Europa ya prepara sus planes de ahorro energético ante la escasez de gas que se está viviendo. En el horizonte, un otoño y un invierno de restricciones debido fundamentalmente a la guerra de Ucrania, pero no solo. Y es que tras la pandemia de coronavirus, los precios han subido de una manera espectacular debido a una demanda cada vez mayor.
Así, lo que se va a vivir en los próximos meses es una situación atípica para la mayoría de la sociedad. Pero solo hay que bucear un poco en la historia más reciente para encontrar un momento muy similar. Concretamente, hay que viajar a la década de 1970, cuando la crisis del petróleo ya condenó al continente a unos años de escasez de energía.
En el mes de octubre de 1973, la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo (OPAEP) anunció un embargo de petróleo como represalia contra los países occidentales que habían apoyado a Israel en la guerra de Yom Kippur.
El resultado de esta medida fue nefasto y provocó una grave crisis en todo el mundo, cuadriplicándose el precio del petróleo, disparando la inflación y llevando a las economías a la recesión. Una situación que recuerda y mucho a la actual, aunque cambiando el petróleo por el gas, explicó Javier Taeño en Yahoo.
Y es que la guerra en Ucrania ha agravado un problema que ya estaba muy presente en todo el continente europeo. El aumento de los precios energéticos ya fue sonado el pasado otoño e invierno, pero el conflicto lo ha agravado, ya que Rusia es una gran potencia gasística y la UE pretende reducir su dependencia del Kremlin. Así pues, nos encontramos en lo mismo: precios por las nubes, camino a la recesión y con escasez.
Y las medidas de ahorro de entonces sirven para poder imaginar lo que puede ocurrir en los próximos meses. Mientras en España el debate está en el apagado de los escaparates a partir de las 22 horas, la anterior crisis energética nos muestra la dureza de las restricciones que fueron necesarias.
En el caso del Reino Unido, además, la crisis del petróleo se juntó a huelgas de mineros que hicieron que el carbón también escaseara. En un invierno con apenas reservas, las autoridades decidieron limitar el trabajo a solo tres días a la semana, con el objetivo de ahorrar electricidad.
Hubo apagones planificados, graves interrupciones de la industria y miles de personas se quedaron sin trabajo en una situación de excepcionalidad que se prolongó durante varios años. Las compañías de televisión, incluyendo la BBC, tenían que dejar de emitir a las 22.30 horas y en los hogares las limitaciones eran importantes.
Tanto es así que solo se podía calentar una habitación y debían estar apagadas las luces no esenciales. Lavar con agua hervida, envolverse en mantas para luchar contra el frío o comer y trabajar a la luz de las velas se convirtieron en la rutina diaria del país.
Reino Unido se sumió en unos años de oscuridad de la que solo se libraban hospitales, supermercados o imprentas. En el resto de negocios, era habitual estar a la luz de las velas o haciendo uso de linternas. Una situación que hoy nos parece impensable, pero que está todavía cercana en el tiempo.
La jornada laboral de tres días solo duró dos meses y fue un fracaso, pero la economía británica estuvo a punto de colapsar.
En Alemania, también fue muy complicado este periodo. En su caso, tal y como cuenta la periodista Anna Bosch, se optó por la prohibición de usar el coche algunos días y por limitar el consumo de la calefacción. Algo que está cerca de producirse este 2022 también.
En España se fomentó también el ahorro energético con una serie de carteles que animaban a los consumidores a reducir el consumo de electricidad, agua caliente o gas.
Unas circunstancias que ahora, cinco décadas después, son similares y pueden obligar a aplicar medidas semejantes. Esperan unos meses muy duros y la crisis del petróleo de los años 70 no anima al optimismo.
ESPAÑA COMENZÓ A AHORRAR ENERGÍA
Medidas adoptadas por el gobierno progresista español para ahorrar energía en sintonía con un plan de la Unión Europea (UE) de limitación de importaciones de gas ruso por el impacto de la guerra con Ucrania se efectivizaron en comercios y otros edificios abiertos al público.
La principal disposición busca moderar la climatización, por lo que los comercios, establecimientos culturales, como cines o teatros, y aeropuertos y estaciones de trenes y colectivos tendrán que mantener el aire acondicionado a un mínimo de 27°C .
En invierno, la calefacción no podrá superar los 19°C.
"El objetivo de este plan es ahorrar gas para prepararnos para este invierno, en caso de que (el presidente ruso Vladimir) Putin decidiera, frente a las sanciones, cortar el suministro de gas a Europa", explicó a la televisión pública TVE Joan Groizard, director del instituto para el ahorro de la energía del Ministerio para la Transición Ecológica.
Adoptado la semana pasada, el decreto prevé también que las luces de las vidrieras de las tiendas o aquellas que iluminan edificios públicos que estén desocupados, se apaguen a las 22.
Los locales climatizados tendrán que instalar, si no lo tienen, un mecanismo de cierre automático de puertas para evitar el despilfarro de energía.
El decreto del gobierno del presidente Pedro Sánchez, del partido socialista PSOE, que detalla las medidas dice que regirán hasta noviembre de 2023, aunque no precisa sanciones en caso de incumplimiento.
La vigilancia de la aplicación de estas medidas en este país muy descentralizado estará a cargo de las regiones, algunas de las cuales, principalmente las dirigidas por el Partido Popular (PP), el principal de la oposición de derecha, las han criticado duramente.
La Comunidad de Madrid, que incluye a la capital, Madrid y está gobernada por el PP, fue la región más vehemente contra el decreto, al grado de haber anunciado que recurrirá ante el Tribunal Constitucional.
España tomó unas primeras medidas a finales de mayo destinadas a dependencias oficiales, limitando el aire acondicionado y fomentando el teletrabajo de los funcionarios.
Los 27 países de la UE se comprometieron en julio a hacer "todo lo posible" para reducir su consumo de gas en al menos un 15% entre agosto de 2022 y marzo de 2023, respecto a la media de los últimos cinco años del mismo periodo.
Poniendo en valor su menor nivel de conexión energética con el resto del continente, España y Portugal lograron que la UE les redujera el objetivo a un 7%.
"Con estas medidas no llegamos a estos 7%" de ahorro energético, admitió Groizard, quien dijo que próximamente se anunciarán acciones adicionales, informó la agencia de noticias AFP.
REINO UNIDO PREVÉ APAGONES POR DÉFICIT DE ENERGÍA EN SU PLAN DE EMERGENCIA
Reino Unido prevé un déficit de energía de varios días durante el invierno, cuando el clima frío podría combinarse con la escasez de gas para provocar apagones programados para la industria e incluso los hogares.
Según el último "peor escenario razonable" del gobierno, el Reino Unido podría enfrentarse a un déficit de capacidad eléctrica que supondría una sexta parte de la demanda máxima, incluso después de poner en marcha las centrales de carbón de emergencia, según personas familiarizadas con la planificación del gobierno, informó World Energy Trade.
Según esta perspectiva, las temperaturas inferiores a la media y la reducción de las importaciones de electricidad de Noruega y Francia podrían exponer a cuatro días en enero en los que el Reino Unido podría tener que activar medidas de emergencia para conservar el gas, dijeron.
Este escenario "no es algo que esperemos que ocurra", dijo el Departamento de Negocios, Energía y Estrategia Industrial (BEIS) del gobierno. "Los hogares, las empresas y la industria pueden estar seguros de que obtendrán la electricidad y el gas que necesitan".
Si se materializan, los cortes de electricidad se producirían incluso cuando los británicos se enfrentan a una factura media anual de energía que podría superar las 4.200 libras (US$ 5.086) en enero, frente a las poco menos de 2.000 libras actuales, lo que avivaría una inflación ya disparada.
Si el invierno es especialmente frío, Gran Bretaña podría tener que depender cada vez más de los envíos de gas por gasoducto desde la Europa continental, donde el suministro ya es escaso debido a que Moscú ha frenado los flujos.
Esto supone un dilema para el Reino Unido, que tiene muy poca capacidad de almacenamiento nacional. El país ha estado enviando cantidades récord de gas al continente y querrá que se le devuelva el favor cuando caigan las temperaturas.
La libra esterlina alcanzó su nivel más bajo en dos semanas frente al euro tras el informe. La libra ha perdido terreno frente al dólar y se ha situado en torno a los US$ 1.2080.
LOS PLANES DE EMERGENCIA DE REINO UNIDO
El BEIS afirmó en su comunicado que el Reino Unido no depende de las importaciones energéticas rusas, que tiene sus propias reservas de gas en el Mar del Norte e "importaciones constantes de socios fiables". También señaló que el Reino Unido cuenta con la segunda mayor infraestructura portuaria de GNL de Europa y "un suministro de gas respaldado por sólidos contratos legales".
La principal opción alternativa del Reino Unido era restaurar el mayor almacén de gas natural de Gran Bretaña, Rough. Su propietario, Centrica, afirma que su regreso inicial al servicio este invierno equivaldría a 10 cargamentos de GNL, lo que no es suficiente para marcar una diferencia significativa. Además, el país se enfrentará a una dura competencia internacional por los cargamentos de gas natural licuado.
La primera fase del plan de emergencia del Reino Unido consiste en que el operador de la red dirija los flujos de gas en el sistema, anulando temporalmente los acuerdos comerciales.
La segunda fase consiste en interrumpir el suministro a las centrales eléctricas de gas, lo que desencadenará los cortes de electricidad previstos para la industria y los usuarios domésticos.
La vida podría complicarse para Gran Bretaña si se interrumpe el suministro de electricidad a lo largo de los enormes cables que conectan con Francia, Noruega, Bélgica y los Países Bajos. Noruega dijo el lunes que está buscando formas de limitar las exportaciones de energía en invierno para evitar la escasez nacional.
El Reino Unido tiene precios de la energía más altos que Noruega y depende de las importaciones, por lo que cualquier limitación aumentaría aún más los costes y podría obligar a la compañía de energía National Grid a utilizar su reserva estratégica de carbón, según Aurora Energy Research.
LAS PROMESAS ELECTORALES
El partido conservador elegirá, el mes que viene, su nuevo líder y el próximo primer ministro tras la renuncia en julio de Boris Johnson. Los candidatos para suceder a Johnson son Rishi Sunak, de 42 años, líder de origen indio, lidera hasta ahora las rondas de votación y Liz Truss, de 46 años, diputada al parlamento y es secretaria de Asuntos Exteriores. Cualquiera sea elegido le espera un difícil invierno.
La presión sobre el gobierno para que haga algo más que el descuento de 400 libras en las tarifas domésticas ya anunciado a principios de año por Sunak cuando era Ministro de Hacienda es cada vez mayor.
El portavoz de Johnson dijo esta semana que cualquier otra ayuda para los británicos la tendría que decidir su sucesor. El primer ministro dijo el martes a los invitados a una recepción en Downing Street que estaba "absolutamente seguro" de que quien le suceda querrá anunciar más ayudas para los hogares, y que Gran Bretaña tiene la "potencia fiscal" para hacerlo, según un comunicado de su oficina.
Liz Truss, ha prometido recortes fiscales inmediatos y la eliminación de la tasa verde de las facturas energéticas, lo que supondría un ahorro de 153 libras al año para los hogares. Sunak ha dicho que se basará en el actual paquete de medidas del gobierno una vez que se conozca el nivel de un nuevo límite de precios en las facturas de energía.
El regulador energético de Gran Bretaña, Ofgem, lo anunciará a finales de agosto y entrará en vigor en octubre. A partir de entonces, el regulador ajustará el tope trimestralmente en lugar de semestralmente, lo que significa que las facturas probablemente volverán a subir en enero.
La empresa de energía National Grid ha advertido de que los precios se dispararán este invierno, lo que supondrá una carga aún mayor para las facturas de los consumidores.