En un entrevista para SONAMI, Alberto Carlocchia, presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM) analizó  la realidad de la mineria argentina durante la pandemia, los planes luego del virus y la situación en Chile y Perú.

¿Cuál es la realidad que ha vivido la minería argentina en este tiempo de crisis sanitaria y confinamiento?

Al igual que en el resto de las industrias, la pandemia de COVID-19 generó una gran preocupación en nuestro sector, a lo que se respondió con total compromiso y poniendo el foco en el cuidado de la salud de los trabajadores y las comunidades. Los distintos actores– las empresas, los trabajadores y el Estado – hemos trabajado unidos para generar esquemas de actuación que permitieran minimizar el impacto de la situación sanitaria. 

Creo que la industria minera argentina ha actuado con diligencia y rapidez.  Desde la Cámara, una de las primeras acciones fue la generación del Protocolo de Bioseguridad de la Industria Minera, que brinda una completa guía de actuación para las empresas, con el fin de prevenir contagios. La prevención es un trabajo continuo, ya que la realidad de la pandemia es dinámica y todavía la estamos atravesando.

En paralelo a las cuestiones productivas, desde el comienzo de la pandemia el sector minero ha asumido un activo compromiso con  la salud de todos los argentinos,  colaborando con donaciones  y acciones en beneficio de quienes más lo necesitan a lo largo de todo el país.

Las empresas mineras argentinas efectuaron un aporte de más de 7 millones de dólares. Entre las donaciones se destaca la compra –coordinada por CAEM- de 214.500 test del tipo RT-PCR, así como la donación de elementos e insumos para reforzar los centros de salud públicos y acompañar a las comunidades.

Las empresas, tanto a través de CAEM como en forma individual, trabajan incansablemente y aportando en cada comunidad.  En primer lugar, para maximizar la eficiencia del aporte se apoyó una estrategia nacional, con la donación de los testeos a las autoridades nacionales de salud y la colaboración con iniciativas como la de la Cruz Roja Argentina y  #SeamosUno.

Una segunda estrategia fue la compra de insumos para proteger a los médicos y personal de salud, en conjunto con el aporte de elementos de higiene personal para las comunidades y la construcción de hospitales de campaña. 

 Y el otro gran eje de las  donaciones fue la seguridad alimentaria. Hablamos de “seguridad alimentaria” y no solo de compra de alimentos porque hubo una estrategia de redireccionamiento hacia las ONGs comunitarias o bien se trabajó en la preparación de viandas nutricionales. O sea, más allá del aporte de dinero, las empresas estuvieron presentes, escuchando a las comunidades.

¿Cuál fue la decisión de la autoridad frente a la continuidad operacional de la minería? ¿Creo que en un principio no fueron considerada actividad esencial? ¿Cómo ha sido el retorno a la actividad?

Argentina fue uno de los países que decidió desde un primer momento imponer una cuarentena estricta, que se inició el 20 de marzo.  En el caso de la industria  minera, fue declarada esencial, y por lo tanto, autorizada a funcionar, desde el 2 de abril. Sin embargo, esto no significó un retorno a la normalidad. La vuelta al trabajo en los yacimientos ha sido paulatina y aún al día de hoy es parcial.

En cuanto a la producción, en abril se ubicó en niveles mínimos y recién en mayo comenzó una recuperación parcial. Actualmente, estamos en un mayor porcentaje, sin embargo todavía hay cuestiones que frenan una producción plena, en las que se está trabajando.

¿Cuál ha sido el principal problema que han debido enfrentar en este periodo, especialmente considerando posibles rebrotes?

Uno de los principales problemas para la vuelta plena a la producción han sido las cuestiones de logística, ya que las dificultades para el traslado de los trabajadores entre distintas jurisdicciones plantearon un cuello de botella.

Desde la Cámara se viene trabajando, junto a la Secretaría de Minería de la Nación y a Aerolíneas Argentinas en la creación de un sistema de “Corredor Minero Federal”. Básicamente, se trata de una serie de corredores aéreos y terrestres que permitirían a los trabajadores mineros transitar de forma segura y controlada de una provincia a otra. Se busca unificar rutas para lograr un mayor control y eliminar- en la medida de lo posible- los trasbordos y viajes adicionales.

Los trayectos  que lo compondrían fueron diseñados a partir de un exhaustivo estudio de las frecuencias de traslado del personal y la cantidad trabajadores que cada proyecto necesita,  y se contemplan medidas de seguridad dirigidas a anular la posible propagación del virus. 

¿Cuál ha sido el nivel de contagios en la industria minera y qué medidas han adoptado las compañías para reducir la propagación del virus?

Las empresas están trabajando con los máximos niveles de seguridad posibles, sin embargo, dado el alto nivel contagiosidad del virus, sabemos que nadie está exento del riesgo de contagio y en las últimas semanas hemos tenido casos en algunos yacimientos. Afortunadamente, los trabajadores afectados están evolucionando en forma positiva. 

 Aquí lo importante es que ante la detección de un caso se sigan aplicando los pasos del Protocolo de Bioseguridad y que, tal como se indica, se coordinen las acciones con las autoridades de salud locales, para ayudar al cuidado del resto de los trabajadores, de sus familias y de las comunidades.

Adicionalmente, entendemos que la actuación de la industria minera tiene en nuestro país una exposición mayor a la de otras industrias y es por eso que redoblamos los esfuerzos como sector, lo que queda demostrado en nuestro Protocolo de Bioseguridad. Por otra parte, las mineras son en el país uno de los rubros que más testeos preventivos realizan y esto debería ser comprendido y valorado.

¿Cómo han observado lo que ha ocurrido en otros países mineros de la región como Chile y Perú?

Seguimos de cerca lo que sucede en los países vecinos. Si bien tienen volúmenes de producción y geografías distintas, encontramos que las principales problemáticas, como los temas de traslado de trabajadores y las preocupaciones de la sociedad civil son bastante similares.

En cuanto a los puntos en común entre estos países, creo que es destacable que nuestra industria, por su forma de trabajo habitual, está familiarizada con el seguimiento de rutinas de seguridad y protocolos de actuación, por lo que cuenta con la estructura necesaria para comunicar y aplicar los conceptos de los protocolos de bioseguridad, que son la única protección real que tenemos contra el virus.

También puede destacarse que en la región, la industria ha tenido un comportamiento ejemplar en cuanto a su solidaridad, mostrando presencia y compromiso, plasmado en la colaboración con las autoridades, en donaciones masivas de elementos de testeo y de insumos para el cuidado de la salud. Este espíritu solidario de la minería trasciende las fronteras y nos hermana.

¿El gobierno ha lanzado algunas medidas para ir en apoyo de la industria minera?

En nuestro país, el mayor impacto para la minería se dio en el segmento de rocas de aplicación, en las canteras, que son principalmente empresas pymes. Aquí, la  suspensión de la industria de la construcción paralizó por completo la demanda de sus productos. Para ayudar a este sector, desde CAEM, junto con otras entidades empresariales, gremiales y organismos del Estado,  impulsamos que sea incluido en el denominado  “Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP)”, una iniciativa oficial que brinda ayuda económica para el pago de salarios a las empresas afectadas por la pandemia. Esto no soluciona la situación, pero esperamos que traiga un cierto alivio y ayude a conservar las fuentes de trabajo.

¿Cómo han visto el desempeño de los mercados internacionales con reapertura de economías pero temores de rebrotes?

Analizando los mercados, puede observarse que en la transición hacia la nueva normalidad, el oro continua siendo un refugio de valor para los inversores, en tanto que los minerales industriales han mostrado una mejora por segundo mes consecutivo, producto de una economía internacional que comienza a recuperarse, pero con incertidumbre ante bajas tasas de interés y mayor endeudamiento.

Con la mayoría de los Bancos Centrales que acuñan moneda emitiendo para hacer frente a la crisis del COVID-19, los papeles moneda se vienen devaluando frente activos con valor intrínseco como el oro y la plata, y se espera que continúen haciéndolo.  En julio, el precio del oro rompió el techo de los USD 1.900 y la cotización de la plata acumuló dos meses con incrementos. ¿Cuáles son los números que se esperan para la industria minera con la crisis sanitaria?

Por un lado, la industria minera local, al igual que el resto de las industrias, tuvo una baja en su capacidad productiva dado que, a pesar de haber sido declarada actividad esencial, debió realizar una serie de adaptaciones para cumplir con los protocolos de Bioseguridad, que llevaron a que la vuelta a las operaciones fuese paulatina y –aún hoy- parcial. Esto, obviamente, genera un impacto en la performance exportadora del sector.

Pero orientando la mirada hacia la post-pandemia, consideramos que la minería será uno de los rubros que a nivel mundial motorizará la recuperación económica. El mundo necesitará minerales: oro, plata, cobre, litio, entre otros, para la vuelta a la producción, y esto es una oportunidad para la industria minera de la Argentina y de la región.

¿A su juicio qué papel jugará la minería en la recuperación económica de Argentina?

La minería es el sexto complejo exportador de la Argentina y, sin dudas, para el país representa uno de los sectores con mejores perspectivas para generar las divisas que tanto necesita la economía local, ya que tiene una balanza comercial netamente exportadora.

A esto se suma su poder para movilizar la cadena de valor apuntalando de esta forma las industrias regionales, ya que entre el 75% y 80% de los productos que necesita la industria se producen en Argentina.

Por eso, podemos decir que la industria minera estará presente para aportar no solo recursos y divisas, sino también la motorización de las economías regionales y sobre todo la motorización del empleo, instancia indispensable de atender en Argentina para revertir la situación de desempleo que acarreábamos y que se verá agravada por la crisis pandémica.

¿Cómo será, a su juicio, la minería en un mundo post pandemia?

Creo que el gran interrogante no es cómo cambiará la minería, sino como cambiará la sociedad en su conjunto, en sus consumos, sus formas de relacionarse y en sus estructuras productivas.

Personalmente, espero que el haber atravesado momentos tan difíciles nos deje como lección la importancia de la colaboración y la comunicación. Confío en que los lazos que se han construido en las comunidades permanezcan y se vean fortalecidos.

En este sentido, creo que es muy importante el cambio de paradigma que viene desarrollando la minería en relación a una mayor apertura y relacionamiento con la comunidad. Por eso, son esenciales las iniciativas que promueven la transparencia y el diálogo respetuoso entre las empresas, el sector público y la sociedad civil. Entre ellas, podemos destacar el programa “Towards Sustainable Mining” que hemos empezado a aplicar en Argentina, así como la iniciativa EITI (Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas). 

La pandemia nos ha puesto a prueba a todos como sociedad y la hemos enfrentado juntos. Si logramos conservar esta unidad y continuamos trabajando de manera mancomunada, la minería sin duda ayudará a generar desarrollo regional y nacional y lo que es tan o más importante, generará progreso y crecimiento para nuestra gente.