yuri Gagarin al salir al espacio y luego los tres astronautas norteamericanos que llegaron a la Luna, especialmente el que puso la primera huella en el suelo regolítico lunar: Neil Armstrong.
Los viajes tripulados a Marte, si bien son por ahora una utopía, ya inundaron las pantallas de Hollywood y varias películas avanzaron con temas ficcionales sobre viajeros a la deriva, rescates épicos, colonias humanas, entre otros asuntos, soslayando en la mayoría de los casos las condiciones allí de la atmósfera liviana e irrespirable o las temperaturas que son más bajas que las más bajas jamás registradas por instrumentos en la Tierra. Para los geólogos planetarios y otros geocientíficos, estudiar los planetas del sistema solar tiene tres atractivos mayores.
En primer lugar, comprender la historia y evolución de esos planetas. Luego su grado de comparación con la propia Tierra, teniendo en cuenta que nuestro planeta pasó por innumerables etapas a lo largo de su historia geológica que pueden reflejarse en los vecinos. Incluso la Luna ha conservado parte de la historia que se borró en la Tierra tal como la huella fiel de los viejos bombardeos de asteroides. Y en tercer lugar obtener ideas en la búsqueda de exoplanetas, o sea planetas que se sabe con certeza que orbitan en otros sistemas solares de la galaxia.
Por lo pronto unos mil de esos exoplanetas ya han sido ubicados y catalogados. Como se mencionó, todo el foco de atención de los últimos años se puso especialmente en Marte. Pero ahora los científicos planetarios han pensado nuevamente en Venus.
Y hay motivos muy valederos para hacerlo. Todavía resuena en los pasillos de la NASA la cancelación de la misión en la década de 1980 por parte del presidente Ronald Reagan. Pero ahora hay una gran excitación ya que, no solamente la NASA, sino también la Agencia Espacial Europea (ESA) están preparando misiones a Venus. Por lo pronto los norteamericanos piensan enviar dos misiones a Venus con un costo de mil millones de dólares, mientras que los europeos aprobaron una inversión para una misión similar de 610 millones de euros. Como se aprecia los presupuestos para las ciencias del espacio son extraordinariamente altos.
Pero ¿cuáles son los atractivos de Venus que permiten estas grandes erogaciones? Lo que se sabe es que es un mundo terrible, seco, con temperaturas que superan los 450 grados, una atmósfera densa con dióxido de carbono y nubes de ácido sulfúrico, en fin la antítesis de lo que imaginaba el meteorólogo argentino Martín Gil en la década de 1930.
Decía Gil que Venus debe estar lleno de petróleo, pero en razón de su temperatura habitado por “negros retintos, de trompas como riñones y motas enruladas como de alambre; gente sin duda peligrosa y cuya sangre no se coagula como la nuestra después de los sesenta grados”.
Y luego apunta que debe ser “un mundo de una vegetación lujuriosa, poblado de negros, monos y reptiles”. ¡Una frondosa y exótica imaginación por cierto! Lo que se sabe es que tanto Marte como Venus fueron planetas con océanos que se evaporaron y desaparecieron. Pero mientras en Marte esos océanos duraron unos 300 millones de años, en Venus se expandieron por más de 3.000 millones de años.
Tomando en cuenta que el agua es vida, al menos en el análogo Tierra, el posible desarrollo de alguna forma de vida es posible que se haya desarrollado en Venus antes que en Marte. Y esto ya de por sí lo hace muy atractivo. Sumado al reciente hallazgo de fosfina en la atmósfera venusina, una sustancia química que en la Tierra está también identificada con la vida. Las preguntas que se hacen los geocientíficos son muchas.
Por ejemplo, como es la actividad volcánica y qué patrones siguen; tuvo Venus una tectónica de placas; las rocas que aparecen en las téseras cuán arcaicas son, como es la topografía fuera de lo que ya se conoce, que pasa con las grandes llanuras jóvenes y los cráteres de impacto, etcétera. Venus tiene alturas en volcanes y montañas equiparables a la Tierra como el volcán Beta Reggio o los Montes Maxwell que tal como los volcanes de Hawái y el Everest se elevan a 10 y 12 km (sobre el fondo oceánico).
Venus tiene una cara joven y no por algo representa a la diosa del amor. Es el objeto más brillante después del Sol y aparece en los cielos al amanecer y bien entrada la tarde. La zamba salteña, rica en bellas metáforas, lo recuerda en aquello de “tiembla el lucero del alba”. Si la Tierra estuviera desprovista de agua, los fondos oceánicos se verían parecidos a la superficie de Venus. Lo que se sabe de Venus proviene de la sonda Magallanes que terminó su vida activa en 1994.
Las nuevas misiones de la Nasa llevan los acrónimos VERITAS (Emisividad de Venus, Radiociencia, InSAR, Topografía y Espectroscopía) y DA VINCI + (Investigación de gases nobles, química e imágenes en la atmósfera profunda de Venus). Veritas lleva acoplado un radar que permitirá conocer con cien veces más resolución que Magallanes la superficie venusina y así buscar evidencias de una posible tectónica de placas en su pasado. También un espectrómetro para estudiar la química planetaria. Por ejemplo, mapear el hierro será fundamental para ver si algunas rocas de las teselas corresponden a granitos, un material que en la Tierra está relacionado con agua y placas.
También buscará medir isótopos de hidrógeno y gases nobles, ejemplo xenón, para investigar el tema del agua en la historia de Venus. Los europeos, a través de la ESA, ya tuvieron su misión con el Venus Express que entre 2006 y 2014 ayudó a encontrar costas de antiguos océanos y volcanes activos. La nueva misión, que estará operativa en la década de 2030, lleva el nombre de EnVision y entre sus objetivos está investigar cómo la actividad de la superficie afecta la dinámica atmosférica. EnVision va munido de un radar que buscará identificar potenciales flujos de lava.
Además, un espectrómetro infrarrojo que tiene como objetivo detectar puntos calientes que evidencien volcanes activos o focos de alta temperatura y un espectrómetro ultravioleta para investigar emisiones de vapor de agua y dióxido de carbono expelidas por volcanes. Gases que puedan de alguna manera demostrar si esa actividad está impulsando la química de las nubes en la actualidad, un tema aún irresuelto y que forma parte de los numerosos misterios de Venus. En la Tierra, el patrón de los volcanes nos dice cómo funciona el planeta. La idea es aplicar la misma analogía a Venus, donde ya de por sí sus enormes volcanes “Coronas” no dejan de ser algo singular.
El impresionante efecto invernadero de Venus, tal vez fue iniciado unos 500 millones de años atrás por una emisión volcánica global de dióxido de carbono que habría evaporado los viejos océanos y renovado la corteza venusina con una capa planetaria de basalto que borró la antigua craterización. Y ¿por qué tanto interés en Venus? Porque el destino de la Tierra podría estar escrito en Venus.
* Doctor en Ciencias Geológicas