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ANÁLISIS
Bonelli: Los miedos de Cristina y las reuniones de Batakis
CLARÍN/MINING PRESS/ENERNEWS
15/07/2022

MARCELO BONELLI

Los mercados enloquecieron: dólar a 300, riesgo país de default y bonos a precio de remate. La tensión refleja una cuestión: la crisis de desconfianza no pasó y las dudas externas sobre la Argentina se sostienen. Silvina Batakis se esforzó para dar todas las señales adecuadas. Hizo un impensado giro a la ortodoxia fiscal. Pero los hombres de negocio de Wall Street sospechan de Cristina y del irresuelto problema político con Alberto.

Los informes confidenciales en Manhattan recelan de la sinceridad del mutismo de Cristina y explicitan total incredulidad sobre las creencias de la vice. La consecuencia es clara: los bonos tienen una ridícula paridad del 19% y eso motivó un hecho inédito. Esta semana, fondos buitres salieron a comprar barato y posicionarse frente a una futura renegociación.

En la UIA comparten el enunciado elegido por la nueva ministra, pero admiten que irá –si lo implementa– en rumbo de colisión con los deseos personales y necesidades políticas de Cristina.

En otras palabras, los inversores dudan de que el apoyo de Cristina a la Batakis sea sincero y peor aún: son incrédulos de que se mantenga duradero en el tiempo. Insisten con un período clave de 90 días. Así lo dicen los informes de los principales bancos de inversión. Coinciden en el dramatismo de las conclusiones. Son los que emiten, para sus clientes top, bancos como el JP Morgan, UBS, Morgan Stanley y Bank of America.

Los banqueros quieren ver para creer. Para ellos, Batakis tiene una prueba de fuego: hacer un torniquete fiscal en el bimestre julio-agosto para reducir el crecimiento del gasto público que Martín Guzmán eyectó al 14 % -hasta mayo– por encima de la inflación. Batakis estaría dispuesta a recortar obra pública.


MENSAJE DIRECTO
La ministra fue frontal y sincera con los banqueros. Fueron reuniones tensas. Hubo varios encuentros y una convocatoria central en la tarde del sábado. Estuvieron banqueros “power” como Eduardo Escassany, Jorge Brito, Sebastián Eskenazi, Martín Zarich y Alejandro Butti. Algunos encuentros fueron con Miguel Pesce. El jefe del BCRA fortaleció su situación política.

Cristina no lo puede ni ver, pero Pesce venció a Guzmán. Encima, sugirió y colocó a su reemplazante. Ahora, el BCRA tiene vía libre para aumentar fuerte las tasas.

Batakis -en esas reuniones privadas- habló en forma descarnada: explicó que el abismo estaba cerca y que la solución requería la ayuda de la banca para encarrilar la explosión de deuda interna.

La ministra alertó: “Si esto cae, acá no se salva nadie”. Jorge Brito pidió hechos para disipar dudas: “Necesitamos el decreto que instrumenta la caja única y el equilibrio fiscal”. Los banqueros estaban asustados. Batakis les anticipó que tendrá un encuentro con Kristalina Georgieva.

La reunión será en Washington. La ministra va a la Casa Blanca con Alberto y después tendrá la cumbre en el FMI.

Batakis, Pesce y los dueños del dinero trabajaron en el paquete para hacer exitosas las licitaciones de esta semana. Las medidas ya las habían propuesto y Guzmán las había rechazado. Pesce las reflotó: se trata de un seguro a la banca, que no resuelve nada de fondo y no frena la bola de deuda. Solo compra tiempo.


EL SELLO DE CRISTINA KIRCHNER
El domingo, Batakis estuvo con Alberto. Esa noche, la ministra también habló con Cristina: le anticipó todo el paquete y tuvo su bendición.

Batakis volvió a dialogar con Cristina el lunes. Fue después de los anuncios y cuando hubo un respiro –tenue– en los mercados.

La vice entró en pánico el fin de semana anterior y temía lo peor. Cristina –en esas jornadas- dio cátedra del mayor cinismo. Bombardeó -durante un año- a Guzmán y pidió su renuncia a través de sus marionetas Oscar Parrilli y el Cuervo Larroque. Ese mismo día –y frente a sus militantes– incluso festejó la salida del ministro. Pero después destrató a Guzmán porque había renunciado: “Es un acto de irresponsabilidad y desestabilización”.

El Presidente se comió el mal momento. Ese sábado decía: “Martín se fue por los delirios de Cristina”. A ambos los une el miedo al precipicio. Cristina y Alberto se están comiendo todos los sapos: se abrazaron a la ortodoxia fiscal para evitar caer en el acantilado. El dúo también volvió a encontrarse y fingen cordialidad. Los primeros encuentros incluyeron pases de factura. Alberto le reprochó la referencia al contenido de su teléfono y también la frase que dejó trascender la vice: “Yo no sabía que Alberto era así, tan boludo”.

El pánico dejo todo atrás. Alberto cedió en un punto clave: funciona una mesa política integrada por ambos y Sergio Massa. La “troika” tuvo varias reuniones –por lo menos dos– para analizar la crisis y evaluar una reestructuración general del Gabinete.

Cristina y Massa lo quieren. Alberto responde: “Los mercados deben saber que no vamos a salir del camino acordado con el FMI”.

​Sobre más cambios en el Gabinete, pidió esperar: no meter más ruido al océano de incertidumbre que ya existe. Esto frenó el fuerte enojo de Alberto con dos ministros: Julián Domínguez y Juan Zabaleta.


EN BUSCA DEL OXÍGENO DE JOE BIDEN
Antes de hablar de cambios, Alberto quiere primero visitar a Joe Biden: sueña con una bocanada de oxígeno para su mandato. La cumbre se hace por el tesón de dos funcionarios: los embajadores Jorge Argüello y Marc Stanley.

Ambos tuvieron plafond en Washington, por una necesidad: la Casa Blanca no quiere una convulsión institucional en la Argentina y tampoco que China se aproveche de la actual debilidad de Alberto.

El respaldo de Biden llega en un momento crucial: va a disipar funestas –e interesadas- versiones sobre el futuro del Presidente y será un respaldo clave para llegar a diciembre del 2023.

Stanley está recorriendo todos los despachos del poder. No quiere sorpresas políticas. Envía un mensaje preciso: sugiere que Alberto no se salga de lo acordado y menos que utilice el viaje para congraciarse con Cristina, revindicando a naciones de dudosa democracia.

En el círculo rojo están inquietos por el viaje y también por el robo de datos reservados en el Consejo de la Magistratura. Se interpreta de una sola manera: un apriete kirchnerista. Voceros de la Corte insisten en que fue deliberada la acción de los topos. Los delincuentes dejaron desparramados documentos para que se conozcan sus tropelías.

La intención es amenazar a los jueces y atacar a la Corte. Máximo ahora movilizó una embestida contra el juez Juan Maqueda. Para eso utilizó el gremio camporista SITRAJO, que se presentó como querellante para no dejar morir una denuncia anónima y falsa sobre la Obra Social Judicial. Son acciones obvias. También en simultáneo Oscar Parrilli: hizo un pedido de informes en el Senado.

La duda –igual- que existe en el Poder Judicial es la siguiente: si hay un soplón detrás de la ofensiva kirchnerista para afectar a la Corte.

La cuestión también afecta la economía y le mete más incertidumbre a los hombres de negocios. En Manhattan no alcanza el mutismo de Cristina para convencerse de que la vice avala la racionalidad económica de Batakis. Quieren una declaración concreta. Porque ahora tiene un doble relato.

Ocurrió en una reunión con barones del Conurbano: Alberto Descalzo, Juan Mussi y Julio Pereyra. La vice primero se pavoneó con sus conocimientos de economía: “Muchachos, estoy al tanto de todo”. Y después volvió a hablar de intervención y controles: “Solo con diálogo no se baja la inflación”.


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*La información y las opiniones aquí publicados no reflejan necesariamente la línea editorial de Mining Press y EnerNews