ANAHÍ ABELEDO

Las clasificaciones energéticas actuales no abordan adecuadamente los matices de las fuentes de energía renovables, especialmente en el contexto de la crisis climática. Una nueva taxonomía, propuesta por la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) tiende a mejorar la precisión de las estadísticas energéticas en línea con los estándares globales. 

Irena presenta un nuevo sistema para clasificar las diferentes fuentes de energía que serviría como un nuevo mapa para recorrer los entresijos de las transiciones energéticas que permitiría también una mejor armonización entre países para evaluar los avances globales de la transición.

Los argumentos de Irena para esta modificación se explican en el informe "Irena: Energy Taxonomia", publicado ayer y responden a la necesidad de adecuarse a sistemas energéticos actuales que son cada vez más complejos. "A medida que se produce el cambio, surgen algunos problemas a la hora de realizar un seguimiento de las fuentes de energía", dijo el organismo.

La taxonomía IRENA deja de lado la electricidad y el calor, pero propone una manera de incluir el hidrógeno y el amoníaco en las fuentes de energía. También trae una división adicional de la energía: el almacenamiento.

Uno de los problemas hasta el momento es que las reglas que se utilizan actualmente para rastrear la energía en todo el mundo publicadas en las Recomendaciones Internacionales para Estadísticas de Energía (IRES) no establecen explícitamente la diferencia entre fuentes de energía renovables y no renovables. 

Entre las piezas que faltan se encuentran los múltiples tipos de tecnologías y productos de energía renovable que se están utilizando cada vez más en la actualidad.

Debido a que las clasificaciones internacionales estándar de productos energéticos (SIEC) se publicaron hace casi 15 años, consideran que es necesario actualizarlas utilizando una taxonomía de energías renovables más detallada. De lo contrario, el camino de la transición energética estará guiado por mapas obsoletos.

Tener un enfoque claro para clasificar las fuentes de energía no solo es importante para rastrear y medir, sino también para dar sentido a la transición energética en curso. Además de eso, un marco común para las categorías de energía puede ser de inmensa ayuda para que los países colaboren, ya que se hablan entre sí en un idioma común.

Para los expertos de IRENA conocer la diferencia será fundamental para que los estadísticos y analistas de energía comprendan fácilmente si el sistema energético de un país se está volviendo más sostenible con el tiempo, o para evaluar mejor las fuentes de energía en función de su impacto en el clima.

MEJORAR EL SEGUIMIENTO
Actualmente, los países han abandonado las series de datos antiguas o han optado por no rastrear ciertas fuentes de energía porque caen bajo la autoridad de otras organizaciones gubernamentales, por falta de financiamiento e interés político, o porque no existen reglas establecidas para rastrear ciertas opciones energéticas como las fuera de la red. tecnologías o algunas formas de bioenergía. 

"Al mostrar divisiones claras de lo que es renovable y lo que no, los países y analistas comprenderían más fácilmente el carbono emitido por cada subsector energético, proporcionando recomendaciones locales más adecuadas que satisfagan las necesidades de los países para acelerar sus transiciones energéticas", dicen los especialistas del organismo Gerardo Escamilla, Julián Prime.

La taxonomía IRENA deja de lado la electricidad y el calor, pero propone una manera de incluir el hidrógeno y el amoníaco en las fuentes de energía. Si bien esto puede no tener sentido inmediato porque estas moléculas son las mismas independientemente de sus fuentes, se diferencian entre fuentes renovables y no renovables. De hecho, este método ya es común con la electricidad y el calor, denotando implícitamente la fracción que proviene de fuentes renovables.

"Implementar dicha taxonomía requerirá mucho trabajo, que incluye recategorizar y ajustar datos históricos y una mayor colaboración internacional", advierten Escamilla y Prime. 

Pero la innovación impulsa el cambio tecnológico y, con él, surgen nuevas formas de agrupar la energía. La armonización de los datos entre países y tiempos aportará más claridad al complejo y dinámico sector energético, permitiendo a los países navegar las discusiones sobre energía de manera más efectiva, con información mejor y más detallada que desbloquearía decisiones esclarecedoras que cambiarían vidas. No hay otra alternativa que seguir perfeccionando y actualizando este trabajo a medida que surjan debates internacionales.

La taxonomía propuesta por IRENA se centra en la distinción crítica entre fuentes de energía renovables y no renovables. Va más allá de las clasificaciones tradicionales al clasificar los combustibles sintéticos como el hidrógeno según sus orígenes e introducir un nuevo segmento para el almacenamiento de energía para aclarar las diversas fuentes de energía utilizadas en las tecnologías de almacenamiento.

ELECTRICIDAD RENOVABLE Y COLORES DEL HIDRÓGENO
La electricidad renovable actualmente no está clasificada, porque la electricidad es solo eso: electricidad. No hay diferencia física entre los electrones provenientes de fuentes renovables y los provenientes de combustibles fósiles o nucleares, y lo mismo ocurre con el hidrógeno y otros combustibles sintéticos. 

En su serie publicada de estadísticas energéticas, IRENA ha dedicado mucho esfuerzo a clasificar la electricidad según sus fuentes de energía, porque esta información es importante para los formuladores de políticas que se centran en la mitigación y adaptación al cambio climático. 

IRENA ahora se basa en esas clasificaciones en la taxonomía actual y utiliza el mismo enfoque para clasificar los combustibles sintéticos como el hidrógeno, proponiendo, por ejemplo, que el hidrógeno se coloque bajo su fuente de energía, ya sea un combustible fósil específico, una materia prima de biomasa o una combinación no especificada de combustibles y portadores de energía. 

Además, en la actualidad existe una infinidad de “colores” del hidrógeno3 que, en el mejor de los casos, son difíciles de recordar y, en el peor, causan confusión y errores. 

IRENA sugiere que el hidrógeno se denomine según la fuente de combustible utilizada para producirlo, derivada de una división entre fuentes renovables y no renovables.

ENTENDER LAS ESTADÍSTICAS INTERNACIONALMENTE
La actual transición a las energías renovables está sin duda liderada por la creciente capacidad de generación de electricidad renovable de la energía eólica y solar en todo el mundo.

A medida que el papel de la energía renovable creció en el sector energético durante la década de 2010, muchas instituciones, gobiernos y empresas intentaron recopilar, categorizar y dar sentido a los datos sobre energía renovable para diferentes propósitos. 

Gran parte de estos datos carecían de estándares de comparación y metodologías específicas para garantizar que las cifras fueran comparables entre países, fuentes de energía y tiempos. 

A menudo, los informes, las bases de datos y los análisis desarrollados por los países, las organizaciones regionales e internacionales y los think tanks no podían compararse fácilmente entre sí (y, a veces, entre ellos mismos), sesgando así los posibles análisis y la toma de decisiones cruciales.

IRENA se ha enfrentado a estos problemas de primera mano mientras trabajaba con múltiples países e instituciones. 

Las actuales clasificaciones internacionales de productos energéticos son insuficientes para los responsables de la toma de decisiones. Uno de los problemas fundamentales de las estadísticas energéticas es que el consenso internacional aún no está preparado para incorporar sistemas energéticos nuevos y futuros. 

Las Recomendaciones Internacionales para Estadísticas Energéticas (IRES),publicadas hace más de una década, no entran en detalles sobre cómo estandarizar la información energética para las energías renovables, que han asumido un papel más importante en el sistema energético global desde que se publicó IRES. 

Los sistemas energéticos del futuro pueden requerir una actualización de estas recomendaciones para garantizar que los datos energéticos sean estándar en todo el mundo y fácilmente comparables para los responsables de las políticas.

La actualización de las clasificaciones internacionales de productos energéticos también ayudaría a tener mejor en cuenta la energía descentralizada en los balances energéticos, tanto para los autoproductores como para los pequeños productores de energía; este es uno de los focos de la revisión en curso de la Clasificación Internacional Estándar de Productos Energéticos. 

Más importante aún, en medio de la crisis climática del siglo XXI, la prioridad debería ser centrarse en las clasificaciones energéticas relacionadas con las emisiones. 

"La división de productos y portadores de energía entre renovables y no renovables, tal como la incorpora IRENA en esta taxonomía, ayudará a aclarar los impactos del sistema energético en el cambio climático", dijo Irena en el informe presentado.