El Fondo Monetario Internacional recientemente rebajó su proyección de crecimiento de la economía mundial para 2022, debido al impacto de la guerra de Rusia en Ucrania y las olas de contagio de COVID-19, que continúan causando disrupciones en la cadena de suministros e inflación.
En América Latina y el Caribe, donde el FMI prevé un crecimiento del 2,5% para este año, los efectos de esta múltiple crisis global parecen no ser tan evidentes. Una de las razones que pueden explicar esta relativa autonomía es el grado de apertura económica de los países de la región.
El gráfico de Marina Pasquali para Statista a partir de las estimaciones de la CEPAL, muestra que cinco de las diez mayores economías de la región –Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador y República Dominicana– son las que demuestran un menor grado de apertura con respecto al mercado internacional. La entidad calcula este indicador comparando la magnitud del comercio exterior de cada país (es decir, la suma de sus exportaciones e importaciones) con el producto interno bruto (PIB), que refleja el tamaño de la producción doméstica total. Así, cuanto mayor es este ratio, más abierta se supone que es la economía.
De los 15 países latinoamericanos analizados, Nicaragua obtiene el mayor grado de apertura, ya que la relación entre su comercio exterior y su PIB alcanza un ratio de 106,2, seguido por Honduras, con 100,4.
Según las últimas estimaciones de CEPAL, las economías de América del Sur crecerán este año a un promedio de 1,5% en un contexto de mayor inflación y una lenta recuperación del empleo debido al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, estimó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
“Las economías de América del Sur crecerán 1,5%, las de América Central más México un 2,3%, mientras que las del Caribe crecerían un 4,7% (excluyendo Guyana)”, señala el trabajo.
De acuerdo con la CEPAL, también se espera que la dinámica del comercio mundial se vea negativamente afectada por el conflicto bélico, lo que provocaría una disminución de la demanda externa de América Latina y el Caribe.
Los principales socios comerciales de la región -Estados Unidos (EE.UU.), China y la Unión Europea (UE)- verán tasas de crecimiento menores a las esperadas con anterioridad al conflicto.
En el caso de EE.UU., el crecimiento sería de un 2,8% (1,2 puntos porcentuales por debajo de lo proyectado previo al conflicto). Para China se proyecta un crecimiento de 5% (0,7 puntos porcentuales menos que previo a las hostilidades) y para la UE se espera un crecimiento del 2,8% (1,4 puntos porcentuales menos de lo esperado antes del conflicto).
Brasil, México y Argentina se han mantenido como las tres principales economías de América Latina en las últimas cuatro décadas. Desde 1980, el tablero económico de la región tiene a estos tres países como los mercados más grandes en función de su Producto Interno Bruto (PIB).
Según las previsiones de octubre de 2021 del Fondo Monetario Internacional (FMI), en 2022 Brasil producirá productos y servicios por un total de 3,6 billones de dólares internacionales (ajustados por paridad del poder adquisitivo). La economía mexicana, por su parte, alcanzará un PIB de 2,9 billones de dólares, mientras que Argentina sumará unos 1,1 billones.
Si vamos más abajo del podio, vemos que Venezuela solía ser la cuarta principal economía latinoamericana desde 1980 hasta principios de este siglo. Entre 2010 y 2016 todavía se mantenía en la quinta posición de la región por detrás de Colombia, aunque desde 2017 hasta la actualidad su tamaño se redujo en comparación con otros países sudamericanos como Chile, Perú y Ecuador.
De acuerdo con los cálculos del FMI para 2022, Venezuela será relegada a la 11ª posición entre las mayores economías de la región, también por detrás de República Dominicana, Guatemala y Panamá. De cumplirse esta proyección, este sería el primer año en lo que va del siglo sin Venezuela y con Panamá en el top diez.
Chile y República Dominicana son los países que han conseguido adelantar más posiciones. Chile, una de las economías latinoamericanas que más crecerán en 2021, ya cuenta con un lugar consolidado en la quinta posición, mientras que República Dominicana avanzaría dos casilleros desde la novena posición en 2001 a la séptima en 2022.
La guerra en Ucrania también provocó un aumento de precios de los productos básicos (commodities), principalmente de los hidrocarburos, algunos metales, alimentos, y fertilizantes. Este aumento de precios se suma a las alzas de costos observadas debido a disrupciones en las cadenas de suministros y a la exacerbación de las interrupciones del transporte marítimo. Estas alzas han redundado en un impulso de la inflación a nivel mundial, que en algunos países ha alcanzado máximos históricos en 2022. Ante la persistencia y aumento de la inflación se esperan mayores alzas en las tasas de interés de los países desarrollados.
Al igual que en el mundo, la dinámica inflacionaria en América Latina y el Caribe se ha acelerado, advierte la CEPAL. A marzo de 2022 se estima que la inflación regional fue de 7,5%, y muchos bancos centrales de la región anticipan que la inflación se mantendrá elevada en lo que resta de año, en virtud de la mayor incertidumbre en el contexto externo que se ha visto acentuada por la guerra de Ucrania, en especial los altos precios internacionales de la energía y de los alimentos y las disrupciones en las cadenas globales de suministro, así como elevados costos de transporte que persisten.