Las Big Oil están dedicando buena parte de las ganancias a realizar importantes recompras de acciones y beneficiar a sus accionistas. En su discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pidió un impuesto del 4% sobre la recompra de acciones por parte de las empresas.

¿QUÉ DIJO BIDEN?
"Se habrán dado cuenta de que las grandes petroleras acaban de anunciar beneficios récord. El año pasado ganaron US$ 200.000 millones en medio de una crisis energética mundial", dijo el presidente estadounidense. "Es escandaloso".

A continuación, afirmó que en lugar de utilizar estos beneficios para invertir en más producción de petróleo y mantener bajos los precios de los combustibles, las empresas energéticas los estaban utilizando para recomprar acciones, "recompensando a sus directores ejecutivos y accionistas."

Biden propuso entonces que, para rectificar esta situación, las petroleras deberían pagar impuestos cuádruples por la recompra de acciones y añadió que "seguirán obteniendo beneficios considerables".

Los políticos han atacado las recompras por considerarlas una forma de beneficiar a ejecutivos y accionistas, al tiempo que ahondan la desigualdad social. El gobierno de Biden, por ejemplo, ha criticado a la industria del petróleo y el gas por gastar una parte excesiva de sus beneficios, gracias a la subida de los precios de la energía, en recompras en lugar de impulsar la producción y reducir los precios para los consumidores estadounidenses.

La propuesta cuadruplicaría el actual impuesto de recompra del 1%, que se aprobó como parte de la Ley de Reducción de la Inflación el pasado agosto y entró en vigor a principios de este año. Pero dado que los republicanos controlan la Cámara de Representantes desde las elecciones de mitad de mandato de noviembre, es poco probable que el impuesto adicional reciba la aprobación del Congreso.

El año pasado, Biden amenazó a la industria con un impuesto sobre los beneficios extraordinarios y la acusó de especulación bélica porque la mayoría de los productores de petróleo estadounidenses se han vuelto cuidadosos con sus planes de gasto, dando fuertes señales de que el crecimiento de la producción no es su prioridad número uno.

Además, también amenazó con "otras restricciones" que no especificó, ya que la industria petrolera sigue obstinada en su negativa a atender las peticiones de más inversiones en nueva producción.

Los ejecutivos del sector energético han afirmado en repetidas ocasiones que existen obstáculos para una estrategia de este tipo, como la inflación y las propias políticas energéticas de la administración Biden, que están subvencionando en gran medida el abandono de los combustibles fósiles.

Al mismo tiempo, la Casa Blanca está dificultando la puesta en marcha de cualquier nueva producción con un complejo proceso de concesión de permisos que compromete la viabilidad económica de algunos proyectos.

Aunque las recompras son una forma eficaz de devolver beneficios a los accionistas, los críticos afirman que representan un pensamiento a corto plazo y no aportan valor real a la empresa. Las ganancias de las acciones impulsadas por las recompras no son sostenibles, argumentan, ya que las empresas acabarán quedándose sin efectivo para aumentar artificialmente los precios.

En cambio, el dinero podría haberse utilizado para mejorar el bienestar de los empleados, ampliar el negocio o invertir en innovación.