En junio la producción de gas natural de todos los yacimientos del país sumó 126,02 millones de metros cúbicos
VICTORIA TERZAGHI
La crisis en el segmento de la producción del gas natural de Argentina está mostrando en estos días una de sus peores facetas con los cortes de suministro a fábricas de Buenos Aires. La razón de ser de esos cortes es la caída en la producción que en junio bajó a los niveles de 2017 y marcó que se dejó de generar el equivalente al consumo diario de 2,5 millones de hogares.
De acuerdo a los datos oficiales de la Secretaría de Energía de la Nación, en junio la producción de gas natural de todos los yacimientos del país sumó 126,02 millones de metros cúbicos, un nivel que recién guarda relación con junio de 2017 cuando se produjeron 122,29 millones de metros cúbicos.
Esta caída no es azarosa, sino que responde a un fenómeno que comenzó a gestarse el año pasado cuando por el bajo precio que rige en el país para el gas natural, las empresas petroleras giraron sus inversiones al petróleo y desde hace casi un año han sido contados con los dedos de las manos los nuevos pozos de gas que se han puesto en producción.
En el primer semestre del año la producción nacional de gas acumula cinco meses consecutivos de caída en su comparación interanual, dado que solo en enero se superó el nivel del 2019.
En detalle en febrero la contracción fue del 5,16%, en marzo marcó una baja del 2,14%, en abril –con el impacto de la cuarentena- la caída fue del 11,31% y en mayo la baja alcanzó al 9,12.
En comparación con el mismo mes del año pasado, la caída en la producción de junio es del 9,97% y representa 13,97 millones de metros cúbicos por día menos.
Este número no sólo representa que la generación de gas en pleno invierno no cubrió el equivalente al consumo diario de 2,5 millones de hogares, sino que además marca que la involución en la producción nacional llevó a lo que podría sintetizarse como que Argentina perdió un Fortín de Piedra.
El yacimiento de la firma Tecpetrol en Vaca Muerta, Fortín de Piedra, fue un hito para el segmento del gas del país. En apenas dos años alcanzó una producción de 15 millones de metros cúbicos y pasó a representar –en la cuenta en kilocalorías- al 13% de la producción del país.
Sin embargo, la producción de junio marca que precisamente se generaron 13,97 millones de metros cúbicos menos que el año anterior, es decir, prácticamente todo un Fortín de Piedra.
Precisamente si los niveles de producción se asemejan a los de 2017, en junio de ese año en el yacimiento de Tecpetrol eran apenas 3 los pozos que estaban en producción.
Así como el gran impulso en el crecimiento de la producción nacional fue el shale gas que se extrae de Vaca Muerta, este gas no convencional explica también en buena medida la acelerada caída en la producción general de gas.
En el caso de la producción convencional el declino, es decir la menor producción que año a año se obtiene de esos pozos, es del 9%. Para compensar esa baja constante y mejorar incluso los volúmenes, el shale gas fue ganando terreno hasta representar más del 24% de la producción nacional.
Pero el shale gas tiene una particularidad muy diferente al gas convencional y es que declina muy rápidamente. En los dos primeros años de producción un pozo pasa a producir cerca del 50% de su generación inicial.
Para evitar este declino propio del shale se necesitan sumar constantemente nuevos pozos a la producción, pero desde agosto del año pasado esa metodología se frenó y es lo que explica la caída que el país enfrenta en este invierno, que además es uno de los más fríos en los últimos 40 años.
Más allá de los aumentos en la producción que hubo en años como 2018 y 2019, todos los inviernos el país necesita importar gas dado que el consumo se dispara en prácticamente el 50% del consumo de los otros ocho meses del año.
Sin embargo, la caída en la producción está dejando al sistema energético nacional muy cerca de sus límites, pues el gas es también un insumo clave para la generación eléctrica en las centrales térmicas que desde hace un par de meses ya debieron comenzaron a utilizar carbón y combustibles líquidos ante la falta de gas.
La caída en la producción choca con el plazo de unos nueve meses que toma perforar y conectar un nuevo pozo para elevar los rindes.
Estos combustibles más caros, se suman al renglón en rojo que representan las crecientes importaciones de gas, ya sea de Bolivia o vía GNL en Escobar, que han llegado a sumar 43 millones de metros cúbicos por día.
La cuenta es clara y previsible, en 2017 la falta de gas natural en Argentina llevó a un rojo en la balanza comercial energética de 3.200 millones de dólares impulsada por un nivel de importaciones que alcanzó los 5.700 millones de dólares.
Este invierno si bien es más frío que los anteriores, cuenta con un factor inesperado que reduce el nivel de consumo de grandes usuarios de gas y que es la cuarentena obligatoria que se suma a una recesión cada vez mayor.
Agosto ya comenzó y los peores fríos y la mayor demanda podrían haber quedado atrás, pero casi como salido del realismo mágico, el camino del sector gasífero está signado a una crónica de una muerte anunciada si no se toman medidas de incentivo para reactivar la producción de forma urgente.
Los anuncios y medidas adoptadas por el gobierno en las últimas semanas para el segmento del gas bien podrían ser definidos con la frase que reza “a Dios rogando y con el mazo dando”, dado que mientras se define un plan de incentivos a la producción, otras medidas han generado el efecto opuesto.
Por un lado desde la cartera de Desarrollo Productivo que conduce MAtías Kulfas se avanza en el armado de lo que se definió como el Plan Gas 4, pero que con el devenir de los hechos se ha convertido en una gran subasta que apunta a garantizar un mejor precio para el gas, algo así como el RenovAr del gas.
La medida genera expectativas entre las productoras que aguardan su lanzamiento para ver si logran reactivar la perforación de nuevos pozos.
Pero la denuncia impulsada por el interventor del Enargas, Federico Bernal, contra el exministro de Energía Juan José Aranguren por las compensaciones en las diferencias del precio que generó la devaluación de 2018 no sólo frenó el pago de casi $10.000 millones a las firmas, sino que además llevó a que en el Congreso se diera media sanción a la anulación del decreto que habilitó ese mecanismo de compensación.
Paradójicamente, la firma más perjudica con la suspensión de los pagos de las Diferencias Diarias Acumuladas (DDA) es YPF, la firma de bandera nacional que necesita fondos y que veía en esos pagos un camino para poder retomar su actividad.
Con la actividad de perforación de nuevos pozos en su mínima expresión, julio marcará una nueva baja en comparación con junio. Las perspectivas no son buenas tampoco para agosto.
a métrica que mejor refleja la actividad en Vaca Muerta son las etapas de fracturas que se realizan en las ramas laterales de los nuevos pozos para incentivar la producción. Pero a más de cuatro meses del inicio de la cuarentena por el coronavirus los números del último mes no son alentadores.
En abril, por la estricta cuarentena que marcó la salida de actividad de todos los equipos de perforación de los yacimientos de la formación no convencional y por esto las etapas de ese mes dieron cero, cuando apenas el mes anterior, en marzo, habían sumado 431.
En mayo, la actividad comenzó de forma realmente incipiente a reactivarse y se alcanzaron apenas 28 etapas, es decir menos que las que lleva un pozo. En este mes fueron dos las empresas petroleras que realizaron trabajos en sus pozos: Pan American Energy (PAE) y Shell.
En junio se realizaron 196 etapas de fractura también de la mano de PAE, Shell y Chevron y todo indicaba un crecimiento, pero el balance de julio marca que no será así.
Si bien los registros aún no están finalizados, se espera que en julio se alcancen menos de 100 etapas de fractura realizadas por una sola empresa, Chevron.
Lo que sucedió es que las demás operadoras ya finalizaron con los trabajos que estaban realizando y que en realidad corresponden a tareas que había iniciado antes del inicio de la pandemia.
De momento no hay anuncios realizados sobre nuevas etapas de fractura para realizarse en los próximos días, por lo cual las perspectivas para agosto tampoco son positivas.