Las centrales de ciclo combinado marcan el paso de las cotizaciones de la electricidad en el mercado mayorista
FÁTIMA FERNÁNDEZ PIÑEIRO
Las consecuencias para España de un conflicto prebélico a 4.000 kilómetros de distancia van mucho más allá de que estén en jaque el suministro de gas a Centroeuropa y el clima de paz en el Viejo Continente.
Rusia lleva meses presionando (chantajeando) a Alemania para que autorice el Nord Stream II suministrando gas natural a cuentagotas. Una estrategia geopolítica que ha provocado una escasez de la oferta y, en consecuencia, un incremento desorbitado de las cotizaciones internacionales de ese hidrocarburo (de un 400 % en el 2021 en comparación con el año anterior).
Otro modo perverso de ahogar a Europa, pues el gas sigue siendo un combustible principal en casi todos los países para producir energía eléctrica (en las centrales de ciclo combinado) y, por tanto, esta también ha sido catapultada hacia niveles de precios nunca vistos hasta ahora.
La tormenta perfecta para ahogar a los consumidores, domésticos e industriales.
El mercado mayorista de electricidad en España se ha encarecido en el último año un 200 %, con el megavatio hora en el entorno de los 200 euros, en el que también se mueven el resto de países europeos.
Y se ha disparado de esa manera por el también perverso sistema marginalista de casación de precios eléctricos que se aplica en los mercados de toda la Unión Europea, según el cual, la tecnología de generación más cara es la que impone el coste final que cobrarán todas las demás.
Y la más cara, claro, es la que se produce con gas natural, a la vista de las cotizaciones internacionales del hidrocarburo.
Los gobiernos español y francés, entre otros, llevan meses peleando en Bruselas para que la Comisión Europea renuncie a ese sistema marginalista, de modo que los precios de mercado se fijen en función de los costes de producción de cada tecnología. Pero Bruselas se niega.
Según los cálculos de la asesoría energética del grupo ASE, la subida de la cotización del gas es responsable del 90 % del incremento de la factura eléctrica en el 2021. Así que los grandes damnificados por esta crisis energética son los consumidores.
Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), un hogar medio (con 4,6 kilovatios de potencia contratada y 3.500 kilovatios hora de consumo anual) pagó el año pasado 949 euros en luz, un 41 % más que en el 2020 (675 euros). Ese cálculo es válido para una familia con contrato en el mercado regulado de electricidad —en el que están once millones de consumidores domésticos—.
En ese tipo de tarifa, el precio del kilovatio hora consumido está vinculado directamente al coste mayorista de mercado. Lo que ocurre en los otros 16 millones de hogares con contratos en el mercado libre es todo un misterio para la OCU, que critica a las compañías eléctricas por su falta de transparencia.
La Voz de Galicia consultó a Endesa, Naturgy e Iberdrola para saber cuánto habían encarecido sus tarifas, pero sin obtener datos concretos al respecto. Las empresas explicaron que el precio se renegocia cliente a cliente. Endesa avanzó que está haciendo un esfuerzo por mitigar el impacto de la subida entre sus abonados.