Inquieto, curioso y multitasking por naturaleza, Julián Manzelli -conocido como Chu- es un artista visual absolutamente multifacético, de variados soportes, formatos y técnicas. Con Sullair Cultura mantiene un vínculo que ya lleva más de una década, que arrancó con aquel primer proyecto que fue la intervención de un generador eléctrico y continúa hasta hoy, con la apropiación de la esquina de Pedro de Luján y Gonçalves Días, una ochava espectacular que le es absolutamente familiar.

"Señal cristal" es el nuevo mural del artista Julián Manzelli, también conocido como Chu, en la Ciudad de Buenos Aires. Su obra, influenciada por la ciencia y la geometría, refleja una búsqueda constante de nuevas experiencias y formas de expresión. Desde sus raíces en Buenos Aires hasta su residencia actual en Barcelona, Chu representa una evolución artística marcada por la innovación y la experimentación.

- Para vos ya es una esquina conocida…

- Sí, es la tercera vez que pinto esta esquina. Conozco sus complejidades. Es un muro que tiene muchas ventanas, muchos recovecos, rejas, portones; es una pared vieja, no es una pared lisa. Y yo en esta vuelta quise tomar un partido distinto, un abordaje distinto. De ahí que la obra está hecha en dos colores. Hace rato quería hacer algo así, más sintético. Dos colores, jugar con eso, con la vibración de dos colores y con el juego óptico que eso genera.

- Pero hay algo que permanece en esta obra…

- Creo que este muro tiene una conexión con el anterior en términos formales, de composición, porque  son geometrías que parece que esconden cierto código y que se articulan con la arquitectura, como que se van acompañando; como que la forma, la arquitectura, va sugiriendo cómo se van emplazando las geometrías. En ese sentido se conecta con el último, sí; pero acá está el ejercicio de trabajar a dos colores y aprovechar el impacto visual. Además en este mural hay una lógica de señalética de la calle, algo de gráfica vial, que para la esquina me pareció acorde: es una esquina por donde pasan camiones gigantes, colectivos, autos…

La composición surgió de unas formas que tenía, unos recortes. Yo trabajo mucho cortando formas en papel y en madera; y de esos restos de repente sale una obra. Tenía en la computadora una imagen de la fachada, así que empecé jugando, ubicando esas formas. Modifiqué cosas, seguí agregando, poniendo, sacando. Pero comenzó así, partió de ese juego y de jugar con la arquitectura.

- Y también aquí aparece el círculo

- Yo tengo ese mambo con el círculo que lleva ya varios años. Hice un proyecto, un estudio morfológico, de exprimir las posibilidades del círculo. Su proyección incluso me llevó al torno. Está esa lógica de puntos interconectados, que también tiene que ver con mi fanatismo por la ciencia. El círculo es como la fuerza más potente que está presente en todo.

LA CONSTRUCCIÓN DE UN ARTISTA POLIFACÉTICO
Los comienzos artísticos de Chu están vinculados al grupo Doma, colectivo multidisciplinario que integró desde su fundación, allá por el año 1998, y del que forma parte hasta el día de hoy. Su camino universitario comenzó, curiosamente, por las aulas de la carrera de Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires; una estancia breve -año y medio- que dejaría su marca para toda su obra posterior.

Muchos de sus trabajos están inspirados en ese background de Bioquímica y Ciencias Exactas. El pensamiento científico aplicado al arte fue y sigue siendo su inspiración para trabajar muchas de sus obsesiones: las alineaciones planetarias, los sistemas orgánicos, los sistemas celulares en general y el círculo en particular. Ese pensamiento científico forma parte de su metodología: “La forma de trabajar es la misma: la ciencia tiene esto de generar hipótesis y, en base a eso, experiencias. Y en el arte está muy bueno trabajar así”, comenta.

El cambio de rumbo universitario lo llevó a estudiar Diseño Gráfico “en una época gloriosa” -la década del 90- con la visión clarísima de que lo suyo era el arte, al punto que reconoce que la carrera le dio “herramientas increíbles” que utiliza hasta hoy.

Trabajó en estudios grandes de diseño, hizo logos, terminó la carrera. Pero no hubo forma de escapar nunca de lo artístico: antes de recibirse estaba ya cautivado completamente por la animación digital al tiempo que por las noches tomaba los espacios públicos casi de modo vandálico: stencil, afiches, serigrafías.

A principios del 2000, y ya con algunos cortos premiados con Doma, la animación digital lo lleva a Estados Unidos, hasta el departamento creativo de la mítica señal de TV “Locomotion Channel”, un canal de animación para jóvenes y adultos absolutamente disruptivo y de culto. Fue la época de incursionar en proyecciones, mapping y música electrónica.

Chu busca constantemente nuevas experiencias. Eso lo llevó a trabajar desde siempre con distintos materiales y en diversas superficies. Hace varios años que realiza (y expone) esculturas en madera torneada, piezas que sugieren una cruza entre algo sagrado, un tótem místico y, -cómo no, geometría mediante-, algo tecnológico.

Lleva adelante también un desarrollo paralelo que es la curaduría, que comenzó con Doma -allá por el año 2008 con la galería de arte Turbo- pero que continúa de manera independiente hasta el día de hoy. Residencias, exposiciones y diversos proyectos artísticos lo llevaron en plena pandemia hasta España.

Lo que iba ser una estadía temporal se convirtió en permanente, y aunque ya cuenta con su familia completa instalada en Barcelona, conserva su taller en Buenos Aires. Así es como, también, Chu forma parte de Umbral, una exhibición itinerante que se estará presentando en diversos puntos del país. 

YOUTUBE: ASÍ SE HIZO SEÑAL CRISTAL, EL NUEVO MURAL DE CHU EN BARRACAS