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ANÁLISIS
Escribe Alonso: La forma y figura de la Tierra
MINING PRESS
08/07/2024

RICARDO N. ALONSO *

Dicen ahora los terraplanistas que la Tierra es plana. Efectivamente la tierra es plana, pero el planeta es redondo. Y esto ya lo sabían los griegos 2.500 años atrás. Les bastaba con mirar el cielo y ver la Luna o los planetas cercanos. Y la sombra que producían los eclipses. O los barcos que se alejaban en alta mar. Eratóstenes, que fuera discípulo de Arquímedes y director de la biblioteca de Alejandría, logró algo único e increíble para su tiempo. Midió con una exactitud asombrosa la circunferencia del planeta y dijo que era de 40 mil kilómetros, muy cerca de las precisas medidas actuales. Para ello se tomó el trabajo de medir la distancia entre Siena (actual Asuán) y Alejandría donde la sombra del sol iluminaba un pozo hasta el fondo mientras que en el otro punto de referencia formaba un determinado ángulo. Midió la distancia a paso de camello. Hizo sus cálculos y los expresó en estadios, una medida antigua de la cual hay varias versiones diferentes de longitud. Como nuestras leguas. Es probable que sus cálculos hayan sido más exactos todavía.

Posidonio discutió esa medida y la calculó en la mitad. Dicha medida tuvo mayor crédito a pesar de ser errónea. Colón armó su viaje con esos datos y fue así como se topó con América a mitad de camino. Si no hubiese partido del error de Posidonio, ni se hubiese atrevido a la aventura, ni tampoco hubiese conseguido financiación. Los griegos tenían en claro que la Tierra era redonda.

Y al principio se creía que era el centro del universo de acuerdo con Ptolomeo y su modelo geocéntrico. Modelo que tuvo mucho éxito hasta la llegada de Copérnico y el sol como centro, esto es el heliocentrismo. Aunque otra vez fueron los antiguos griegos los que ya habían afirmado esto. Aristarco de Samos lo vio claro. Para él los cuerpos chicos giran alrededor de los cuerpos grandes. Como la Tierra era más pequeña que el sol, era la Tierra la que giraba alrededor del sol y no a la inversa. Así de simple y de lógico.

El modelo geocéntrico de Ptolomeo encajó con el paradigma religioso cristiano. Esto es la Tierra como centro del universo con un cielo arriba y un infierno abajo. Tan perfectos eran los cielos como moradas angelicales que la caída de meteoritos fue negada por casi dos milenios. No era posible aceptar que desde los cielos cayeran escorias y otras materias rocosas, metalíferas y mundanas. Esta concepción se mantuvo activa hasta comienzos del siglo XIX. Curiosamente Joseph Redhead (1763-1844), médico de Belgrano y de la familia Güemes, terció en una discusión sobre el tema donde participaron Woodbine Parish y el sabio más grande de la época, Alexander von Humboldt.

Hoy sabemos que la Tierra es redonda, pero no esférica. Es un esferoide achatado en los polos y ensanchado en el ecuador. El efecto de la gravitación y de la fuerza centrífuga producida por la rotación sobre su eje genera el aplanamiento polar y el ensanchamiento ecuatorial. En el siglo XVIII este tema alcanzó su pico de tensión. Se plantearon dos modelos antagónicos. Los Cassini, padre e hijo, sostenían una Tierra de formato más bien cilíndrico y Newton y sus seguidores, el modelo contrario, esto es el elipsoide.

Había que zanjar la discusión y para ello era necesario medir dos arcos de meridiano, uno en la zona polar y otro en la zona ecuatorial. Una expedición al mando de Maupertius partió a las regiones polares. Otra expedición al mando conjunto entre el francés La Condamine y el español Jorge Juan y Satancilia partieron a la línea ecuatorial de la América del Sur. Maupertius hizo su trabajo rápido aunque menos exacto. La expedición ecuatorial contó con la participación del joven marino español Antonio de Ulloa quien de casualidad descubriría el platino en Colombia, no solo como mineral, sino también como nuevo elemento químico de la Tabla Periódica. Por esa serendipia pasó a la historia de la ciencia.

Entre los franceses llegaría a las tierras sudamericanas Pierre Bouguer. La expedición franco-española descubriría allí la anomalía de gravedad de los Andes. La lenta burocracia colonial española, con intervención del virrey, el rey y hasta del Santo Oficio de la Inquisición les impediría a Jorge Juan y a Antonio de Ulloa publicar los resultados científicos en tiempo y forma. Bouguer, en cambio, encontró vía libre y lo hizo en Francia con una obra que tituló “La figura de la Tierra”. Hoy esa anomalía de gravedad se conoce internacionalmente como la “Anomalía de Bouguer”.

Si algo quedó bien en claro con las famosas expediciones polar y ecuatorial de Maupertius y La Condamine es que el modelo de Newton era el acertado. La Tierra, debido a su rotación, es aproximadamente un elipsoide y está abombada en el ecuador y achatada en los polos.

Nuestro planeta terminaría de revelarse en toda su belleza en 1972 mientras la tripulación del Apolo 17 se dirigía a la Luna. Allí se obtuvo una foto icónica conocida como "Blue Marble" o Canica azul, la que fue tomada el 7 de diciembre de 1972 por los astronautas de la NASA Eugene "Gene" Cernan, Ronald Evans y el geólogo Harrison “Jack” Schmitt, con una cámara Hasselblad y un objetivo Zeiss, a unos 45.000 km de distancia. Dicha foto, hoy universal, ha ilustrado desde entonces tapas de libros, remeras, posters y cientos de objetos más. En esa foto se aprecia especialmente África, tanto la sahariana como la subsahariana y los océanos Índico y Atlántico. Es interesante que el lugar del origen del hombre haya sido fotografiado por el propio hombre desde el espacio millones de años después.

Ahora bien, la forma de nuestro planeta se desvía sustancialmente de una esfera ideal en muchos aspectos. La topografía de los océanos y de los continentes tiene grandes irregularidades. Existen cordilleras centro oceánicas de miles de kilómetros. Su mapeo fue obra de una mujer singular que sirvió de base para el nuevo paradigma de la tectónica de placas. Marie Tharp fue una geóloga norteamericana que trabajó para el gobierno en la búsqueda de aviones hundidos después de la segunda guerra mundial. Junto a su colega Bruce Heezen se dedicaron a sondear el fondo marino y allí observaron la expansión de los fondos oceánicos lo que dio impulso final a la resistida deriva de los continentes y el paso decisivo a la nueva tectónica de placas.

Y no solamente esas cordilleras centro oceánicas donde las placas tectónicas se dividen, sino también las grandes fosas donde las placas se sumergen por debajo de los continentes. Fosas como las Marianas que se hunden a 11 km de profundidad o la fosa Peruano-Chilena en el borde pacífico donde se registran profundidades de hasta 9 kilómetros. Concretamente, en el caso de nuestros Andes Centrales, el resalto topográfico entre el fondo de la fosa y las cumbres volcánicas que se elevan hasta rozar los 7 km sobre el nivel del mar, constituye el mayor salto del relieve a escala internacional. Entre la sima oceánica y la cima volcánica hay un relieve de 15 km en la vertical.

Si viéramos el planeta desprovisto de su cobertura oceánica los relieves se nos aparecerían completamente diferentes al igual que la figura de la Tierra. Tal como vemos la superficie de la Luna o de Marte. Especialmente Marte que una vez estuvo cubierto por océanos que desaparecieron. Pero que conserva relieves que hacen palidecer a los relieves terrestres como el Valle Marineris con una extensión de más de 4.000 km de largo por 200 km de ancho, y que alcanza una profundidad de 10 km, diez veces más largo y cinco veces más profundo que el Gran Cañón del Colorado. Marineris es así el mayor cañón conocido del Sistema Solar. O el Monte Olympus, un volcán que se eleva a 22 km de altura, esto es casi tres veces más grande que el Everest.

Entre la sima del Valle Marineris y la cima del volcán Olympus, hay un rechazo topográfico de 32 km, más del doble de lo que registra la Tierra en el sistema andino. El GFZ de Potsdam es un centro de excelencia internacional en Ciencias de la Tierra. Ellos trabajaron en un modelo geofísico gravimétrico satelital para modelar el planeta Tierra. Para ello estudiaron las variaciones espaciales y temporales del campo gravitatorio de la Tierra que producen desviaciones adicionales de la esfera ideal.

Hicieron un estudio geocientífico a gran escala de las corrientes de convección en el manto terrestre, volcanismo, terremotos, circulación y carga oceánica, gravitación solar y lunar, mareas, cambios en la cobertura glacial, presión atmosférica, vientos, entre muchos otros factores. Lo que obtuvieron fue un planeta Tierra con la  forma de una papa. Una extraña papa deforme y arrugada. Así es como ven la forma y figura de la Tierra los geofísicos. La Tierra es un planeta en el que conocemos en detalle su topografía, tanto la altimetría continental y la batimetría oceánica, así como también la tomografía y anatomía de su interior profundo revelada por millones de hipocentros sísmicos. 

* Doctor en Ciencias Geológicas


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*La información y las opiniones aquí publicados no reflejan necesariamente la línea editorial de Mining Press y EnerNews