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ANÁLISIS
Escribe Ricardo Alonso: El retrato en la roca
MINING PRESS
23/08/2021

 

RICARDO ALONSO *

Desde tiempos inmemoriales el hombre ha dado nombres a los elementos del paisaje relacionándolos con formas, figuras, objetos de uso cotidiano, seres biológicos o partes del cuerpo humano, entre muchos otros. Así se fueron dando nombre a los topónimos que incluyen una variedad infinita de formas y conceptos, naturales y fantásticos.

Basta recorrer una región para encontrarse con nombres que remiten a plantas o animales, seres naturales o sobrenaturales, colores y que son más o menos fáciles de identificar cuando provienen del español o bien encerrados en palabras conocidas o desconocidas de las viejas lenguas que se hablaban en la región. Los ejemplos abundan pero no viene al caso profundizar en la cuestión. Sí, en cambio, rescatar algunas formas geológicas del paisaje, o geoformas, en el sentir de escritores y poetas. Pablo Neruda tiene un libro de poesías donde canta a las rocas y formaciones pétreas de Chile.

Fue publicado por Losada en Buenos Aires (1960) bajo el título “Las piedras de Chile”, ilustrado con fotografías de Antonio Quintana. El poeta y premio Nobel comenta que ya tenía listo su libro cuando le llegó un ejemplar desde Francia, escrito por su amigo Pierre Seghers con fotografías de la venezolana Fina Gómez sobre hermosas y curiosas formaciones pétreas de la campiña francesa. El libro de Neruda consta de 33 poemas dedicados a las rocas de Chile, de la costa y el desierto, con formas que recuerdan un universo de figuras talladas por el agua, el viento o el mar.

Deber de los poetas es cantar con sus pueblos y dar al hombre lo que es del hombre: sueño y amor, luz y noche, razón y desvarío, nos dice don Pablo. Y enseguida apunta: ¡Pero no olvidemos las piedras! Y luego señala: “No olvidemos los tácitos castillos, los erizados, redondos regalos del planeta. Fortificaron ciudadelas, avanzaron a matar o morir, condecoraron la existencia sin comprometerse, manteniendo su misteriosa materia ultraterrenal, independiente y eterna”. Gran parte de la inspiración de Neruda en el libro proviene de la región de Isla Negra donde el poeta se radicó en 1939.

Comenta que allí la costa “estaba sembrada de portentosas presencias de piedra y éstas han conversado conmigo en un lenguaje ronco y mojado, mezcla de gritos marinos y advertencias primordiales”. Y nos deja un mensaje: “Por eso este libro embellecido con los retratos de los seres de piedra es una conversación que dejo abierta para que todos los poetas de la tierra la continúen y encuentren el secreto de la piedra y de la vida”.

El primer poema, “Historia”, es una metáfora de su Chile natal que termina así: “la piedra iluminó mi patria/ con sus estatuas naturales”. Luego le canta a una roca con forma de toro… “el más antiguo toro cruzó el día/ sus patas escarbaban el planeta”. Un grupo de rocas con formas antropomórficas llamadas “Los Náufragos” le inspiran a decir: “como proas que siguen sin océano/ la dirección del tiempo/ la cristalina eternidad del viaje”.

En “Soledades” apunta entre otras estrofas la siguiente: “Costa despedazada por el trueno/ carcomida por los dientes de cada nueva aurora/ gastada por el largo movimiento del tiempo y de las olas”.

En “Piedras de Chile”, el poema que da título al libro, deslumbra con algunos párrafos como: “granito de la altura/ centelleante bajo la nieve/ como un monasterio”. Y luego: “piedra infinitamente pura/ sellada como cósmica paloma/ dura de sol, de viento, de energía/ de sueño mineral, de tiempo oscuro”. De “Casa”, un bonito poema, rescato: “Y piedra fui, piedra seré/ por eso toco esta piedra y para mí no ha muerto/ es lo que fui, lo que seré/ reposo de un combate tan largo como el tiempo”.

En “La Estatua Ciega” nos conmueve con: “Hace mil veces mil años de piedra/ yo fui picapedrero/ y esto fue lo que hice… / Hice la estatua ciega/ que no mirara/ que allí en la desolada arena/ mantuviera su mole…/ Y entonces mi alegría se hizo estatua/ mi propia forma que copié golpeando/ a través de los siglos en la piedra”. En otra forma antropocéntrica pétrea le canta alegóricamente a la cabeza de un marinero muerto. Igual que en “Buey” le habla a una roca zoomorfa y dice: “buey dulce en cuya barba florecieron las rocas del subsuelo/ y se armó el terremoto de truenos y pisadas”.

Otra forma pétrea le recuerda a un arpa y así le canta: “De pronto el fuego, el frío cuajaron una gota/ y plasmó el universo su extenso escaparate/ lava, ceniza hirsuta, resbaladiza aurora/ todo fue transmigrando de dureza en dureza/ y bajo la humedad recién celeste/ estableció el diamante su helada simetría”. Y luego apunta: “Entonces el sonido primordial/ la solitaria música del mundo/ se congeló y cayó convertida en estrella/ en arpa, en cítara, en silencio, en piedra”.

Unos bloques erosionados de granito le inspiran el poema “Teatro de Dioses” de donde rescato: “Y así son estas piedras/ nadie sabe si salieron del mar o al mar regresan/ algo las sorprendió mientras vivían/ en la inmovilidad se desmayaron/ y construyeron una ciudad muerta”. Otra figura zoomorfa le inspira “El León” y escribe: “Triste león de otro planeta/ traído por la alta marea/ a los islotes de Isla Negra”. Remata con: “Y quedarse quieto esperando/ la justicia gris de la piedra/ la hora de la geología”. Le canta también a una forma de bisonte dormido. En “Yo volveré” habla de su regreso y dice: “Aquí seré tal vez piedra y silencio”.

En “Donde cayó el sediento” se hace eco de un hombre que murió de sed en el desierto y los que pasan le dejan una piedra como ofrenda y nos dice: “Todo era sol, todo era sed y arena/ no pudo más y se volvió silencio”.

En “El retrato en la roca” hace de una figura pétrea el homenaje de un poeta amigo y dice: “Miré y allí estaba mi amigo/ de piedra era su rostro”.

En “La gran mesa de piedra dura” no solo hace referencia a una roca con forma de mesa sino que es una denuncia al hambre en el mundo. Una roca con forma de nave le recuerda, sin mencionarlo, a la embarcación de Caronte. A otras rocas las compara con una “Nave hirsuta”.

En “La creación” habla de las piedras que conservan el recuerdo y remata con un: “Y hay en la piedra un animal sin nombre/ que aún aúlla sin voz hacia el vacío”.

Le canta también a un roquedal al cual asocia con una tumba simbólica y alegórica: “La tumba de Víctor Hugo en Isla Negra” y entre otras estrofas dice: “Y aquí descansa solo y desencadenado…/ y padre de su propia eternidad”. Una figura rocosa le recuerda a “Tres patitos” y concluye su largo poema con: “Y ahora como tres naves/ navegan tres patos en el tiempo”.

También como zooforma rescata la imagen de una tortuga y dice: “Cerró los ojos que tanto mar, cielo, tiempo y tierra desafiaron/ y se durmió entre las otras piedras”. El “Corazón de piedra” es un poema sobre las sirenas y el mar, los marineros muertos y sin nombrarlo es una recreación de Ulises. Luego en “Al aire en la piedra” dice: “vacío que se eleva/ corazón transparente/ piedra y agua”.

En seguida le canta “A una peña arrugada”, con la profundidad filosófica que lo caracteriza y dice: “Una piedra arrugada y alisada/ por el mar, por el aire, por el tiempo/ una piedra gigante, estremecida/ por un ciclón, por un volcán/ por una noche de espumas y guitarras negras”.

En “Las piedras y los pájaros” bajo la encarnadura de rocas costeras y aves marinas hace una denuncia política.

En el poema “Al caminante” nos dice: “Me ha costado mucho saber/ que no todo vive por fuera/ y no todo muere por dentro/ y que la edad escribe letras/ con agua y piedra para nadie/ para que nadie sepa dónde/ para que nadie entienda nada”. Unas pequeñas matas en unas rocas le inspiran “La tierna mole”.

Luego tiene una poesía para una roca con forma de pájaro, un largo poema cuasi mineralógico al que titula “Piedras para María”, otro llamado “Piedras antárticas” y finaliza con un “Nada más” y dice: “Pero aquí estoy con lo que amé/ con la soledad que perdí/ junto a esta piedra no reposo/ trabaja el mar en mi silencio”.

Neruda eligió en este libro cantarle a las piedras, especialmente al universo de formas pétreas en su Isla Negra. Allí buscó inspiración poética y filosófica en los roquedales de la costa, en esas formas y geoformas que inmortalizó en sus hermosos poemas.

* Doctor en Ciencias Geológicas


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*La información y las opiniones aquí publicados no reflejan necesariamente la línea editorial de Mining Press y EnerNews