JUAN CARLOS DE PABLO
Todo indica que en el próximo invierno un barco proveniente del exterior, cargado con gas, atracará en un puerto argentino, al costado de otro barco, que transformará el "gas" en "gas" (perdón por la falta de rigurosidad técnica), el cual alimentará una usina eléctrica. La noticia genera varias observaciones.
El Covid-19 generó muchos problemas, pero en este caso no tiene nada que ver.
La necesidad de importar gas no se puede explicar por la intensidad que tendrá la recuperación de la actividad económica en el año que acaba de comenzar, o por que se esperen temperaturas polares en Buenos Aires, Resistencia o Formosa. El problema, entonces, no es de exceso de demanda sino de déficit de oferta.
Los defensores de la sustitución de importaciones afirman que los mayores precios que se pagan por la producción local, frente a la competencia extranjera, se justifican por consideraciones de empleo. Pero aquí estamos delante del caso contrario: por no actualizar las tarifas que reciben quienes extraen gas en territorio nacional, terminamos pagando más por importarlo.
El congelamiento tarifario a nivel usuario final implica que se convertirá gas "caro" en energía eléctrica "barata". Si mi bolsillo no va a notar que la energía que estoy utilizando resultó carísima producirla; ¿por qué no la voy a derrochar? Regalarme la energía y pedirme que la use de manera responsable es la peor combinación imaginable.
A la luz de la escasez de divisas en poder del Banco Central, quienes nos vendan gas pretenderán cobrar por adelantado. Alguien no podrá comprar dólares o demorará en adquirirlos; espero que esto no afecte alguna producción local.
La microeconomía del gas es la misma que se aplica a las corbatas, la mermelada de ciruela y la medicina prepaga. ¿Hay que ir a la facultad para entender el problema que se le crea a este último sector, cuando como consecuencia del Covid, además de la inflación, le aumentaron los costos, pero en el mismo día que se autorizó una suba de las cuotas, se la anuló? Al respecto, cuando leo que este Gobierno está pensando en reformar el sistema de salud, lo único que digo es que, con sus declaraciones y algunas de sus acciones, en vez de sanarme ¡me enferma!
"En el largo plazo estamos todos muertos", dijo Keynes. El caso del gas muestra que las consecuencias de ciertas políticas aparecen muy rápidamente.