Los industriales se preparan para un invierno en el cual anticipan que va a faltar gas como producto de la suba de los precios internacionales a partir de la guerra en Ucrania. Para los directivos de la Unión Industrial Argentina (UIA) serán inevitables los cortes, por lo que van tener que programar la actividad de las plantas.
El tema fue analizado durante la reunión de la Junta Directiva de la central fabril encabezada por el titular Daniel Funes de Rioja. Días atrás, en un encuentro con el gobernador Axel Kicillof y a su ministro de Producción, Augusto Costa, la UIA dio el primer paso para armar una mesa de trabajo sobre "cuestiones vinculadas al abastecimiento y al uso eficiente de la energía". Kicillof vaticinó que la guerra "impactará tanto en las industrias como en la producción de la provincia", refirió la UIA en un comunicado.
Según informó BAE, los industriales comenzaron a preparar planes de contingencia para afrontar un invierno con cortes en el suministro de gas natural. Resignados, admitieron que la combinación de escasez de divisas en las reservas del Banco Central y la suba de los precios internacionales atentarán contra las proyecciones de crecimiento fabril durante buena parte del 2022. Lejos de quedarse de brazos cruzados, exigirán que el clima positivo a partir del acuerdo con FMI sea utilizado para lograr inversiones en infraestructura energética y convertir a Vaca Muerta en el motor del autoabastecimiento del país y de más exportaciones.
La alerta había surgido semanas atrás en el encuentro de empresarios del Norte (Uninoa) que se realizó en Tucumán. Allí, los presidentes de las uniones industriales que representan a las economías regionales habían advertido por la ausencia de gas para el invierno. Esa duda hoy es realidad para los sectores y regiones dependientes de esa energía para fabricar.
"En virtud de los desafíos de la matriz energética que impone el contexto global, la UIA conformó una mesa de trabajo para abordar la agenda vinculada al abastecimiento y al uso eficiente de la energía, con el objetivo de reducir el impacto negativo del escenario global en la producción y el consumo local durante el período invernal. Se presentaron la agenda de trabajo y las propuestas para articular esfuerzos desde la demanda y la oferta de energía”, informó la entidad en un comunicado.
El mismo día en que el Poder Ejecutivo presentó el Plan Argentina Productiva 2030, elaborado en el seno del Consejo Económico y Social, asumieron que habrá cortes programados de gas a las industrias ante la escasez de dólares para la importación. “Se está trabajando en un esquema de autorregulación”, indicaron desde Gobierno.
La preocupación de los industriales es generalizada. También entidades de las pequeñas y medianas empresas anticipan que no van a contar con fluido durante los meses de mayor frío. Recientemente se llevó a cabo un encuentro en el Enargas, donde participaron la Unión Industrial de Buenos Aires, Industriales Pymes (IPA), la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (Apyme), Empresarios Nacionales (ENAC) y cámaras provinciales, en el que analizó el problema.
Según cálculos del especialista de Economía y Energía Nicolás Arceo, a los precios actuales deberían importarse combustibles (GNL, gasoil y fluido desde Bolivia) por u$s7500 millones, más del doble que el año pasado. Puede ser algo menos, si opta por traer más gasoil, mientras Europa acapara todo el GNL. Traza un escenario posible: si se compra el 70% del GNL necesario y un invierno templado ayuda, los eventuales cortes a las industrias serían de algunas pocas semanas, informó El Cronista.
El precio del GNL, del que el gobierno deberá importar unos 70 barcos a un precio aún desconocido pero que se descuenta será superior a los US$ 30 (de hecho, llegó a superar los USD 70), cuanto menos cuadriplicará el precio promedio pagado por los 56 barcos que se contrataron en 2021 y será no menos de diez veces superior al precio de las primeras compras del año pasado. La importación se concentrarán en los meses de invierno, dada la altísima estacionalidad de la demanda de gas para calefacción del sector residencial, apuntó Sergio Serrichio en Infobae.
El año pasado, el millón de BTU registró un promedio de 8 dólares. Para enero, ya se había triplicado, situación que empeoró con el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania. Lo que sucede con el precio internacional del gas es un tema medular, que también impacta en las negociaciones con el FMI.
Este escenario fue ratificado por José Ignacio De Mendiguren, presidente del BICE y dirigente de la Unión Industrial Argentina. “No es solo un problema energético nuestro. Lo que se hace es programar y priorizar sectores. Si se puede prever, cada fábrica sabrá cuándo tiene que apagar su caldera para que no lo sorprenda algún corte”, manifestó durante un reportaje en el programa Tarde sin Fondo por FM La Patriada. A su vez, confirmó que la UIA está elaborando una suerte de plan voluntario de posibles cortes para presentarle al Gobierno.
En este escenario, el otro problema que parece no encontrar una solución de fondo es la guerra contra inflación y el alza de los precios de los alimentos. Según confían desde el Poder Ejecutivo a BAE, las últimas medidas implementadas, como por ejemplo el Fideicomiso del trigo, solo “morigerarán” el alza de precios. “Nuestro objetivo es que la inflación no se dispare al 60 o 65 por ciento y que pueda estabilizarse en los 50 puntos”, sostienen desde un sector del equipo económico.
UNA SITUACIÓN DE VARIOS AÑOS
Gran parte de la situación del país se está gestando desde hace tiempo. Un clima empresarial crónicamente pobre no logró atraer suficiente gasto en su zona de esquisto de Vaca Muerta y retrasó la construcción de los gasoductos necesarios para llevar el gas desde la remota región de la Patagonia a los centros industriales y urbanos, publicó WET.
En lugar de convertirse en la potencia del esquisto que esperaba, Argentina se ha convertido en un importante importador de GNL, sobre todo en el volátil mercado mundial al contado, con Estados Unidos y Qatar como sus principales proveedores, según muestran los datos de transporte recopilados por Bloomberg.
Para empeorar las cosas, las negociaciones para traer más gas de la vecina Bolivia por gasoducto han tenido tropiezos, y Argentina se enfrenta a la competencia para esos suministros, también, con Brasil convirtiéndose en la prioridad.
Argentina firmó un acuerdo de gas por 20 años con Bolivia en 2006, antes de que Vaca Muerta estuviera siquiera en el radar, pero los volúmenes y los precios se renegocian regularmente y los dos países llevan meses en conversaciones sobre el suministro para el próximo invierno.
Argentina importa actualmente 7,5 millones de metros cúbicos al día de Bolivia, pero necesita aproximadamente el doble en el tramo frío de mayo a septiembre.
No está claro que se pueda llegar a un acuerdo de esa envergadura cuando los suministros de Bolivia están disminuyendo, dijo Álvaro Ríos, un ex ministro boliviano de petróleo y gas que ahora dirige la consultora Gas Energy Latin America. La producción de Bolivia ha caído un 17% en los últimos cuatro años, ya que las inversiones se han ralentizado tras las nacionalizaciones de los campos de gas.
"Argentina necesitará depender más del GNL este año que el anterior", dijo Henrique Anjos, analista de GNL en la empresa de investigación energética global Wood Mackenzie. "La producción boliviana ha disminuido mucho y han priorizado los flujos hacia Brasil".
Otras grandes economías de Sudamérica están mejor situadas para resistir la subida del costo del gas natural. Chile ha fijado precios a largo plazo. En Brasil y Colombia, las precipitaciones han aumentado, impulsando la producción de las presas hidroeléctricas, mientras que la energía hidroeléctrica de Argentina sigue sintiendo los efectos de la sequía, presionando a sus centrales eléctricas de gas y diésel.
Un aspecto positivo para el país es que las entradas de otras materias primas denominadas en dólares que Argentina exporta, como la soja, podrían compensar en cierta medida el golpe de la importación de GNL y gasoil. Otra ayuda proviene de un programa de precios para los perforadores.
Argentina podría volver a ser autosuficiente en gas natural e incluso convertirse en exportador de GNL, pero necesita más gasoductos. El primer tramo de 430 millas de un nuevo gasoducto no se espera que esté terminado hasta el año que viene, ya que la economía en crisis ha restringido las inversiones en infraestructuras y ha dejado a las empresas fuera de los mercados de crédito.
Por ello, el gobierno ha intervenido para construir el gasoducto con los ingresos fiscales, que una vez terminado, transformará la industria energética de Argentina, permitiendo a los productores de esquisto aumentar las inversiones y reducir la dependencia del país a las importaciones.
Pero los ejecutivos del sector petrolero dicen que el gasoducto debe ir acompañado de una combinación de políticas más amplia que ayude a los perforadores en lugar de obstaculizarlos, algo que, si la historia argentina sirve de guía, no es seguro.