Este texto forma parte de la publicación La Mujer en la Geología de la Asociación Geológica Argentina (ver documento completo adjunto)
JUAN PABLO LOVECCHIO *, MARÍA LUISA RODRÍGUEZ SCHELOTTO ** Y MARÍA FERNANDA RAGGIO ***
Las mujeres que iniciaron sus carreras en la YPF S.E. (Yacimientos Petrolíferos Fiscales Sociedad del Estado) de fines de los años ’70 y principios de los ‘80 tuvieron que luchar contra los estereotipos y prejuicios de la sociedad de la época para hacerse un lugar y una carrera, en la compañía y en la industria.
A lo largo de los años, la realidad argentina y de las empresas fueron experimentando cambios, y de la misma manera la situación de las mujeres también fue evolucionando. Hoy, ya entrado el siglo XXI, se ha avanzado mucho en el camino hacia el trato igualitario, pero quedan todavía muchos desafíos para que hombres y mujeres realmente tengan los mismos derechos y oportunidades en la industria del petróleo.
El presente trabajo resume una recopilación histórica que se realizó en base a relatos en primera persona de sus protagonistas, geólogas que iniciaron sus carreras profesionales en la industria del petróleo de las décadas de 1970 y 1980. Dichos relatos se recolectaron durante una serie de entrevistas virtuales en grupos reducidos, llevadas a cabo en el mes de octubre de 2020, y de la que participaron los autores.
Se prepararon una serie de preguntas guía, que fueron enviadas junto con las invitaciones a las reuniones virtuales, con el objetivo de traer a la memoria anécdotas y orientar a las entrevistadas respecto de los temas a tratar durante las reuniones. Algunas preguntas fueron: ¿Por qué estudiaste Geología? ¿Qué te llamó la atención de la industria del petróleo en aquel momento? ¿Cómo era la industria en esa época? ¿Cuál era el plan de carrera para una mujer en esa época? ¿Cuál era el rol de la mujer en aquella YPF Sociedad del Estado de los años ‘80? ¿Qué podía y qué no podía hacer una mujer? ¿Cómo eran las salidas al campo? ¿Cómo se relacionaba lo que sucedía en la industria con lo que pasaba en el país en esa época? ¿Qué pasaba en las otras empresas operadoras o de servicios? ¿Cómo ves que ese rol de la mujer fue cambiando con los años? ¿Cómo te afectó la privatización de YPF de los años ‘90? ¿Cómo te adaptaste? ¿Cómo observaste que se adaptaron las nuevas generaciones de mujeres a la industria de los hidrocarburos? ¿Cómo ves el rol actual de la mujer en la industria? ¿Cuáles son los desafíos que todavía quedan por lograr?.
Las profesionales entrevistadas que compartieron sus relatos y a partir de los cuales se preparó este artículo son: Gladys Angelozzi, Viviana Meissinger y María Luisa Rodríguez Schelotto (entrevistadas el 16 de octubre de 2020); Graciela Covellone, Licia Manacorda y Silvia Zencich (entrevistadas el 23 de octubre de 2020); y finalmente Ángela Melli y Muriel Miller (entrevistadas el 30 de octubre de 2020).
A lo largo de este artículo, se relatarán algunas de las experiencias recopiladas siguiendo un orden cronológico y con ese objetivo se han agrupado en cuatro épocas: los años ’70 y ’80 (YPF Sociedad del Estado), los años ’90 (la YPF de gestión privada), los años 2000 (YPF como parte de Repsol-YPF) y finalmente la época de 2012 hasta nuestros días (YPF S.A. de capital mixto bajo control estatal).
Las décadas de 1970 y 1980: La YPF Sociedad del Estado
La YPF Sociedad del Estado en los años ’80 era una empresa petrolera integrada nacional, con más de 50.000 empleados. Fue fundada en 1922 y dirigida en sus primeros años por el General Mosconi y luego de más de 50 años había pasado por distintos momentos íntimamente ligados a la historia del país. En los años ‘80, Exploración y Desarrollo (Minería y Geología) eran dos estructuras completamente diferentes. Exploración se dividía en grupos de subsuelo por cuencas, las comisiones geológicas que avanzaban en el conocimiento de la geología mediante intenso trabajo de campo, las comisiones geofísicas que adquirían y procesaban la sísmica que luego era interpretada por los geofísicos que generaban planos (geólogos y geofísicos no colaboraban entre sí, sino que sus trabajos se concebían como independientes). Y el Laboratorio Geológico de Florencio Varela (fundado en 1942), que junto con otros laboratorios formaba parte del Departamento de Investigación y Desarrollo, y que con posterioridad se integró a la Gerencia de Exploración.
La generación de mujeres que estudió Geología durante la década del ‘70, cursó el período universitario en tiempos muy difíciles para el país y especialmente para la juventud. Como la mayoría de los geólogos, comparten el interés por las ciencias naturales desde niñas, a las que se acercaron ya sea desde los libros, las visitas a los museos, algún familiar o amigo geólogo, o por los documentales de Jacques Cousteau. Ya terminando de cursar la carrera, docentes como Miguel Uliana, César Fernández Garrasino y Luis Cazau (Universidad Nacional de La Plata, UNLP) o Gualter Chebli (Universidad de Buenos Aires, UBA) fueron una inspiración clave para acercar a estas mujeres a la industria del petróleo. Sin embargo, esta experiencia no fue igual para todas.
Cuando Silvia Zencich buscaba qué estudiar, fue a una charla en la Universidad Nacional de Río Cuarto donde informaban sobre la carrera de Geología y contó que luego querría dedicarse a buscar petróleo o sea “explorar”. Le respondieron que estaba bien, pero que “el petróleo no era para las chicas”. Y es que una mujer geóloga que tuviera la suerte de trabajar en el área de Exploración de YPF a fines de los ‘70 y principios de los ’80, difícilmente podía aspirar a otra cosa que no sea un puesto en uno de los equipos que formaban parte del Laboratorio Geológico que YPF tenía en Florencio Varela o sumarse a alguno de los grupos de Subsuelo en Sede Central (la casa matriz de YPF S.E. que se ubicaba sobre Diagonal Norte, en Buenos Aires). En la Gerencia de Exploración era impensado que una mujer recién graduada fuera asignada a un distrito en el interior del país. Para llegar a esa instancia, primero tenían que ingresar a trabajar en la compañía y eso podía darse a través de una beca para cursar una especialización, ya sea la especialización en Geología del Petróleo en la Facultad de Ingeniería de la UBA (con diversas ramas: Exploración, Desarrollo, etc.), o en el ISEP (Instituto Superior de Exploración Petrolera, dependiente de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo en Mendoza).
Licia Manacorda se había graduado como geóloga de la Universidad de Buenos Aires, cuando vio el aviso de YPF ofreciendo becas para el ISEP, notó algo que le llamó la atención: buscaban jóvenes menores de 30 años “preferentemente de sexo masculino” (Fig. 1). Ella se postuló y obtuvo la beca, pero otras mujeres tuvieron que luchar más para ingresar a la compañía. Es que había una verdad tácita en esa época y es que por cada camada permitían el ingreso de una sola mujer, por lo menos para el área de Exploración.
Cuando Graciela Covellone se postuló junto a cuatro compañeros varones y otra mujer para hacer alguna de las especializaciones que proponía YPF, sólo los varones ingresaron. Las dos mujeres recibieron una carta que les decía que no habían obtenido la beca. Fue entonces que Graciela viajó desde Bahía Blanca, donde vivía y había estudiado, a Buenos Aires y se dirigió a la Sede Central de YPF para solicitar una explicación de la razón del rechazo. La recibió un grupo de gerentes de distintos sectores de Upstream (Exploración y Desarrollo) que, para su sorpresa, no pudieron decirle por qué razón no la habían seleccionado, sino sencillamente uno dijo que “ese año no pensaban tomar mujeres y si contrataban una, sería alguien de la UBA” (ella era egresada de la Universidad Nacional del Sur). Por supuesto, ella solicitó que reconsideren esa decisión, y luego de pasar una serie de evaluaciones, obtuvo una beca para la especialización en Geología del Petróleo de la UBA.
Cuando Muriel Miller estaba terminando sus estudios de Geología en la UBA, también se postuló a las becas de YPF para especializaciones. Tras no obtenerla, decidió hacer igualmente la especialización en Geología del Petróleo de la Facultad de Ingeniería de la UBA con recursos propios. Al presentar su tesis fue invitada por un geólogo de la compañía, que había formado parte del tribunal, a postularse para ingresar a YPF, donde inició su carrera en el Laboratorio de Florencio Varela. Algo similar le ocurrió a Ángela Melli; al no obtener la beca para la especialización en Geología del Petróleo en la rama Exploración, indagó sobre los motivos a los gerentes, quienes finalmente la recomendaron para una beca de Geología y Minería que le fue otorgada.
Una geóloga también podía ingresar al Laboratorio Geológico mediante una entrevista laboral. Éste fue el caso de Viviana Meissinger, que luego de hacer su tesis de licenciatura de la UBA sobre la formación Springhill con el grupo de Cuenca Austral en Sede Central, pasó a formar parte del Laboratorio de Varela en marzo de 1981. El Laboratorio Geológico de Florencio Varela en esa época estaba, a su vez, compuesto por varios laboratorios: Litoestratigrafía (dividido en dos sectores: rocas clásticas y carbonáticas), Bioestratigrafía (con tres sectores: Microfósiles calcáreos, Nanofósiles y Palinología), Geoquímica y Fotogeología. Viviana ingresó al Laboratorio de Litoestratigrafía, al grupo que estudiaba rocas clásticas.
El rol principal de la mujer geóloga en YPF de aquella época era de analista (sin mucha esperanza de aspirar a alguna jefatura). Y es que el rol y el trato que recibían las mujeres geólogas por entonces no era distinto del rol y el trato que tenía la mujer en la sociedad argentina de la época, con variaciones entre los gobiernos democráticos (más tolerantes e inclusivos) y las dictaduras (siempre más conservadoras). Durante el gobierno democrático de Juan D. Perón, en los ’70, una mujer, Delia Becker, había sido promovida a Jefa del Laboratorio, pero con la llegada de los militares luego del golpe de 1976 fue reemplazada por un hombre.
Gladys Angelozzi había estudiado Geología en la Universidad Nacional de La Plata mientras trabajaba de maestra, y paralelamente colaboraba ad honorem con proyectos de investigación en ostrácodos. Cuando Gualter Chebli asumió como Jefe del Laboratorio en 1980, Gladys pasó las entrevistas y logró ingresar para integrarse al grupo de Bioestratigrafía.
Para quienes conseguían las becas y accedían a cursar las especializaciones, ya sea en la UBA o en el ISEP en Mendoza, el cursado era muy exigente y el nivel técnico muy alto. Eso requería de muchas horas estudio y un esfuerzo de las familias que acompañaban el desarrollo. Cuando terminaban las especializaciones, y luego de hacer prácticas en algún equipo de estudio, en el campo o algún laboratorio, a las mujeres que ingresaban, en general, se les ofrecía un puesto en alguno de los laboratorios de Florencio Varela, que estaban mayormente compuestos por mujeres profesionales y dirigidos por hombres. Las geólogas que no aceptaban un puesto en el Laboratorio podían solicitar un lugar en algún equipo de proyecto en Sede Central (Buenos Aires).
Aunque hubo excepciones, a principios de los años ´80, en la división de Exploración de YPF era difícil para una mujer conseguir una vacante en un distrito (Mendoza, Neuquén, Comodoro Rivadavia, etc.). En Minería y Geología era un poco más habitual que se les ofreciera un destino a distintas áreas operativas (Tartagal, Mendoza, Río Gallegos, etc.). Además, se trataba de distribuir a las mujeres y que todos los equipos tuvieran por lo menos una (y no más de una) mujer. Exploración en Mendoza fue una excepción, donde hacia finales de la década de 1980 había cuatro mujeres. En Geología y Minería la situación era distinta porque tanto hombres como mujeres eran asignados a los distritos. El trato con los compañeros era en general muy bueno y no había diferencias entre los pares. Las mayores diferencias con los varones se daban en el tema salarial y en las oportunidades de capacitación para las que muchas veces eran priorizados los varones. En ambos aspectos, la decisión era tomada por los jefes; y de esta manera la situación era muy variable según el jefe en cuestión.
Para las profesionales que venían de otra provincia o localidad, era difícil acceder a las mismas condiciones de vivienda que les ofrecían a sus pares varones. Si una mujer casada se desplazaba por trabajo a Buenos Aires, como Graciela Covellone procedente de Bahía Blanca, no se le pagaba el alquiler porque era un beneficio reservado para el jefe de hogar y en esos tiempos “era inconcebible” que una mujer fuera jefa de hogar. Esta fue una diferencia clara con respecto a los hombres para quienes se entendía que el pago del alquiler era un derecho.
En el caso del trabajo en los distritos (oficinas de YPF en el interior del país), Ángela Melli ingresó junto con otras cinco mujeres que cursaron la especialización de la UBA. Su destino en 1977 fue Río Gallegos, en el sector Minería y Geología (Desarrollo). Allí le asignaron de manera permanente una habitación en una gamela donde había dos camas, y cuenta que cualquier otra mujer que haya estado de paso por Río Gallegos en esa época y necesitara alojamiento, era asignada a esa cama “libre” sin siquiera avisarle a su ocupante permanente. Esas faltas de consideración no se tenían con otras personas. Un profesional varón siempre ocupaba una habitación individual. La situación se resolvió cuando, pasado un tiempo, se presentó en la Administración de Comodoro Rivadavia (de la que dependía la Sub-Administración de Río Gallegos) para solicitar al Administrador un espacio privado de vivienda, solicitud que fue inmediatamente aceptada, y a su retorno Ángela desarmó y retiró la cama extra de la habitación para evitar futuros malentendidos.
Otro de los desafíos que enfrentaba una mujer cuando llegaba al distrito era “ir a los pozos”. La visión general que había del rol de la mujer en la sociedad y en la industria de esa época distaba bastante del rol profesional e independiente al que aspiraban las jóvenes profesionales. Para empezar, no era común en esa época que una mujer participara de las operaciones como geóloga wellsite (durante tareas como perforación, perfilaje, extracción de testigos corona, ensayos de terminación, etc.) y mucho menos como empleada de una empresa contratista. En segundo lugar, era difícil que a una mujer se le permitiera manejar una camioneta de la compañía. Angela Melli fue una de las primeras geólogas en llevar a cabo tareas operativas en la Sub-Administración de Río Gallegos. Uno de los temas a solucionar era el traslado. Las primeras respuestas a los pedidos de usar el vehículo de la compañía para trasladarse eran negativas, ante la desconfianza relacionada a si una mujer, más aún joven, podría conducir una camioneta en caminos de tierra, y cómo procedería si tuviera que cambiar una rueda. Inclusive en los casos en que estas jóvenes tuvieran ya experiencia en conducción de este tipo de vehículos, como Ángela Melli que había desarrollado tareas agrícolas en un campo familiar. En las primeras salidas al campo (a las operaciones en los pozos), a las jóvenes profesionales se les ofrecía llevarlas en la camioneta junto con otros compañeros, y eventualmente volver en la furgoneta o combi con el “turno” (el equipo del personal de perforación). Tomó tiempo y luego de varios pedidos y discusiones, se les permitió usar un vehículo de la compañía para desplazarse luego de “demostrar” que podían manejar vehículos sin problemas. Y es que las mujeres que eligieron ir a los distritos querían hacer experiencia, aprender, y participar de todas las etapas de un proyecto.
Muriel Miller, que había ingresado al Laboratorio de Florencio Varela en 1979 cuenta que, transcurrido aproximadamente un año, trasladaron a su marido (también empleado de YPF) a Río Gallegos y ella logró que la trasladen también a ese destino. Cuando llegó, las primeras semanas tuvo que “dar examen”. Su jefe le dijo que “él había pedido técnicos, y le mandaron geólogos, y encima una mujer”. El Gerente en Sede Central que autorizó el traslado, le había asignado tareas de descripción de muestras de testigos corona y preparación de modelos de trampas de hidrocarburo; pero al poco tiempo, su jefe en Río Gallegos consideró que lo que necesitaban era geólogos de pozo, y le indicó que primero haría experiencia como técnico. De esa manera fue asignada a tres pozos de entrenamiento con dos técnicos wellsite de experiencia. Luego, comenzó a salir a los pozos como geóloga y de manera independiente. En esos años antes de la vuelta de la democracia, todo el trato en la compañía era muy vertical. Pasado 1983, los sindicatos comenzaron a recuperar algunos beneficios y derechos para los trabajadores, que habían sido suspendidos durante la dictadura.
Ángela Melli pidió el traslado en 1983 a Plaza Huincul (Neuquén) porque su marido (también empleado de la compañía) iba trasladado a ese destino. Ángela cuenta que querían asignarla a un puesto del área de compras en Plaza Huincul. Hubiera sido comenzar de nuevo. Tuvo que viajar a Sede Central en Buenos Aires a entrevistarse con el Gerente de Minería y Geología y finalmente logró continuar en el mismo sector donde había adquirido experiencia en Río Gallegos. En Plaza Huincul pudo dedicarse a desarrollar otras aristas de la carrera: en la división asistencia técnica a proyectos y preparación de modelos geológicos para recuperación secundaria entre otras. Con los años, fue ganando más responsabilidades y, ya llegando a la década del ’90, le asignaron una Jefatura con una categoría mayor. Pero esos años no fueron fáciles para las mujeres en Plaza Huincul, tanto que un pequeño grupo de mujeres que allí trabajaban aprovecharon una vieja pala de madera de una panadería que había cerrado en el campamento, y se asemejaba a un “remo”, para colocarla en la pared de la oficina como símbolo de lo que tenían que “remar” las mujeres para conseguir beneficios equivalentes a los que recibían los varones.
Volviendo al Laboratorio Geológico de Florencio Varela, la mayor parte del plantel profesional estaba compuesto por mujeres. Las condiciones de trabajo eran muy buenas. Aunque, probablemente como en otros ámbitos estatales en la época de la dictadura, a las mujeres se les solicitaba en el código de conducta: vestir faldas y un guardapolvo “entallado”. Había en líneas generales un estereotipo de la mujer en la sociedad de la época que era muy distinto al actual. Para un Día de la Madre, finalizando los ‘80, el sindicato les envió de regalo revistas americanas de moda con moldería para la confección de vestidos. Dichas revistas fueron devueltas inmediatamente en señal de protesta. Como en cualquier otro trabajo, puede haber habido algún jefe controlador o que les haya prohibido tomar mate en el laboratorio, pero más allá de esas situaciones particulares, la convivencia entre pares en el día a día en los laboratorios era muy amena.
Es conocido el inconmensurable aporte de las Comisiones Geológicas de YPF, dependientes de la Gerencia de Exploración, al conocimiento de las cuencas sedimentarias argentinas y su potencial hidrocarburífero. Las Comisiones Geológicas estaban conformadas únicamente por varones egresados con los mejores promedios de las especializaciones de la Facultad de Ingeniería de la UBA y del ISEP (Mendoza), que pasaban largas temporadas relevando la geología de los afloramientos a lo largo de la cordillera de los Andes. En cambio, las mujeres que egresaban de las especializaciones eran mayormente destinadas al Laboratorio de Florencio Varela o a Sede Central para integrar los distintos equipos de estudio. Recién a finales de la década de 1980 Licia Manacorda y Silvia Zencich (ambas únicas mujeres de sus respectivas camadas en el ISEP), lograron quedarse en el distrito de Mendoza luego de finalizar la especialización.
Desde el Laboratorio de Florencio Varela, estas mujeres, incansables trabajadoras, hicieron por su parte grandes contribuciones al conocimiento de la geología del país. Las “chicas de Varela”, como se las llamaba, fueron quienes con gran desempeño describieron las muestras que recolectaron las Comisiones Geológicas (y de testigos corona extraídos de los sondeos), describieron cortes delgados realizados a partir de esas muestras e hicieron las determinaciones de edad a partir de micro y nanofósiles. En definitiva, las “chicas de Varela” hicieron un aporte clave al estudio detallado de facies y microfacies sedimentarias en afloramientos y material de subsuelo. María Luisa (Marilú) Rodríguez Schelotto había ingresado a YPF en 1978 tras finalizar la especialización en Geología del Petróleo de la UBA, y luego de hacer sus prácticas en los laboratorios de Florencio Varela se sumó al laboratorio de Litoestratigrafía, dedicándose al campo de las rocas carbonáticas. Marilú recuerda que esa disciplina vivió un rejuvenecimiento con las visitas del Dr. Albert Carozzi desde 1978, referente mundial en rocas carbonáticas que dictó cursos y participó del estudio de la formación Chachao (junto a la Comisión Geológica 5) y posteriormente del estudio del sistema Quintuco-Loma Montosa, que se desarrolló en conjunto con geólogos de subsuelo y de reservorio de la Cuenca Neuquina. Luego pudieron aplicar todo lo aprendido también a la formación Yacoraite (cuenca Cretácica del Noroeste Argentino); se pasaban semanas describiendo testigos corona de dicha formación en Campamento Vespucio. Y es que las “chicas de Varela” no sólo trabajaban con las muestras de afloramiento desde Sede Central o desde los distritos. Del mismo modo en que ocurrió un avance en el campo de las rocas carbonáticas con el aporte del Dr. Carozzi, algo similar ocurrió para el desarrollo de los estudios en rocas clásticas con las visitas del Dr. Emiliano Mutti (reconocido experto italiano en el campo de análisis de facies y turbiditas).
Durante la década de 1980, las salidas al campo para las “chicas de Varela” no eran tan comunes. Una oportunidad de visitar los afloramientos eran las Escuelas de Campo. Como eran ellas quienes luego describían las muestras y los cortes delgados, a veces también se les permitía hacer alguna campaña para ver en primera persona el carácter de las unidades rocosas en afloramiento, levantar perfiles y colaborar con los grupos de estudio o las comisiones geológicas. Aclaran sí que, como mujeres, no se les tenía mayor consideración. En esa época era una práctica común subestimar y molestar con bromas inadecuadas a los jóvenes, no sólo a las chicas sino también a los varones que comenzaban su carrera. Por supuesto que el trato que recibían dependía mucho de con quién les tocara trabajar en el campo y en qué circunstancias. A veces, las “chicas” eran enviadas a participar en el trabajo de campo por decisión de un jefe, y el personal que normalmente se desempeñaba allí no estaba necesariamente contento de que viniera gente por imposición de Sede Central o del Laboratorio de Florencio Varela a modificar la rutina del trabajo diario. Las “chicas” cuentan que el jefe del Laboratorio quería que ellas pudieran integrarse más en los grupos de trabajo que llevaban adelante los distintos proyectos. Esto, en general y hasta en la actualidad, no es fácil de concretar sin una convicción y decisión firme de quienes lideran los proyectos de incorporar a especialistas, que dependen jerárquicamente de un tercero, a los grupos de proyecto.
Algo que las “chicas de Varela” destacan es que, en esa época, a pesar de tener menos recursos en materia de comunicaciones (había un teléfono por pasillo que compartían entre varios laboratorios), había efectivamente más comunicación y más conocimiento sobre qué proyectos trabajaba cada uno. Además, las “chicas” participaban activamente de las Jornadas de Exploración (jornadas técnicas internas de YPF que se hacían con frecuencia anual), ya que tenían mucho que aportar a los estudios de afloramiento y subsuelo por conocer todas las unidades de interés, haber descripto los testigos corona, los cortes delgados, hecho las determinaciones bioestratigráficas, etc. Algunas de ellas también participaban de otras instancias de transmisión de conocimiento, ya sea como docentes en el ISEP donde Margarita Baliña y Marilú Rodríguez Schelotto estaban a cargo de los reservorios carbonáticos; en las Escuelas de facies carbonáticas y evaporíticas en Malargüe, junto a geólogos de las comisiones y de subsuelo; o en la “Escuela de coronas” en F. Varela, a cargo de Viviana Meissinger y Adriana Cafferata en la segunda mitad de la década del ‘80.
Otro de los desafíos que enfrentaron estas mujeres geólogas fue llevar adelante una carrera profesional mientras formaban sus familias. A comienzos de los ’80, en el Laboratorio Geológico de F. Varela se inició un pedido para tener la guardería para los hijos de las empleadas, como ya existía en Sede Central. La demanda continuada a lo largo de los años llevó a la construcción de un edificio para tal fin, que funcionó en el verano del ‘88 como colonia de vacaciones para los hijos del personal.
Década de 1990: Transición a una YPF de gestión privada
El cambio de década y el inicio de los años ‘90 fueron épocas de transformaciones para la Argentina, e YPF no fue excepción. En esos años, se decidió la privatización de la compañía y la reducción de su número de empleados. El Laboratorio de Investigación y Desarrollo de Florencio Varela, que contaba con una planta de 700 empleados (de los cuales unos 80 pertenecían al Laboratorio Geológico), ya no estaba en los planes de futuro. En 1991, empezaron los despidos: Gladys Angelozzi recuerda que “los viernes venía personal de Sede Central y junto a un representante del sindicato, iban llamando a los empleados a la oficina del jefe donde se comunicaban los despidos. La sangría fue larga”. En 1992, Marilú Rodríguez Schelotto y otras tres geólogas: Margarita Baliña, Silvia Blanco Ibáñez y Patricia Ferraresi se apersonaron en Sede Central en la oficina del Gerente de Exploración (de quien dependía el Laboratorio Geológico de Florencio Varela) y presentaron su renuncia. Ante el desguace de los Laboratorios y con la salida de muchos geólogos de YPF a petroleras privadas, estas cuatro profesionales decidieron iniciar un emprendimiento propio junto a Silvia Corbari y Claudia Aguirre; y así nació LCV S.R.L., nombre que evoca las siglas de “Las Chicas de Varela”.
Los primeros años de la década de 1990 fueron épocas difíciles; los relatos de ese proceso de privatización de YPF son cruentos. Salones con pilas de reportes e informes por el suelo o apilados en rincones. Mucho del material que se había estudiado en los Laboratorios de Florencio Varela a lo largo de décadas fue tirado a la basura, descuidado o mal resguardado de manera que su clasificación o etiquetado se perdieron y ya no pudieron recuperarse. Gladys Angelozzi recuerda que el repositorio de microfósiles, por ejemplo, que registraba la historia evolutiva de la vida en las cuencas donde YPF había trabajado, fue arrojado en grandes cubetas y finalmente sirvió de material de relleno para la construcción de una autopista. En esa época, se robaron muchos elementos de los laboratorios. Viviana Meissinger, que en 1992 había pasado al área de Exploración en Sede Central, recuerda que fue, con un joven geólogo, a rescatar lo que pudieron de informes y libros, además de cortes delgados e instrumental. La biblioteca de Florencio Varela, conteniendo la biblioteca del propio General Mosconi y otros incunables, había quedado cubierta del excremento de las palomas que habían tomado posesión del edificio central. Gladys reflexiona: “Haber entregado la dirección y el poder a la ignorancia fue más peligroso que la maldad misma”
Gladys Angelozzi y Diana Ronchi, que conformaban el laboratorio de Bioestratigrafía, fueron las últimas en irse. Las despidieron el 5 de diciembre de 1993, el día que desvincularon a los pocos que quedaban y cerraron definitivamente el Laboratorio de Florencio Varela. En febrero de 1994 empezaron a trabajar por su cuenta, a solicitud de la misma YPF. Así fundaron la empresa de servicios GEMA S.R.L. En ese tiempo, procesaban y analizaban las muestras en sus propias casas. Gladys recuerda que “el sacrificio fue enorme, pero más la voluntad”. Las “chicas” de LCV habían alquilado una pequeña casa en el triángulo de Bernal, hasta que, en 1997, con un proyecto de Incubadora de Empresas, lograron alquilarle un edificio a la Universidad Nacional de La Plata (quien había tomado posesión del predio de Florencio Varela). Luego se sumaría GEMA, que también pudo trasladarse a esa querida sede un tiempo después.
La transición forzada de especialistas en estudios de laboratorio a empresarias PyME (por Pequeña y Mediana Empresa) no fue sencilla para las “chicas de Varela”. Tuvieron que aprender a administrar y organizar todo el proceso productivo más allá de lo técnico. El sólo hecho de abrir una cuenta bancaria, siendo una sociedad formada por seis mujeres, fue un problema que terminaron solucionando al explicarle al gerente del banco qué era la Geología, y por qué podía ser un buen negocio describir rocas. En esos primeros años, pudieron subsistir gracias a la reputación que habían ganado con tantos años de trabajo en el Laboratorio de Florencio Varela. Además, muchos geólogos que se habían desvinculado de YPF, y que conocían la calidad técnica de las “chicas” de la época de la YPF Sociedad del Estado, fueron generando proyectos donde ellas pudieron hacer importantes aportes. A partir de 1998, en coincidencia con la capitalización de las petroleras estatales latinoamericanas, comenzaron a trabajar para otros países de Latinoamérica, instalando laboratorios en Lima (Perú), Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) y Quito (Ecuador).
El predio de Florencio Varela es hoy sede de la Universidad Arturo Jauretche (UNAJ) de la que Marilú fue docente de la carrera de Ingeniería en Petróleo, desde su creación en 2014. Con la creación de la UNAJ, LCV se trasladó a su sede actual en el Parque Industrial de Florencio Varela.
Para quienes estaban en los distritos del interior del país, los años ’90 también trajeron muchos cambios. Fueron épocas de recorte de capacitaciones y reducción de planta en YPF con planes de retiro voluntarios. La Dirección de la compañía decidió vender la operación de las áreas que tenía en algunas regiones del país y cerrar los distritos del Norte, Mendoza y Cuenca Austral. Esa decisión trajo consigo despidos y traslados. Con el cierre del Distrito de Mendoza, Licia Manacorda se trasladó a Buenos Aires y Silvia Zencich a Plaza Huincul. En este último lugar, en vez de asignarle una casa, ubicaron a Silvia y su pequeña hija en una gamela (teniendo que dejar sus muebles y otros elementos personales en un depósito), hasta que logró acceder a una casa luego de un tiempo y muchos reclamos. Silvia pasó unos años en Plaza Huincul y luego fue trasladada a Neuquén.
La década de 1990 fue también una época de modernización, con la llegada de las primeras computadoras que modificaron la manera de trabajar. Silvia pudo cursar una Maestría en Negocios (MBA) en Neuquén y, luego de reiterados pedidos, se le otorgó un beneficio que era común en esos tiempos, pero reservado mayormente para hombres: cursar un semestre en una Universidad de Estados Unidos. Ella hizo un curso de Macroeconomía del Petróleo en la Universidad de Texas junto con otros profesionales de YPF. En 1998, le ofrecieron un puesto de Jefe de Estudio en Comodoro Rivadavia, pero sin aumento de salario ni categoría. Por estas y otras razones, ella no aceptó el traslado.
Con la privatización y el cierre del Distrito de Cuenca Austral, Graciela Covellone que trabajaba en Exploración de Cuenca Austral desde Sede Central, pasó al Grupo de Exploración Offshore (costa afuera) para trabajar en la evaluación de las cuencas de Salado y Colorado. Esas cuencas verían un rejuvenecimiento de la exploración en esos años con la perforación de nuevos pozos exploratorios. Más tarde, Graciela llevó adelante las áreas no operadas (con participación de YPF) de Exploración en la Cuenca Austral.
Muriel Miller continuó trabajando en el grupo de Exploración de Cuenca Austral en Río Gallegos. Le costó dos años de trabajo que la tomaran en consideración para proponer la ubicación de un pozo exploratorio. En 1986, le propusieron coordinar, por el Distrito Geológico Austral, el Centro de Proceso de Perfiles Atlantis, con gente a cargo y sin abandonar la descripción de testigos corona y la caracterización de trampas que venía llevando adelante junto a profesionales del equipo de Estudios en el distrito. A mediados de 1990, le ofrecieron liderar ese grupo de Estudios. En ese momento aceptó la oferta con la condición de que se permita el trabajo en equipo de geólogos y geofísicos (hasta ese momento trabajaban por separado, como compartimentos estancos que dependían de dos gerencias distintas). Luego, en 1991, tras un problema familiar que le requirió volver a Buenos Aires, decidió buscar nuevos rumbos. Así trabajó unos años en Bridas y, a partir de 1997, fue nombrada gerente de Exploración y Desarrollo en CGC (Compañía General de Combustibles), a cargo de un grupo de veinte profesionales (geólogos, geofísicos e ingenieros de reservorio). Desde esa posición, llevó adelante la implementación de los planes de Exploración y Desarrollo en las áreas de la compañía en Argentina, Ecuador, Venezuela y Guatemala; regiones donde los temas de medio ambiente y responsabilidad social fueron muy importantes. En 2003, pasó a ENAP-Sipetrol para liderar el proyecto exploratorio Hélix (Cuenca Austral Offshore) y el desarrollo del área Magallanes. En 2009, ingresó a la compañía Apache como geóloga Advisor para trabajar en las concesiones de la compañía en Tierra del Fuego y colaborar en el manejo de las tareas operativas y de estudio del resto de los activos de la compañía en Argentina.
Ángela Melli, quien hasta esa época se desempeñaba en Plaza Huincul, aceptó el retiro voluntario en abril de 1991. Volvió a La Plata para dedicarse a proyectos personales, docencia universitaria y, en esos años, realizó trabajos de consultoría en distintas empresas petroleras privadas y consultoras. En 1998, ingresó a trabajar en la compañía Pluspetrol, de la que se jubiló en 2012. Sigue hasta la actualidad participando en docencia universitaria y, desde 2016, es directora de la especialización en Geología del Petróleo de la Universidad Nacional de La Plata.
El cambio de siglo: La etapa de Repsol - YPF
Repsol adquirió la mayoría accionaria de YPF en 1999. En esa época, si bien era una compañía española de tradición conservadora, traía de Europa una visión más moderna de participación de mujeres en posiciones de liderazgo. En 2003, Licia Manacorda asumió, desde Buenos Aires, la conducción del proyecto de la compañía en Ecuador, que incluía una evaluación integral de la cuenca de Oriente para adquirir dominio minero. Desde 2005 y ya en Quito, se desempeñó como Gerente de Exploración de Ecuador donde, además de coordinar las actividades exploratorias de la compañía en el país, en zonas selváticas con grandes limitaciones ambientales, extendió también el área de estudio hacia la cuenca de Marañón en el norte de Perú. En 2009, la compañía decidió coordinar las actividades en la región occidental de Sudamérica desde Lima. Así, Licia fue trasladada a esa ciudad y luego repatriada a Buenos Aires donde siguió trabajando en proyectos de exploración internacional hasta 2012. Licia cuenta que ser la primera mujer nombrada gerente de Exploración en un país de la región fue una experiencia muy desafiante, y que fue posible gracias a los equipos con los que trabajó, y que le sirvió para prepararse para la siguiente etapa de su carrera, luego de la nacionalización de la compañía YPF, en 2012.
Con la gestión de Repsol, Graciela Covellone pasó a integrar el grupo de Colombia para evaluar oportunidades de negocio y dominio minero exploratorio y de desarrollo que la compañía tenía en ese país, en especial los proyectos de crudo pesado de la cuenca de Llanos. En 2007, Graciela volvió a trabajar con el equipo de Exploración de Cuenca Austral, esta vez para evaluar el sector offshore de la cuenca y participar del proyecto Hélix por parte de YPF.
La renacionalización de YPF
El 3 de mayo de 2012, con el objetivo de recuperar el autoabastecimiento energético, el Congreso de la Nación Argentina sancionó la Ley 26.741 de Soberanía Hidrocarburífera que permitió la renacionalización de la compañía de bandera YPF a través de la expropiación del 51% de sus acciones. En ese marco, se relanzó la exploración en el país y se abrieron oficinas de Exploración en las sedes regionales de la compañía en Mendoza, Neuquén y Comodoro Rivadavia.
Licia Manacorda, que se desempeñaba como líder de Exploración en proyectos internacionales desde Buenos Aires, pudo retornar a la ciudad de Mendoza, que la vio dar sus primeros pasos en la industria, esta vez para reabrir desde el rol de Gerente de Exploración para las cuencas Cuyana y la Neuquina sur-mendocina, la oficina de Exploración que había dejado tras su cierre en 1991. Otro hito posterior a la renacionalización de YPF fue la creación de YPF Tecnología (Y-TEC), una sociedad mixta entre YPF (51%) y CONICET (49%), que tiene por objetivo desarrollar trabajos técnicos y tecnología que soporte el desarrollo de la compañía.
Dentro del área de Geociencias, se conformó un Laboratorio de Bioestratigrafía a partir de material y conocimiento que aportaron Diana Ronchi y Gladys Angelozzi (GEMA SRL), las “chicas” del Laboratorio de Bioestratigrafía de Florencio Varela. Los paleontólogos que trabajan en el laboratorio de Bioestratigrafía de Y-TEC aseguran la continuación del legado de Diana y Gladys, recientemente retiradas de la industria petrolera. En 2015, YPF compró lo que era Apache Argentina, y Muriel Miller volvió a formar parte del plantel de la compañía nacional, trabajando primero en proyectos de cuenca Austral (Tierra del Fuego) y luego en otros proyectos de la compañía en las cuencas Neuquina y del Golfo de San Jorge.
Se retiró de YPF en diciembre de 2018, junto con Licia Manacorda. Viviana Meissinger, desde que pasó de trabajar en los Laboratorios de Florencio Varela al sector de Exploración en 1991, siempre se dedicó a estudios de sedimentología, petrografía y diagénesis de reservorios, además de tener a cargo la supervisión de contratos con compañías de servicio y el dictado de cursos de diagénesis y las Escuelas de Coronas. Muchos jóvenes profesionales, tanto geólogos como ingenieros, como así también cientos de estudiantes de la UBA y de la UNLP participaron de estos eventos de formación. Viviana se retiró de YPF en 2018, con categoría de Advisor en Sedimentología y Diagénesis.
Luego de la renacionalización de YPF y hasta 2016, Graciela Covellone se desempeñó como líder técnico del proyecto de Exploración en la cuenca Austral en Chile, que significó la vuelta a la cuenca de la compañía YPF como operadora, luego de su privatización en los años ‘90, y posteriormente como jefa de exploración para la cuenca Austral – Tierra del Fuego, hasta su desvinculación de la compañía en octubre de 2019.
El presente y los desafíos futuros
Las geólogas entrevistadas observan que, a lo largo de los años, se han ido dando importantes cambios en el rol de las mujeres y en el trato hacia ellas. Las nuevas generaciones y las nuevas camadas de jóvenes profesionales que fueron ingresando a la industria petrolera fueron testigos de un trato distinto y más igualitario entre varones y mujeres. De la misma manera, hacia las mujeres de generaciones anteriores, el trato fue siendo cada vez más cordial, igualitario, con más tolerancia por la diversidad en muchos aspectos. También destacan que las chicas de esas nuevas generaciones notaban actitudes machistas en YPF, que las mujeres de generaciones anteriores ya habían naturalizado, hecho que fue llevando a que se replantearan cuáles actitudes ya no eran admisibles. Y es que, a lo largo de estos 40 años, toda la sociedad ha evolucionado y aún queda un camino por recorrer. Respecto a los casos de abuso de poder y acoso laboral, se observa un cambio cultural sustancial en los últimos años. En los ’80 y ’90, las situaciones de este tipo tenían soluciones de compromiso que no resolvían el problema de fondo, ya que eran vistos como meros excesos. En la actualidad, para prevenir y controlar este tipo de hechos, las compañías han avanzado en desarrollar áreas específicas de Complience, equipos de profesionales responsables de crear conciencia sobre la ética y su cumplimiento en toda la organización.
Una lucha que dieron las mujeres de YPF S.E. en los años ’80 tuvo que ver con las guarderías. A imagen de la guardería que existía en Sede Central, se logró que se creara otra en los Laboratorios de Florencio Varela, que tras el cierre en la década de 1990 fue convertida en Comisaría de la Mujer. Ese beneficio se replicó también en algunos distritos, tras las solicitudes de mujeres como Ángela Melli en Plaza Huincul.
En este artículo, hemos reunido testimonios de mujeres que iniciaron sus carreras profesionales en la YPF estatal de fines de los ’70 y durante los años ’80, y que comparten una historia rica de su paso por una YPF que les permitió desarrollarse y crecer. Sin embargo, estas mujeres que se destacaron pudieron hacerlo porque empujaron los límites (los propios y los de sus superiores). Ellas consiguieron esas conquistas golpeando puertas, pidiendo, insistiendo y reclamando lo que consideraban que les correspondía por derecho propio. De esa manera, fueron artífices de su propio destino, logrando romper el “techo de cristal”, y alcanzando y superando sus propias metas. “En nuestros comienzos, al ser mujer te tenías que hacer valer y hacer que respeten tus opiniones. Siempre te cuesta un poquito más, y siempre te pagan un poquito menos”, menciona Muriel. Y una cosa que caracteriza a estas mujeres es una personalidad decidida, con convicciones firmes, que les permitió a lo largo de los años alcanzar esas metas, y abrir camino a las siguientes generaciones de mujeres profesionales de la industria petrolera.
En todos estos años, tanto la sociedad argentina como la industria petrolera han avanzado mucho. Hoy no sólo ingresan mujeres geólogas e ingenieras para casi todos los puestos en compañías petroleras, sino que también hay mujeres profesionales en todas las ramas de la industria (en empresas de servicio, en tareas de control geológico, ingeniería de lodo de perforación, perfilaje, diseño de fracturas, etc.). El desafío hoy para las profesionales es alcanzar también roles de liderazgo. Hoy en día existen mujeres ocupando cargos en gerencias ejecutivas, y seguramente en el corto plazo se alcanzará también una participación más equitativa en los directorios de las compañías. Se avanzó mucho, y queda todavía un largo camino por recorrer para alcanzar la igualdad de derechos y oportunidades.
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* YPF SA. Gerencia de Exploración Offshore. Asociación Argentina de Geólogos y Geofísicos Petroleros (AAGGP)
*** LCV SRL. Parque Industrial y Tecnológico Florencio Varela
*** YPF SA. Gerencia de Exploración